Estados Unidos primero… y después
16 de octubre de 2017
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Sabía usted que la UNESCO atenta contra la seguridad de los Estados Unidos. Así lo percibe un presidente “mano ligera” que firma y vuelve a firmar “acuerdos” —adoptados por él mismo— en un verdadero ejercicio de ¿democracia? estadounidense.
Las armas de la UNESCO —lápices, libros, instrumentos científicos, cartillas de alfabetización y otras, son —por supuesto para Donald Trump— parte de una artillería pesada que trata de enseñar a los seres humanos a leer y escribir, dominar la ciencia y la técnica, proteger y desarrollar la cultura desde los orígenes mismos de la humanidad, y con todo ello, luchar por un mundo inclusivo y no de abismales diferencias entre los que más tienen y la gran mayoría que no tiene nada.
Trump en su política ha usado el lema de “Estados Unidos primero” y, protegido en esa filosofía imperial borra acuerdos internacionales de todo tipo y sepulta, o al menos trata de hacerlo, todo aquello que sea multilateralismo.
Una filosofía egoísta y absurda capaz de provocar daños irreversibles en las relaciones internacionales y la convivencia pacífica.
En política exterior, su última decisión tiene que ver con su negativa a cumplir con el Acuerdo Nuclear con Irán, rubricado por el Grupo 5 más 1 (Francia, Gran Bretaña, China, Rusia y Estados Unidos, más Alemania).
Este documento garantiza el cumplimiento por Irán de que el desarrollo de sus planes de energía nuclear sea como siempre lo fue, con fines pacíficos, y que se levanten las sanciones auspiciadas por Washington contra la nación persa.
Todo iba muy bien. La Organización Internacional de Energía Atómica, organismo encargado de monitorear el cumplimiento iraní ha informado sistemáticamente que Teherán cumple al pie de la letra con lo pactado y las naciones europeas admiran la transparencia y el apego de Irán al Plan y critican la desafiante actitud de Trump de abandonar el Tratado.
Pero este señor también puso fin a la participación estadounidense en el Tratado Transpacífico, pacto comercial que involucra a 11 naciones de la cuenca del Pacífico; a la vez que amenaza con cancelar el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá.
En medio de ese festín de firmas y apariciones mediáticas en las que parece todo menos el presidente de un país, una de las primeras “hazañas” del mandatario estadounidense es la salida del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, que había sido rubricado por 195 países y que hasta llegó a crear esperanzas a un mundo amenazado cada día por los efectos de una naturaleza que se rebela contra los daños provocados por los seres humanos durante siglos.
Para algunos analistas, citados por BBC Mundo, se trata de la “doctrina del abandono” con la obsesión de cortar lazos multilaterales.
En lo interno su enfoque nada cuerdo ha estado dirigido a echar por la borda el programa de salud conocido como Obamacare, logrado durante el gobierno de su antecesor Barack Obama y que pretendía facilitar atención de salud a los más necesitados. Al respecto Trump argumentó que dejará de pagar los miles de millones de dólares en subsidios a las aseguradoras de salud.
Como se ha demostrado, los impulsivos arrebatos del mandatario estadounidense carecen de la más elemental coherencia y hasta ahora, al menos en lo interno, no se observa una reacción de fuerza que pueda limitar o poner fin a una política que ya afecta hasta a los propios ciudadanos de su nación.
Más bien, dicen algunos especialistas, de volverse a presentar en las elecciones próximas, Trump ganaría con el voto de a quienes no le importa el rumbo que tome la humanidad, siempre y cuando el dinero fluya en sus arcas personales.
Primero Estados Unidos, después…como si se acaba el mundo, piensan Trump y sus seguidores.
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