El desconocimiento nos lleva a cometer errores
12 de diciembre de 2017
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Con frecuencia, cometemos errores al hablar de asuntos cuyo significado exacto desconocemos, o porque “alguien” nos dio la explicación incorrecta. Lo mejor es –cuando no estemos seguros de un asunto– ir a la fuente donde se encuentra la verdad. Muchas veces, el diccionario de la lengua castellana resuelve cualquier duda, pero cuando se trata de una especialidad como la ciencia, el arte, o la filosofía, hay que acudir a un diccionario especializado. Y como por estos días he estado refiriéndome a los errores que advertimos en la música, es mi deber ayudar con algunos términos pertenecientes al arte de los sonidos.
Cuando era niña, escuchaba cantar una melodía tradicional cuyo nombre era “Tingotalango”, razón por la cual al pasar de los años continué creyendo que era, solamente, una cancioncilla. Pero cuando estudiaba Musicología, el doctor Argeliers León me enseñó que se trataba de un instrumento musical de origen congo, cuyo nombre era: tingotalango o tumbadera. ¿Qué le parece? Y como sé que el lector puede estar tan sorprendido como yo, en aquella ocasión, le ofreceré los detalles.
El tingotalango o tumbadera consiste en una rama flexible, clavada en la tierra que, arqueada, pone en tensión un alambre o cordel que se sujeta a una lámina de metal, la cual está fijada al suelo, tapando un hueco hecho en la tierra, a cierta distancia del arco tensor. Para hacerlo sonar, el músico puede estar de pie o sentado –según el tamaño del instrumento–, frente al alambre o cordel tensado que ahora se encuentra en posición vertical, y lo golpea con un palo mientras que la mano libre mueve el arco para obtener diferentes sonidos. Como el lector puede intuir, este instrumento solamente era usado en áreas rurales.
Otro instrumento prácticamente desconocido es el kinfuiti, cuyo nombre también lo recibe su toque y el baile que se ofrecía con esa música. Consiste en un tambor de una sola membrana y cuerpo de madera de unos 60 u 80 centímetros de altura por unos 40 de diámetro. El centro de su membrana se taladra, y por el agujero pasa una cuerda o correa, que llega hasta cerca del extremo abierto del cuerpo del tambor y, al tirar de ella produce un sonido muy especial. Al igual que el tingotalango es de origen congo y fue utilizado en los asentamientos que hubo en toda Cuba, y en sus descendientes.
En nuestro país hay una gran variedad de instrumentos que los africanos utilizaron, y cuyo uso fue transmitido a sus hijos y nietos. Muchos de ellos han sufrido transformaciones pero se mantiene su esencia. Otro membranófono es el kuchi-yeremá, uno de los cuatro tambores utilizados por los abakuá –conocidos como ñáñigos– el cual se coloca debajo del brazo izquierdo y con una sola mano se percute su membrana.
En Cuba existen muchos instrumentos de origen africano a los que dedicaré otro comentario.
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