¿Es suficiente con amar?
5 de enero de 2018
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No me caben dudas que amar es maravilloso en cualquiera de sus formas, ya sea a los padres, hijos, pareja, amigos, al trabajo, a los entretenimientos (bailar, cantar, volar en parapente y como yo, cultivar lirios), pero ¿es suficiente con amar para ser feliz y hacer feliz a los otros? La pregunta viene a propósito de la no pocas veces escuchada frase “el amor lo puede todo”, que como frase para un poema o una canción viene de maravillas, pero que en la vida real nos trae algunas dudas, porque en primer lugar, creo que no solo hay que amar, sino que hay que saber amar. Ahí intervienen otros aspectos como la personalidad de cada cual, sus experiencias vitales que le aportan el aprendizaje de “como amar”, los motivos que guían la vida y hasta que defectos tenemos. Son tantas cosas las que intervienen en “amar bien” que sería cuestión de escribir un libro, pero como no tengo espacio, voy a concretar y poner ejemplos que es la mejor forma de hacerme entender.
El más típico de los ejemplos actuales sobre el amor de pareja es el de rapidez con que se va desde conocerse, sexo e ir a vivir juntos, los cuales son tres pasos que deben llevar tiempo y análisis, porque son decisiones importantes, sin embargo, escucho con frecuencia que los jóvenes dicen que se conocen y si sienten atracción física, se va a la relación sexual. En la actualidad no existen los tabúes antiguos de creer que el sexo sin casarse es pecaminoso y si funcionan bien en la cama, el vivir juntos es mejor y más cómodo, porque no hay que gastar tiempo en visitas, en salidas para encontrarse y así se optimizan más las horas de día, por lo que se tiene más tiempo para estudiar, trabajar, y también se le agrega para el hombre que resuelve los problemas domésticos, porque tiene quien lave, planche, etc., y esto me parece más una fórmula química que amor.
Claro que está la otra cara de la moneda y si viven con los padres, son estos los que tienen que asumir la carga económica de otra persona viviendo en la casa, pero de este aspecto no voy a referirme hoy, aunque vale la pena abordarlo en otra ocasión. A estas alturas, uno se pregunta ¿dónde quedó el romanticismo, esos gestos de esperar una llamada telefónica, de la sorpresa de una visita, de unas flores, de una carta o un mensaje de amor? Me atrevo a decir que en un lugar relegado, porque la convivencia puede ser muy dañina para las maravillas que cantan los poetas y músicos, ya que para afrontar la cotidianeidad con amor y romanticismo primero hay que prepararse para ello, que es mucho más que atraerse y tener buen sexo, lo cual significa pasar por etapas que lamentablemente me parece que están siendo olvidadas por considerarlas obsoletas.
Yo trabajo con jóvenes y me explican que viven con las novias o novios por razones como que “él vive muy lejos y estudiamos carreras diferentes y no nos podríamos ver todos los días”, “no sé, me fui quedando a dormir y los padres de él o ella no me dijeron nada y así me fui quedando” o la más temible de todas: “vivo mejor en su casa, hay más comodidades que en la mía”, Claro que en honor a la verdad no son todos los jóvenes los que toman a la ligera algo tan serio como convivir con su pareja y escucho comentarios maduros como que “vivir con mi novio o novia no es decisión de un día o por comodidad, tengo que pensarlo”, “me gusta la espera de una llamada telefónica, de vestirme para él cuando me va a buscar para salir a pasear” o la mejor de todas, “no voy a vivir con alguien que no conozco del todo para andar cambiando y dentro de un tiempo vivir con otro”.
Y es que amar es bello, pero no es suficiente, además hay que saber diferenciar entre el amor y la atracción, porque muchas veces ni tan siquiera se sabe si se está enamorado, y solo hay un gusto de tipo sexual, pero aún si es amor de verdad, hay un proceso de acercamiento, conocimiento del otro, de su vida, sus intereses, establecer confianza y la capacidad de comunicarse, porque hay que recordar que la relación de pareja es un espacio de ayuda y comprensión mutua, donde ambos deben cumplir sus planes de vida. Solo así se puede disfrutar de un amor verdadero y que las palabras bellas de los poetas no sean meras utopías, pues apresurarse, no ver los otros ingredientes del amor, puede convertirse en un camino de espinas sin rosas.
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