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Las niñas quemadas de Guatemala

9 de marzo de 2018

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Este 8 de marzo el pueblo guatemalteco recordó no solo el Día Internacional de la Mujer, sino además el primer aniversario de fallecimiento de 41 niñas quemadas y las 14 que guardan en sus pequeños cuerpos las cicatrices provocadas por el incendio que enlutó hace un año a esa nación centroamericana.

Y lo hicieron con la amargura de saber que los principales responsables de sus muertes aún no han recibido las condenas que merecen, especialmente la subinspectora de la Policía Nacional Civil, Eva Marina Marroquín Carrillo, que fungía como la responsable en los momentos de la tragedia.

Testimonios recogidos por la prensa local aquel día señalan cómo “pudo ver que las adolescentes se estaban quemando y pidiendo auxilio y nunca abrió la puerta”.

Incluso la Fiscal de Delitos del Ministerio Público, Verónica de León, durante la investigación fue más categórica, al precisar que “simplemente no quiso abrir la puerta”. Un año después de los hechos, Marroquín Carrillo sigue detenida, pero no condenada.

En este primer aniversario, representantes de organizaciones de derechos humanos y de la mujer, así como familiares de las víctimas cuestionan el lento avance de un proceso penal en contra de los principales acusados.

La prensa local recuerda que un total de 56 niñas fueron encerradas en un local luego de un intento de huir del hogar estatal llamado Hogar seguro, tras denunciar abusos sexuales por parte de algunos funcionarios.

El local donde fueron encerradas bajo llave como castigo era muy pequeño. Las pequeñas prendieron fuego como protesta, lo que provocó el incendio que finalmente acabó con la vida de la mayoría y quemaduras graves a las sobrevivientes.

El crimen, puesto que no puede ser catalogado de otra manera, ocurrió en San José Pinula, Guatemala y no solo conmocionó a todo ese pueblo sino a buena parte de América Latina y el Caribe.

Este marzo familiares, amigos y muchos otros se dieron cita en el lugar de los hechos para recodar a las víctimas. Despachos periodísticos precisan que una ceremonia maya reconfortó a los presentes y fue el marco donde Reyna, una de las sobrevivientes, no fue capaz de responder las preguntas de los periodistas.

Una de las madres de las víctimas, Vianney Claret Hernández exigió justicia, mientras mostraba una foto de su hija, al igual que otros familiares.

Las niñas quemadas de Guatemala constituyen un símbolo de la injusticia que sufren los más pobres en esta nación, con un alto grado de violencia y la presencia de grupos armados vinculados al tráfico de drogas.

Pareciera que la justicia es incapaz de condenar a los culpables, quienes dejaron morir a las pequeñas sin que les preocupara el crimen.

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