Tallapiedra y el paisaje industrial del puerto: nuevas posibilidades para La Habana

14 de febrero de 2018

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Marjorie Peregrín

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Cuba, Cultura, Ediciones Boloña, Empresa RESTAURA, Eusebio Leal Spengler, Oficina del Historiador de La Habana

 

 

“Coloco estas líneas como un virtual exergo al contenido de este empeño editorial, con la fundada esperanza de verlo realizado”, concluye Eusebio Leal Spengler la presentación que inicia las páginas de Termoeléctrica de Tallapiedra. La actualidad de un pasado en la bahía de La Habana, un libro que se suma a los llamados en pro del rescate y reutilización del patrimonio industrial en torno a la bahía habanera, sus posibilidades de seguir generando cultura y economía para la ciudad.

En la presentación del volumen en el pabellón de Ediciones Boloña en la XXVII Feria Internacional del Libro, Orlando Inclán Castañeda, uno de los autores, contó que el proyecto se generó hace muchos años, como parte de una maestría en la UNAM, y en 2012 se incorporaron los también arquitectos Claudia Castillo de la Cruz, Camilo Darias Rodríguez e Isell Guerrero Bermúdez.

 

 

“En 2012 comenzó el trabajo con seriedad, todo el levantamiento de Tallapiedra. Lo más importante de esta publicación es que se ha logrado abordar desde el objeto hasta la memoria material; las personas que trabajaron allí, que nos contaron sus experiencias, todo lo que pasa también alrededor de la bahía”, dijo Inclán, jefe del Departamento de Urbanismo de la Empresa de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo Restaura, de la Oficina del Historiador, quien agradeció el apoyo de Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio de Cuba.

La propia Collazo afirmó durante la presentación que Cuba está inmersa en el trabajo relacionado con el inventario del patrimonio industrial. “Hemos venido trabajando con Miguel Ángel Areces –experto de prestigio internacional, presidente de INCUNA: Industria, Cultura, Naturaleza, y de la sección española del Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial– desde 1998. Para nosotros el tema es muy atractivo por todas las huellas de este patrimonio que tenemos en Cuba”.

 

 

“Queda mucho por hacer en cuanto a patrimonio en Cuba, y estas publicaciones son muy añoradas por arquitectos y amantes de la historia, que cada vez quieren hacer más proyectos culturales relacionados con inmuebles que es posible que estén cerrados en muchos casos, en mal estado, y que son patrimoniales”, agregó.

Por su parte Areces, también presente en el evento en la fortaleza de La Cabaña, dijo que el patrimonio industrial “es a veces un gran desconocido, porque convivimos con él, lo vemos todos los días. Pasamos cerca de Tallapiedra y vemos sus humos, sus elementos a veces ásperos, en un contexto en el que ha formado parte de la vida cotidiana de miles de personas durante mucho tiempo (…) Hablamos de Tallapiedra, que es productora de luz, la luz que llegó para quedarse, y que forma un componente fundamental para interpretar no solo lo que es hoy el puerto de La Habana sino la vida de los cubanos, de los habaneros”.

 

 

“Hablamos no solo de memoria de piedras, sino de personas”, añadió, y destacó la importancia de preservar y valorar estas instalaciones, “dándoles nuevos usos, nuevas actividades, reutilizando el patrimonio para que sea, una vez agotado su primer ciclo de vida, generador de un segundo ciclo productor de riqueza, bienestar, actividad. Para eso se han desarrollado en los últimos años en todo el mundo iniciativas importantes”.

Según el experto español, la idea de Termoeléctrica de Tallapiedra. La actualidad de un pasado en la bahía de La Habana, editado por el Centro de Iniciativas Culturales (CICEES) de Gijón, dentro de la colección La Herencia Recuperada, generó gran interés hace un tiempo en las jornadas internacionales celebradas en esa ciudad. En esta primera edición ya tiene pedidos en Alemania, Reino Unido y varios países de América.

 

 

 

“Trata de un elemento de identidad y de cohesión social tan importante como es un patrimonio industrial, Tallapiedra, y refleja una proyección universal. En este momento, en un cambio de ciclo en el mundo, el patrimonio y los paisajes eléctricos están de actualidad. La atención y la visibilidad de la notable aportación que ha realizado el equipo coordinado por Inclán es ya un referente nuestro para todos los entusiastas del patrimonio industrial”.

 

Paisaje posindustrial frente a un nuevo ciclo

“Uno pasa y mira desde afuera y puede imaginar todas las posibilidades que puede estar generando. La visión desde el interior es completamente distinta. Cuando uno llega al interior se sobrecoge, siente que está dentro de una catedral del trabajo, del talento, de lo que el ser humano puede realizar. También duele cuando llegamos ahí, cuando en la Bienal logramos abrir las puertas de Tallapiedra al público después de cien años produciendo energía para la ciudad y vimos el estado de deterioro en que se encuentra”, relató Inclán.

 

 

Como parte del programa de la duodécima Bienal de La Habana, en mayo de 2015 la exposición Energía para Tallapiedra, en la antigua sala de turbinas, se propuso abordar las posibilidades de Tallapiedra. “La Bienal tiene la magia de que nos permite hacer cualquier cosa, desde una playa en el Malecón hasta abrir las puertas de un edificio cerrado por más de cien años al público y que luego volvió a cerrar; ahora es difícil de nuevo acceder. Lo que hicimos fue tratar de modelar el futuro de Tallapiedra y convocamos a artistas como Cucú Diamante, Andrés Levin y Esterio Segura, y nos planteamos ‘qué puede estar pasando con este edificio’; sobre todo, intentamos tratar de devolverle la energía que ese edificio había estado brindando para la ciudad, con la visita de las personas”.

 

La muestra recibió más de 3 500 visitas en un mes. “Era la energía que la ciudad fue capaz de devolverle a ese edificio durante el mes de la Bienal para recibir por un momento la ilusión y la modelación de lo que puede ser el futuro de Tallapiedra. Es un futuro todavía incierto, pero creo que la publicación puede unirse también a ese llamado de atención que proviene hace mucho tiempo desde las instituciones, desde equipos como habana[re]generación”.

“El otro día conversábamos Miguel y yo con Leal y él nos decía que había que salvarla. Estamos ante un objeto arquitectónico no solo a escala de ciudad; estamos hablando de un objeto arquitectónico a escala de territorio, de región, no solo dentro de Cuba sino del Caribe como un objeto fundamental a rescatar”.

 

 

 

Uno de los temas que incluye la publicación es cómo el paisaje posindustrial puede convertirse en uno de los parques fundamentales de la ciudad. En ese sentido, Inclán precisó que La Habana tiene hoy la excepcionalidad de contar con grandes territorios y con un patrimonio casi inigualable allí.

“Es un patrimonio que puede brindarnos la posibilidad de estar generando un paisaje posindustrial, un gran parque posindustrial que rehabilite y regenere la ciudad desde el mismo centro que fue fundado en algún momento para la ciudad. Volver a refundar la ciudad desde ese patrimonio industrial. Sería un acto, además de poético, lindo, el hecho de que esa misma industria, que en algún momento hizo que La Habana fuera la gran ciudad que es hoy, vuelva a generar la ciudad que necesitamos”, dijo.

“Tenemos la oportunidad de hacerlo, y creo que para eso son importantes publicaciones como esta, que se centra sobre todo en el tema del paisaje posindustrial de la bahía de La Habana, tocando este punto que es otro de los temas y experiencias de investigación de habana[re]generación, Tallapiedra en sí”.

 

 

“Creemos que Tallapiedra debe contener parte de la historia de la termoeléctrica, o sea, la historia energética del país, pero no ser solo un museo. Tallapiedra debe seguir produciendo, generando, otra cosa: pensamiento, cultura, creatividad, pero sobre todo su sostenimiento; debe ser capaz de generar la economía que necesita para poder mantenerse, porque es un edificio enorme. Es como el Capitolio, esos grandes edificios en los que cualquier cosa es mucho. Cuando hablamos de piso son miles de metros cuadrados, cuando hablamos de carpintería son miles de metros cuadrados, cuando hablamos de alumbrado son miles de bombillas… O sea, es ese enorme edificio que además de ser salvado debe salvarse él mismo a partir de su capacidad de producción, que no debe perderse”.