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El peligro de la división

9 de octubre de 2017

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Durante diez años Ecuador fue un ejemplo de estabilidad, con un gobierno que “amarró corto” a sus adversarios de toda laya, recibió apoyo popular para una serie de cambios progresistas a los que denominó Revolución Ciudadana, y dio ejemplo de como se podían concatenar y aunar esfuerzos para detener a la reacción interna y externa, que llevó a la creación de un núcleo de predominio de la izquierda, Alianza PAÍS.

Luego de esa década, el presidente Rafael Correa cedió el batón a Lenín Moreno, ganador de unas elecciones limpias, en las que el pueblo premió su desempeño como vicepresidente, entre otras actividades en las que se destacó, además de que era un reconocimiento a su antecesor.

La Vicepresidencia fue ocupada por Jorge Glas, quien también había desempeñado el cargo durante el gobierno de Correa, al que siempre se le conoció como una persona proba, enemiga de la corrupción y en la que tenía en su haber la expulsión de la empresa constructora brasileña Odebrecht de Ecuador, por sus manejos corruptos.

Precisamente por ahí afloró los primeros síntomas públicos de desconfianza del flamante mandatario con Glas, aprovechada por la derecha para auspiciar una campaña mediática en su contra, coordenada con medios judiciales que llevaron al vicepresidente a prisión preventiva y su sustitución interina por Moreno, quien con anterioridad le había privado de sus funciones, al considerar que estaba boicoteando su estilo de trabajo.

Este estilo fue denominado propio y muy de Lenín por varios integrantes de la izquierda, quienes consideraron el extremado celo del presidente para que todo se hiciera bien y se condenara a quien tenia que serlo, independientemente de su nombre y cargo.

Esto conllevó a divergencias con Correa, residente en Bélgica, quien defendió repetidamente a Glas y consideró que Lenín no actuó de buena fe, sacando ocultas discrepancias con sus compañeros de años de Alianza PAÍS, con el peligro de provocar una división y el fortalecimiento de una derecha que ha estado apoyándole en todo momento.

Realmente fue muy sospechoso que el milmillonario líder opositor Guillermo Lasso y un abanico de la oposición estuvieran de acuerdo con una proyectada consulta popular acerca de siete preguntas que formularía Moreno, antes de que el contenido fuera hecho público.

Entre las preguntas sobresalen la primera, que plantea la muerte civil para funcionarios y empresas culpables en casos de corrupción; y la tercera, que prohíbe la reelección de autoridades, tema que recibió todo el respaldo de la oposición, pensando en el posible regreso de Rafael Correa.

Con anterioridad, el mandatario no acudió a la  Convención Nacional de Alianza PAÏS, que ahora preside, en el que se analizó el del programa de gobierno hasta el 2021, que se inicia con un recorrido histórico por lo que se ha denominado la “Década Ganada” desde que el gobierno de la Revolución Ciudadana ganó las elecciones en el 2006.

Entre los logros se destacan: la reducción de la pobreza en todas sus formas (por consumo, por ingreso, por necesidades básicas insatisfechas y la pobreza multidimensional), como así también de la desigualdad, el crecimiento sostenido de la inversión pública y la ampliación del sistema vial en todo Ecuador. Uno de los logros más importantes ha sido en el ámbito educativo, siendo Ecuador el país que más invierte en educación superior en toda la región.

El plan se estructura sobre 4 principios fundamentales: sociedad, educación, producción y trabajo digno. A partir de ello se desglosan las “12 Revoluciones”: Revolución Política, Revolución Ética, Revolución Económica Productiva y del Trabajo, Revolución Agraria, Revolución Social, Revolución Ecológica, Revolución del Conocimiento y las Capacidades, Revolución Cultural, Revolución de la Justicia, la Seguridad y la Convivencia, Revolución Urbana y de los Territorios, Revolución de la Soberanía y la Integración, y Revolución de la Juventud.

En conjunto, el plan de gobierno para el periodo 2017-2021 presenta algunas continuidades con lo que han sido el eje de las políticas públicas durante los años de gobierno de la Revolución Ciudadana, al mismo tiempo que presenta algunas innovaciones y orientaciones específicas.

Pero todo esto se estrellaría con la división del grupo, ataques entre sus principales dirigentes y si el mandatario da cabida a sugerencias de la derecha, debido a su afán de que todos participen en un dialogo nacional, la expresión realmente democrática, si todo los factores actuaran de buena fe.

Hasta ahora hay que dar el margen a una duda razonable, como si se estuviera en un juicio, en el que la figura de Jorge Glas sigue siendo la más vituperada al achacársele cargos de corrupción vinculados a Odebrecht, cuando fue el propio Vicepresidente quela le dio el tiro de gracia a la compañía brasileña y decretó su expulsión, creando un problema entre el gobierno ecuatoriano y el ilegal de Michel Temer.

Fuentes periodísticas norteamercanas indican que todo este entramado fue montado por Marcelo Odebrecht, el principal dueño de la entidad, quien en venganza por la expulsión y lo que consideró el no pago de una deuda contraída por Quito de más de 200 millones de dólares, declaró en prisión –luego de admitir su participación en sobornos– que había hecho regalías por más de 30 millones de dólares a un nutrido número de funcionarios ecuatorianos, encabezados por Correa, Moreno y Glas.

Hay que señalar que a Odebrecht se le vincula estrechamente con la Agencia Central de Inteligencia y el Banco Mundial, que controla Estados Unidos, y que la inteligencianorteamericana, en este caso la CIA, sacrifica a su propia gente para alcanzar perversos objetivos, tal como lo ha hecho en distintos lugares del mundo y que consta en varias obras escritas por ex directores (Philip Agee) o ex agentes de dicha central de inteligencia, como quedó registrado en el libro: “Confesiones de un sicario económico”, del ex agente, John Perkins.

En síntesis, todo está montado y la campaña sucia de EE.UU. incluye la desaparición de Odebrecht para tener credibilidad, tan igual como han procedido mañosamente en otros casos donde han tumbado gobiernos democráticos y progresistas, e incluso la CIA ha asesinado a miembros de su propio grupo, para culpar a los sectores de la izquierda y condenarlos o desprestigiarlos públicamente.

El actual caso de Ecuador puede ser catalogado en este juego contrarrevolucionario en el que aún restan capítulos por cumplir, y donde destaca lamentablemente el peligro de la división.

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