La paz mundial está en peligro
21 de septiembre de 2017
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Posiblemente como nunca antes, con posterioridad al fin de la Segunda Guerra Mundial y a la creación de la Organización de Naciones Unidas, la paz mundial se halle ante situación tal de amenazas y peligros, poniendo incluso en duda el futuro de la propia humanidad.
Todo el que haya tenido conocimiento del discurso del Presidente de los Estados Unidos de América ante el perplejo y escandalizado plenario del 72 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, no puede menos que llegar a la conclusión de que el mundo ha entrado en una fase altamente riesgosa y que su porvenir descansa hoy en buena medida en manos de quien pueda reaccionar con insolencia, agresividad e imprudencia ante los más graves conflictos de la especie y sus escenarios.
Para los que oyeron espantados sus discursos de campaña electoral pero dudaban que esos límites se traspasaran por el candidato una vez en la Casa Blanca, seguramente resultó una nueva sorpresa, añadida a las que ya las ha brindado el pintoresco mandatario.
En momentos en que el Imperio por él conducido es responsable de la mayor parte de las guerras y amenazas de guerra que abundan en las más diversas regiones del planeta, resultaron increíbles las referencias presidenciales al concepto de soberanía que dice defender e interpretar como “gran amigo del mundo” y sobre todo de sus aliados, según afirmó.
A nadie podrá hacer creer la pirueta dialéctica de que Estados Unidos, para defender su soberanía supuestamente amenazada no se sabe por quién, deberá hacer trizas entonces la propia soberanía de quienes no concuerden con su modo de vida o con la filosofía del Imperio en todas sus dimensiones.
Que “no buscamos imponer nuestro estilo de vida a nadie”, es una falacia que se cae por su propio peso, cuando observamos objetivamente la situación del mundo de hoy. Mientras pretende que todos hagan su voluntad o satisfagan sus intereses, es capaz de decir sin ruborizarse que “ya no se puede tomar ventaja o entrar en un acuerdo unilateral donde Estados Unidos no obtenga nada a cambio”.
Nada más evidente, en este sentido, que las críticas hechas a las Naciones Unidas como organización burocrática e ineficiente, a la cual amenazó con reducir su contribución financiera si esta no se convierte –según el magnate– “en defender mucho más efectivo de la dignidad humana y la libertad”. Fue una ofensa gratuita y prepotente a todos los estados miembros sin excepción y a sus funcionarios, incluido el secretario general.
Cuando el genocida Bush hijo abandonó en una ocasión el podio de la ONU, Hugo Chávez exclamó: “Aquí huele a azufre todavía…” La histórica frase de Chávez hoy puede ser repetida.
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