Temer y el espíritu de los ‘90
5 de diciembre de 2017
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Tal como sucedió hace dos décadas y medio, la ola neoliberal que invade Suramérica y dio al traste con gobiernos de izquierda tiene en Michel Temer a un inescrupuloso representante en Brasil.
Ya todos conocemos como llegó al poder, traicionando a diestra y siniestra, envuelto en una corrupción que embarra a diputados y senadores, con un guión marcado para entregar las riquezas de Brasil a la oligarquía local y monopolios internacionales.
Todo ha sido renovado, pero para mal, quedando si acaso algunos vestigios progresistas iniciados por el gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva, a los que pronto llegarán su turno para Temer, no importa cuántas acusaciones de corrupción se le haga ni cuanta impopularidad tenga entre los brasileños,
Recordemos que las decisiones económicas de Lula se basaron principalmente en ajustar el salario mínimo de acuerdo a la demanda y de las transferencias sociales, el aumento del gasto público y la fácil disposición de créditos para la producción y consumo, lo cual Temer no toma en cuenta.
Esto trajo consigo un fascinante incremento favorable de la economía, redujo en cifras impactantes la pobreza de Brasil, democratizó la educación, etc.
Pero esto quedó atrás con las privatizaciones actuales y las que se avecinan, porque no solo no aumentará la inversión ni creará más empleo, sino que le quitará competitividad al país al incrementarles costos a las empresas. Fue lo que ocurrió en Colombia con la privatización del sector eléctrico, que elevó el precio del kilovatio hora de energía cuatro veces el promedio internacional. El efecto de esto es la reducción de la rentabilidad de las empresas y un aumento del desempleo.
La venta del patrimonio público al sector privado no se debe considerar desde el punto de vista económico como inversión, sino como una transferencia de propiedad de un bien público del Estado a los particulares, quienes buscan la máxima rentabilidad en detrimento de los objetivos sociales y de desarrollo que debe tener el Estado.
La producción de energía de calidad a un costo razonable es fundamental para la actividad productiva de un país, por lo que es un sector estratégico para el Estado.
Y es que todo país necesita tener un amplio sector público que le permita proveer a la sociedad ciertos bienes que pueden no ser de interés para el mercado, pero sí para la sociedad y el desarrollo económico, como los servicios públicos domiciliarios, la justicia, la seguridad ciudadana, el espacio público, la infraestructura, la seguridad social, la cultura, la ciencia, la educación, el alumbrado público, los museos, entre otros.
La privatización no va a solucionar el problema del déficit fiscal, porque esto depende de la dinámica económica y de un desarrollo empresarial, que Brasil no tiene.
El sector público es fundamental para construir un futuro en el que la riqueza se redistribuya con equidad, los derechos se garanticen a quienes el mercado descarta, y las empresas tengan un entorno estable para su progreso.
Ante el desmantelamiento que Temer realiza en Brasil, es urgente que el movimiento sindical encabece una política de unidad, con fortaleza, para evitar cualquier fraude en las venideras elecciones del 2018, fortalecer el movimiento de protesta, resistir a esta nueva ola neoliberal, e incluso llegar a acuerdos nacionales con sectores empresariales y políticos progresistas, defender el papel del Estado en la economía y la sociedad, y promover una política pública de trabajo decente para el logro de la justicia social y una paz estable y duradera.
Todo en aras de evitar el desmantelamiento y venta de Brasil que realiza Michel Temer.
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