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Estudiar y “poder estudiar”

26 de julio de 2017

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Las universidades cubanas acogen a cientos de miles de jóvenes del país que, cada año, ingresan a sus aulas con la mirada puesta en una profesión.

Igualmente, otras decenas de miles, provenientes de naciones pobres, de han visto coronadas sus aspiraciones profesionales, graduándose en Cuba como médicos, ingenieros, profesores y de otras especialidades. Estos provienen de naciones a las que nuestro país le ha brindado de manera solidaria la oportunidad de estudiar.

El tema es tan sencillo que las únicas preocupaciones para estos estudiantes son los exámenes de ingreso y quizás, ver si el escalafón le posibilita la primera opción que marcó o si tiene que escoger entre las otras seleccionadas, hasta un total de diez posibilidades, de manera que es muy difícil que no ocupe un asiento en alguna de las aulas abiertas en la educación superior.

A ninguno de nuestros jóvenes siquiera le viene a la mente cuánto cuesta una carrera universitaria en otros países, por ejemplo en ese patrón de desarrollo que luego nos quieren imponer desde Estados Unidos.

Aquí, los libros, la matrícula, la moderna tecnología de los laboratorios, todo es absolutamente gratis, aunque muchas veces no hacemos el mejor uso de ellos y la palabra cuidado pareciera desaparecer del diccionarios de muchos estudiantes.

Acudí a datos de las propias universidades norteamericanas y en el caso de las que son privadas, cada alumno tiene que desembolsar no menos de 50 000 dólares cada año, solo por la matrícula.

Un análisis de BBC Mundo se concentra en la Universidad George Washington.

Allí los estudiantes contraen enormes deudas que irán pagando cada curso. Pero si no provienes de una familia rica, esas deudas pueden ser enormes. El alto costo de las matrículas crea una clara división entre los estudiantes que tienen y los que no tienen y, de hecho, en el país como un todo, comenta BBC.

En fin, los estudios universitarios en instituciones privadas norteamericanas son exclusivamente para jóvenes de familias pudientes. No para pobres.

Y aún así, no son pocos los jóvenes que tienen que trabajar a tiempo parcial para pagar su matrícula.

La citada agencia se refiere al joven Cindy Zhang, que estudiaba  asuntos internacionales, tenía que trabajar en dos empleos a tiempo parcial para sobrevivir. Sus padres ayudan un poco, pero tenía préstamos de 10 000 dólares por año.

Otro caso, Shanil Jiwani contrajo una deuda por 60 000 dólares en préstamos y la cifra se duplicó para cuando se graduó, cuando ascendía a 120 000 dólares.

En el caso de Silvia Zenteno, que ya culminó su carrera, ha tenido que trabajar 30 horas a la semana  y aun así al terminar tenía una deuda de 40 000 dólares en préstamos.

La filosofía del estudio universitario en los centros privados va convirtiendo el asunto en un verdadero círculo vicioso. Pagas mucho dinero para obtener un título de una buena universidad, para conseguir un buen empleo y pagar los préstamos de ir a una buena escuela.

Este círculo vicioso de inflación no da señales de estarse deteniendo, argumenta el despacho noticioso.

 

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