Antigua Casa Morales

5 de julio de 2017

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Yamira Rodríguez Marcano

 

 

En la intersección de las antiguas calles O’Reilly y Habana, señalado con el 316 de la primera, se levantó este edificio de cuatro plantas y de hormigón armado, para establecimiento en los bajos, talleres de imprenta y fotograbados en la planta principal, y oficinas por departamentos en los otros dos niveles. Fue construido entre 1918 y 1919 bajo la dirección facultativa del arquitecto Luís Echevarría. Propiedad de René Morales, la edificación tomó el nombre de su dueño, conociéndose así como la Casa Morales.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos que adoptaron el chaflán para la solución de la esquina, en este caso la fachada, que se extiende por ambas calles, optó por la línea curva en este punto, resuelta con poca decoración, en la que destacan grecas, líneas onduladas y otros detalles ornamentales.

A primera vista se distingue la diferencia entre cada uno de sus pisos, pues formalmente el edificio quedó dividido en tres cuerpos: el primer piso; el cuerpo principal, compuesto por los pisos segundo y tercero, y por último, el cuarto, separado del resto por una cornisa, la que se construyó de cemento fundido. Las ménsulas, adornos en el friso y antepechos se realizaron de cementos de color imitando terracota, así como los adornos en color en los machones del ático. Las jambas, molduras, cornisillas, y demás adornos sencillos del exterior fueron tarrajeados.

La fachada fue repellada con mortero de cemento, arena fina y masilla de cal en la proporción conveniente, a ello se le añadió pintura imitación de terracota. Se ejecutó su despiezo imitando la cantería con marcador en forma de V. El zócalo de los machones así como el rodapié de las vitrinas se hicieron de mármol rosado. Este espacio de planta baja se dejó como verdadero salón de exposiciones para la venta. El cierre con cristales de estos locales fue muy usual en las construcciones de su tipo construidas a la sazón.

Para los pisos se empleó el terrazo y la losa hidráulica, muy de moda en esos años, donde se aprovechó la gran producción de las fábricas cubanas y la extensa variedad de dibujos que estas produjeron.

Las escaleras de la Casa Morales se hicieron con el sistema de bóvedas de ladrillos catalanes y se vistieron de mármol blanco.

 

 

Como buen ejemplo de su época los techos fueron cubiertos por cielos rasos de yesos con molduras y florones en salidas de luces.

Sobre el patio del hueco central se colocó un lucernario de hierro galvanizado, en tanto los herrajes se hicieron en bronce. Y una novedad que no dejó de incorporar fue la del elevador, en este caso para 6 personas.

En la década de 1920 hacía uso de su espacio el Almacén de muebles El Siglo, de los señores Muguerza y Cía., dedicados al comercio de menajes y artículos de arte para el hogar. Así, juegos de cuarto, sala, comedor, recibidor, estatuas, jarrones, lámparas, muebles tapizados en general y pequeños adornos de todo tipo constituían el surtido de esta casa que se preciaba de ser por entonces “exquisita, popular y acreditada”.

 

 

Aunque la mayor parte del edificio es usada como vivienda en la actualidad, y por tanto la sobreexplotación familiar y la falta de mantenimiento han ensombrecido su atractivo, la antigua Casa Morales conserva la prestancia y el curioso diseño con que fue concebida. Es ejemplo, además, de la transformación que experimentó La Habana en la década en que se erigió: los años de las llamadas “vacas gordas”, donde el éxito de la economía cubana, marcado por los altos precios del azúcar en el mundo, impulsó el desarrollo de otros sectores como la construcción.