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En cruz latina hacia la “Gloria Patri”

13 de diciembre de 2017

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Se abre el siglo de las Luces, en inflexiones neoclásicas –desdibujando tendencias al barroquismo formal–, el mundo cuaja bajo el esplendor de la Ilustración, mas, en esta Villa, de aliteraciones históricas –en cuanto al intenso proceso de mestizaje conformado en nuestra isla–, define, desde su trazado espontáneo, un asentamiento en ropajes diversos, pieles ajenas, híbridas o cruzadas que se agolpan ante el retablo divino inicial y luego, desde la parquedad constructiva de su primera Parroquia, concilian entonces, la edificación de una bisoña, la cual, persistiendo en el tiempo, nos acoge, templada y sobria, en el casco histórico guanabacoense, sin pretender abandonar –rezago temporal de estilos en su etapa de cimentación–, las barrocas motivaciones de su altar mayor.

Este inmueble que cobija a los “misterios gloriosos”, en el Santo Rosario de la devoción, fue abocetado por el arquitecto Alejandro Hernández y respalda su alzadura, en el erario del cabildo local “…según consta en la escritura otorgada por los Capitanes y Regidores Don Domingo y Don Antonio de Horta en que se trata de la materia, fechado en 15 de enero de 1714.”[1]

Para 1755 el Obispo Morell de Santa Cruz, describió al edificio de la Parroquial, como una obra de una sola nave –estancia medular de la iglesia– en forma de cruz latina. Inicialmente lograda como una construcción “de rafas”; por otra parte, la techumbre concilia sus alfarjes, donde jácenas y jaldetas, se entrecruzan para enfundarse, al instante, ante la presencia de las tejas coloniales, en sus ondulaciones sacras. Su longitud corría las 55 varas y cuarta, el ancho en el crucero era de 28 y en el resto 11; su alto conseguía las 10 varas. El dignatario acrecienta su descripción, de la manera que sigue: “…incluye 9 altares: en el mayor se venera una efigie primorosa de la Asunción de Nuestra Señora que es la titular; un púlpito, coro alto y órgano; a las espaldas cae la sacristía: su largo 11 varas; su ancho y alto 7 y tres cuartas; siguen después las habitaciones de los tenientes de cura y mozos de iglesia con sus oficinas y patio; la torre es de tres cuerpos bastantemente elevada con su reloj y cuatro campanas…”[2] Esta torre se encontraba adosada a la única nave del templo y quedaba fuera del cuerpo del mismo.[3]

 

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La iglesia poseía tres portones y sobre el principal, se hallaba un pequeño ajimez con balaustrada de madera, protegido por un tejadillo, del cual solo se atesoran, los vanos donde estaban engarzadas las traviesas de madera. El altar mayor, modula el espacio, entre curvaturas y sinuosas imágenes, escenografía íntima, santuario esbelto en rejuego óptico de sus contornos, enunciado cardinal del arte barroco en Cuba. La conformación del mismo, quedó concluido en 1750, según se inscribe en el predio dorsal del nicho colmado por la Virgen en la Asunción irrevocable –dogma divinamente revelado–, “Anno Domino de 1750 á 19 de Junio”. La efigie de la Asunción venerada por entonces, se resguarda actualmente, cual reliquia histórica, inmediata al zócalo de la torre. Como puede apreciarse, la nueva Parroquia quedó concluida hacia 1721, testigo legible es la inscripción –bajorrelieve del tiempo–, en el madero de cubierta, escriturada en añosas grafías. Las naves adyacentes se ordenaron entre 1769 y 1810.

Hoy se descubre, en su campanario dominical, el inmueble, sagrario cotidiano del pasante, patrimonio edificado de este pueblo que se persigna ante la cruz, cuando asciende, entre pasos de mármoles y ofrendas, entre retablos y oratorios, hacia el Gloria Patri.

 

Nota:

[1] Núñez de Villavicencio, Cayetano: Noticias Históricas de la Villa de la Asunción de Guanabacoa.  Pág. 605.
[2] Morell de Santa Cruz. Pedro Agustín: La Visita Eclesiástica. Selección e introducción de César García del Pino. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1985. Pág. 39.
[3] Plano de Guanabacoa en 1747. Archivo General de Indias. Santo Domingo, 389.

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