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José Martí: su labor como cónsul de países de América Latina en Nueva York

8 de septiembre de 2017

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José Martí se caracterizó por tener una proyección latinoamericanista y como tal él luchó no sólo por alcanzar la independencia de Cuba sino también por la felicidad y seguridad de los pueblos que conformaban lo que él calificó en forma certera como Nuestra América.

Y entre las labores realizadas por Martí estuvo la de haber ejercido como cónsul de varios países de América Latina en la ciudad de Nueva York donde él residía desde la etapa inicial de los años de la década del ochenta en el siglo XIX.

Martí asumió oficialmente las funciones de cónsul de Uruguay en Nueva York el 16 de abril de 1887.

Ya había realizado esa labor interinamente, cuando en mayo de 1884, remplazó a su amigo Enrique Estrázulas.

También el 24 de julio de 1890 fue nombrado para representar a Argentina, y seis días más tarde para similar cargo en el caso de Paraguay.

No obstante el 11 de octubre de 1891 decidió renunciar a la representación de estos países en esa ciudad norteamericana, pues en esos momentos se hallaba nuevamente trabajando en aras de unir voluntades y propiciar la obtención de los recursos con vistas a lograr que en Cuba se reiniciase la guerra por la independencia.

Es decir él fue capaz de anteponer los intereses de su Patria al hecho de poder contar con un trabajo que le fuera beneficioso a título personal y para evitar que los enemigos de la causa de la independencia de Cuba pudieran fomentar campañas que pudieran involucrar a los países que él representaba en el territorio norteamericano.

Fue relativamente breve el período en que Martí se desempeñó como cónsul de los países latinoamericanos anteriormente citados, pero sin lugar a dudas ésta fue otra de las experiencias singulares que tendría en su vida en los Estados Unidos y sirvió igualmente como vía adecuada para luchar por los intereses de los pueblos de América Latina.

Y sobre todo cabe tener en cuenta que fue significativo el período en que Martí se desempeñó como cónsul puesto que en esa etapa en los Estados Unidos tuvieron lugar dos congresos o conferencias en los que se puso de relieve la intención del país norteño, en su condición de potencia, de lograr afianzar su control sobre las naciones latinoamericanas.

Esos dos eventos fueron, primero, la Conferencia Internacional Americana, efectuada en Washington, en los meses finales de 1889 y principios de 1890 y después la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América que tuvo lugar también en la capital estadounidense entre el 7 de enero y el 8 de abril de 1891.

Martí expuso sus ideas acerca de lo que significaron estas conferencias e igualmente señaló sus criterios sobre la no conveniencia para América Latina de las propuestas estadounidenses.

Ya desde 1889, en una serie de trabajos publicados en La Nación de Buenos Aires, se había referido a los objetivos y características de la conferencia internacional convocada por los Estados Unidos.

En un artículo que salió publicado el 8 de noviembre de 1889, señaló:

“Las entrañas del congreso están como todas las entrañas, donde no se las ve.”

En otro de los trabajos elaborados en relación con esta conferencia, Martí alertó acerca de su verdadero carácter.

Y sobre todo planteó cuál debía ser la postura de los países latinoamericanos en sus vínculos con los Estados Unidos al exponer: “Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo.”

Si Martí fue capaz de hacer un análisis exhaustivo acerca de la conferencia efectuada entre 1889 y 1890 en Washington, mucho más lo haría del otro evento realizado en 1891 en el cual tuvo la posibilidad de participar, a partir de la segunda sesión, en representación del gobierno de Uruguay. Incluso en esta conferencia contribuyó decisivamente a hacer fracasar el empeño de Estados Unidos de imponer al continente una manifiesta unificación monetaria.

Martí integró la comisión que tuvo a su cargo confeccionar un dictamen sobre la conveniencia o no de levantar las sesiones sin hacer invitación alguna para una nueva conferencia de carácter universal.

También en trabajos periodísticos analizó los resultados de esta conferencia monetaria y se refirió al peligro que entrañaba para los pueblos la posible dependencia económica a un país poderoso.

En mayo de 1891, en la Revista Ilustrada de Nueva York, se reflejó una valoración suya en la que expresó: “Quién dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse vende a más de uno.”

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