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Los dos terrorismos

4 de julio de 2017

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Paradójicamente, los ataques terroristas que cometen las bandas criminales y vandálicas que representan a la llamada “oposición” venezolana han servido para confirmar el carácter hipócrita y cínico y el evidente doble rasero de algunos que se convierten en críticos del terrorismo cuando les conviene, y callan cuando favorece sus intereses.

En una sospechosa utilización de los métodos terroristas, que indudablemente levanta dudas y serias interrogantes acerca quien o quienes se esconden tras esos atentados o amenazas, de quien o quienes han sido en realidad los organizadores y financieros de esos grupos aparentemente incontrolables.

Se pretende darnos la visión de que hay un terrorismo “malo” y un terrorismo “bueno”, en función de la actuación de las bandas criminales y en medio de qué situación política se produzca tal accionar, qué apoye o qué rechace, según sea el caso.

Hay un ejemplo de mucha actualidad: mientras la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y en particular el gobierno de Estados Unidos guardan silencio ante los ataques terroristas perpetrados contra la población civil inocente y las propiedades privadas y públicas en Venezuela, ya los medios de comunicación a su servicio inventan sobre un supuesto ataque químico del Ejército Árabe Sirio, como pretexto para nuevos bombardeos de la “coalición internacional” encabezada por Estados Unidos contra territorio de Siria, no contra los terroristas.

La mayor parte de los pueblos y gobiernos del mundo han reaccionado airadamente con razón y han condenado los diversos atentados terroristas escenificados en diversas capitales europeas, causando víctimas inocentes con semejante flagelo. También lo hicieron cuando han tenido lugar en Estados Unidos, como fue el caso de las Torres gemelas de Nueva York, cuyos orígenes permanecen en las tinieblas.

La perversa creación de un terrorismo “malo” y otro “bueno” tiene como propósito rehuir la condena sincera, clara y activa contra ese flagelo criminal, envolviéndolo en una situación confusa y contradictoria que permita, además, justificar el terrorismo de Estado que practican algunos de esos regímenes, como en el caso de Israel.

La humanidad entera presencia, entre atónita y asombrada, este cuadro de la historia contemporánea, que tiene sus orígenes en el más oscuro pasado colonial y el presente neocolonial, donde la hipocresía fue elevada al rango de política de Estado y así permanece.

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