El espacio social y las tradiciones de la comunidad
10 de agosto de 2017
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El Centro Histórico debe ser pluriclasista, es decir, debe ser habitado tanto por la pequeña burguesía, como por las clases populares. Constituye el espacio en el que todos los ciudadanos pueden vivir el encuentro entre el pasado y el futuro, y las contradicciones del presente.
Por lo tanto, existe la posibilidad de vivir en interacción con las tradiciones presentes en el Centro Histórico y que pueden responder a los distintos grupos clasistas y étnicos. De esta manera se puede ser protagonista de algunas de ellas y espectadores en otros.
El urbanismo de austeridad apunta al interior de la ciudad, pretendiendo una reorganización del espacio sobre la base de la recuperación del uso comunitario de la ciudad, de la dimensión colectiva de la vida residencia; de la defensa al derecho de realojo; de conciliar el trabajo con la residencia y propugnar la necesidad de programar con realismo los modos de intervención en la ciudad antigua, poniendo énfasis en el papel protagonista de los actores públicos y sociales en su elaboración y control.[1]
La tradición es la expresión misma de un pueblo, de su “yo” particular y único. Se traduce en sentimientos, actuaciones, modos, usos y creencias múltiples que pasan de generación en generación y constituyen elementos “vivos” del pasado.[2] De ahí la relación que tienen con los centros históricos como espacios dónde se desarrolló todo ese imaginario.
La búsqueda de los elementos de origen, tradicionales y de identidad se ha hecho cotidiano en el accionar de distintos grupos étnicos y de naciones en los que este proceso es un factor clave en el logro de su independencia, así como un elemento de resistencia.
Marcada por la necesidad y utilidad de conservar diversos aspectos propios de la cultura es fundada en 1938 la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, como institución científico-cultural dedicada a desarrollar y divulgar la historia, así como preservar los monumentos y tradiciones de la ciudad. Desde su creación la Oficina intervino en la recuperación de tradiciones como los carnavales y las comparsas, necesarias para conservar nuestro folklore. Con el transcurso del tiempo la Oficina amplió su proyección y comenzó a intervenir directamente en la restauración del Centro Histórico La Habana Vieja.
Desde inicios de la década del noventa del siglo pasado el Centro Histórico La Habana Vieja es un territorio en el que se realiza un amplio proceso de restauración y rehabilitación, paralelo a ello se mantienen y rescatan tradiciones del territorio, de su gente, de la ciudad y hasta de la nación, como parte de la amplia proyección social que tiene la Oficina.
En este contexto las tradiciones están presentes, sin hacer una repetición exacta de lo que fueron, dado por el valor agregado que les proporcionan las modificaciones según el paso del tiempo y los cambios sociales del país y del mundo.
El proceso de restauración que se ejecuta en el Centro Histórico tiene como base la historia urbana, arquitectónica y social del territorio. La presencia de la historia en el área se ha transmitido, por diversas vías, del Historiador de la ciudad a los especialistas y a los residentes, pueden citarse como ejemplo sus conferencias y cursos en el museo de la ciudad, sus intervenciones en programas de radio y la televisión sobre temas de interés, así como los programas de la serie Andar La Habana para estos medios de comunicación. De esta manera se ha contribuido a sensibilizar a los ciudadanos, a las instituciones, y también a los que toman las decisiones, con los valores incalculables del Centro Histórico, con la importancia de preservar y transmitir la memoria como una necesidad vital del ser humano, para su propio reconocimiento y valoración.
A través del rescate de algunas de las tradiciones, en el Centro Histórico La Habana Vieja, son beneficiados los residentes en el territorio y se establece el vínculo entre restauración y comunidad. El proceso a través del cual se salvan las tradiciones del olvido se realiza de forma consciente, abarca múltiples esferas de la cotidianidad (oficios, aromas, accesorios del vestuario, festividades, urbanismo y transporte) y se materializa a través de diversas vías (asociaciones, escuela de oficio, tiendas, agencias de viaje, eventos científicos y otros).
Notas:
[1] Martínez Emilio- Centros históricos en perspectiva. Observaciones sociológicas al análisis y la planificación. Revista Catalana de Sociologia, 14 (2001), p. 100.
[2] Ponce, Amparo- Manifestaciones culturales urbanas: Los años viejos, una tradición popular en Quito. En: Panorama urbano y cultural de Quito. Dirección General de Planificación, Municipio del Distrito Metropolitano de Quito/ Consejería de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía. Quito, Ecuador, 1994. P. 79.
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