Edificio de la calle Baratillo No. 9, entre Narciso López y Obispo

1 de enero de 2018

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Zenaida Iglesias Sánchez

Plaza de Armas.
Antigua casa del Conde de Santovenia.
Hoy: Hotel Santa Isabel.

 

 

Los trabajos de restauración llevados a cabo por la Oficina del Historiador en la legendaria mansión de los condes de Santovenia, garantizaron la permanencia en el tiempo de otra de las joyas arquitectónicas de nuestro patrimonio. El otrora hotel “Santa Isabel” renació con la función que distinguió al edificio en el siglo XIX, engalanando nuevamente el lado este de la Plaza de Armas.

El edificio remonta su historia al siglo XVII, desde entonces la privilegiada parcela se encontraba ocupada por un edificio que pertenecía en propiedad al acaudalo vecino Rafael Pérez. En el siglo XVIII fueron sus propietarios el Capitán de Fragata y Constructor de Bajeles de su Majestad, Don Juan de Acosta, también la condesa de San Juan de Jaruco hacia 1784, quien solicitó licencia para construirle portales a todo lo largo de la calle. A principios del XIX se reconstruyó la mansión para residencia del Dr. Juan Francisco Martínez Campos.

 

 

El Conde de Santovenia, uno de sus propietarios más notorios, la compró en las primeras décadas del XIX. Adquirió el título nobiliario en 1824 y poco después la dotó de algunas transformaciones, como la baranda de hierro del balcón que lleva impresa sus iniciales. Don José María Martínez Campos y González de Álamo, estableció aquí la morada de su familia, mientras la planta baja se destinaba a almacén. La época en que la habitó el conde fue esplendorosa para la mansión, en ella se celebraron lujosas fiestas e importantes acontecimientos sociales.

 

 

El hotel “Santa Isabel” se instaló en el edificio en 1869, estaba en propiedad del Coronel Lady. Contaba con amplias y ventiladas habitaciones y una privilegiada ubicación, por lo que se consideró el mejor de su época en la ciudad.

Pasados veinte años ocupó la planta alta del edificio la “Lonja de Víveres de La Habana”, era su presidente el Sr. Joaquín Martínez de Pinillos; sociedad comercial de carácter privado. Desde entonces el edificio fue sede de importantes reuniones con la participación de distinguidos comerciantes.

 

 

En 1943 el inmueble se remodeló respetando sus características arquitectónicas originales, adaptándose su interior para oficinas y como tal desempeñó largos años, mientras la planta baja se destinó a almacén y comercio.

El tiempo transcurrió y en la segunda mitad del siglo XX quedó convertido en vivienda de múltiples familias con las transformaciones y el deterioro que esto supone. En los bajos abrió al público “El Mesón de la Flota”, dependencia gastronómica que animó durante varias décadas este lado de la plaza. En los años ‘90 desapareció la función de planta baja y la casa continuó siendo ciudadela. Muy deteriorado, el edificio fue rescatado por los especialistas de la Oficina del Historiador, con el nuevo proyecto que lo convirtió en hotel Santa Isabel.