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La gran relevancia que le concedió Martí a la bondad y la generosidad y otros valores

22 de septiembre de 2017

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José Martí reflexionó en diversas ocasiones sobre la importancia que le atribuyese al hecho que prevaleciese la condición de hacer el bien entre los seres humanos y por ende se hiciera patente la generosidad.

Él expuso en un trabajo titulado “Maestros Ambulantes”, reflejado en La América, en Nueva York, en mayo de 1884: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso.”

También en otro material publicado en La Nación, en Buenos Aires, Argentina, en la edición correspondiente al primero de enero de 1887 planteó la siguiente interrogante: “¿Quien siente mejor la ausencia de un bien que el que lo ha poseído y lo pierde?”

Ya con antelación él igualmente había detallado en La Nación, en Buenos Aires, el 31 de marzo de 1883, que los malos no triunfan sino donde los débiles son indiferentes y algo más de siete años después, en esta publicación, exactamente el dos de diciembre de 1890, al resaltar la significación que le concedía a la unidad que debían mantener los hombres y mujeres que se caracterizaban por un modo de actuación correcto, expresó: “…los malos sólo se abren camino por entre las divisiones de los buenos.”

Para Martí, según patentizó en el cuento titulado Meñique, incluido en la tercera edición de la revista La Edad de Oro, en agosto de 1889, todos los pícaros son tontos y que los buenos son los que ganan a la larga.

Además en esa edición de la citada publicación que dirigió de modo muy especial a los niños, en la sección identificada como “La última página”, especificó: “Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien; o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil”

Y agregó: “Los niños deben echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo.”

Martí, en un trabajo publicado en Patria, el 23 de marzo de 1894, también expuso que lo malo se ha de aborrecer, aunque sea nuestro, y aún cuando no lo sea y agregó de inmediato que lo bueno no se ha de desamar sólo porque no sea nuestro.

Para Martí la bondad constituía la flor de la fuerza. Y en un trabajo publicado en La Nación, el 29 de abril de 1888, manifestó que la bondad no anda sola, sino que es precisamente lo que en el mundo necesita más estímulo.

Igualmente en otro trabajo, en este caso reflejado en Patria el 30 de abril de 1892, comentó que hay cierta bondad urbana y postiza, que más ofende que consuela; y hay otra que emana de las almas afables y hermosea cuanto padece a su alrededor.

Y en la carta dirigida a Carmen Miyares, fechada el 9 de abril de 1895, en Cabo Haitiano, cuando estaba próximo a salir hacia Cuba, resaltó que la bondad era la felicidad cuando no se le exagera.

Martí además dejó constancia de los criterios que tenía en relación con la generosidad. El enfatizó al respecto que la generosidad congrega a los hombres y la aspereza los aparta.

Así precisó en el trabajo titulado Sobre los oficios de la alabanza, publicado en Patria, el tres de abril de 1892, mientras que en la citada publicación, exactamente el 15 de septiembre de 1894, aseguró que la generosidad da buen dividendo.

En correspondencia con los conceptos anteriormente enumerados desenvolvió su existencia José Martí.

Luchó no solo por lograr la independencia de su tierra natal del yugo colonial español, sino también porque prevaleciera entre los seres humanos un modo de actuación correcto, caracterizado por la presencia de la bondad, la generosidad y el gusto por hacer el bien.

Resulta útil para ejemplificar esto, que recuerde que él señaló en el trabajo publicado en Patria el 18 de junio de 1892 que el deber del hombre virtuoso no está sólo en el egoísmo de cultivar la virtud en sí sino que falta a su deber el que descansa mientras la virtud no haya triunfado entre los hombres.

Con respecto a la trascendencia de la virtud Martí hizo referencia en otros trabajos que publicó y en cartas que escribió en diferentes etapas de su breve pero fecunda existencia.

Llegó a afirmar que la virtud es callada en los pueblos como en los hombres y que en los tiempos críticos triunfan, por la ley de tabla del naufragio, los virtuosos.

Enfatizó que era necesario poner de moda la virtud y que el mayor mérito propio pesa como una vergüenza sobre el hombre, cuando descubre por el contraste, la escasez del mismo mérito en su pueblo y la abundancia de virtud pública llena de fuerza y autoridad al encargo de representarla.

Martí aseguró que sólo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio.

Así Martí concibió el desarrollo de la vida y el modo adecuado de actuación de los seres humanos.

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