Un libro a tener en cuenta (II)
17 de enero de 2018
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Continúo hoy mi comentario sobre el libro de Radamés Giro: “Música popular cubana” que, reitero, debe tenerse en cuenta aún por los musicólogos más jóvenes, porque de manera clara y sintética, recorre la evolución histórica de nuestro patrimonio sonoro, basado en diferentes fuentes, desde las crónicas de conquista hasta los descubrimientos arqueológicos, etnomusicológicos, y hasta los planteamientos teatrológicos de autores tan respetables como Rine Leal.
Luego de analizar el desarrollo de la música cubana hasta los años 50, donde no sólo aborda géneros y estilos sino figuras relevantes de la creación, el autor se adentra en los años 60, titulando a este capítulo: “Aquí, de pie”, donde dice: “Los años sesenta marcan hitos muy importantes para la música en Cuba y para los músicos de la comunidad latina de Nueva York. La década se inicia con la pachanga de Eduardo Davidson y también con las modas del twist, go-go, shake así como los nuevos ritmos nacionales que surgieron en ese período: Mozambique, de Pedro Izquierdo (Pello el Afrokán); pilón, de Enrique Bonne; pa’cá, de Juanito Márquez; guaguá, mozanchá, chiquichaca, guapachá, bachata-son, melao-son, sonsonete y otros. También alcanza gran popularidad nacional e internacional Carlos Puebla y sus tradicionales.”
Estoy segura de que la generación más joven de investigadores, desconoce mucho de cuanto menciona Radamés Giro en este párrafo, pero sí debe intuir que al producirse un cambio social y político con el triunfo de la Revolución, también se produjeron transformaciones en la manera de pensar y crear arte. Pero continuemos con este capítulo del libro.
A lo anteriormente expuesto, el autor plantea cómo paralelamente a esos géneros, surgen: el bossa-nova, la música pop, beat, rock y la balada, que rápidamente comienzan a ganar adeptos en los creadores que buscaban acercarse a lo mejor que se producía en otros países de América Latina y el Caribe. Pero aclara que, en lugar de enriquecer nuestro patrimonio nacional lo empobrecieron, lo que no impidió que la música cubana continuara avanzando por el camino de sus mayores cultores.
A continuación, dedica un buen espacio a analizar la producción de Enrique Bonne , quien exploró nuevas posibilidades sonoras en los instrumentos de percusión, creando el grupo Tambores de Oriente, donde incluyó hasta la corneta china, propia del Carnaval santiaguero. También comenta cómo su ritmo pilón fue popularizado por Pacho Alonso y luego se detiene en Juanito Márquez y su popular ritmo pa´cá, estrenado en el salón Caribe del hotel Habana Libre. Finalmente dedica un buen espacio a Juan Formell con los Van-Van, quien todos sabemos marcó pautas trascendentales en nuestra música.
Finalmente, el autor se adentra en la década de los años 70 de la pasada centuria, con la popularidad de nuevas orquestas charanga, el surgimiento del grupo Irakere bajo la dirección del Chucho Valdés, que fue un desprendimiento de la Orquesta de Música Moderna bajo la dirección de Armando Romeu, a quien Radamés considera “padre de los jazzistas cubanos”.
No escapa al autor de este libro, la importancia de agrupaciones como el Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC) creado por el maestro Leo Brouwer. También dedica espacio a la denominada Nueva Trova, y sus inicios con la canción política, su evolución de contenidos y sus principales figuras.
Radamés Giro hace un recorrido por agrupaciones, compositores, intérpretes, géneros, estilos… que han marcado nuestra sonoridad patrimonial; los diferentes eventos realizados la llegada a Cuba de discos de otras latitudes, que atrajeron la atención de los cubanos…
No escapa al autor el fenómeno de la salsa que, dice: “…nació en el mundo popular del continente, y muy en especial, el que impregna al Caribe, tiene demasiados elementos comunes, tantos, que entre ellos se establece una semejanza altamente notoria e importante.” Y añade que, paralelamente, surgieron solistas y agrupaciones que retomaron la música tradicional como los Jóvenes Clásicos del Son y, con posterioridad, el boom de Buenavista Social Club. Sin olvidar el surgimiento del rap.
Aunque éste es sólo un recorrido veloz sobre el libro “Música popular cubana”, de Radamés Giro, espero que le haya motivado a leerlo.
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