El contenido del primer número de la revista “La Edad De Oro”
30 de junio de 2017
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Además de una nota a manera de introducción en la que calificó los niños como la esperanza del mundo y especificó los objetivos de La Edad de Oro, José Martí incluyó en el número inicial de esa revista, que se editó en Nueva York en julio de 1889, cinco trabajos, un poema, una fábula en verso y la sección “La última página”.
El primero de los trabajos publicados en La Edad de Oro fue el que guarda relación con tres grandes figuras de Nuestra América, los luchadores independentistas Bolívar, Miguel Hidalgo y José de San Martín.
Dicho trabajo Martí lo comenzó haciendo alusión, en forma metafórica, a un viajero, que en este caso era él, que llegó a Caracas y lo primero que hizo, sin sacudirse el polvo del camino, fue dirigirse hacia donde se hallaba la estatua de Simón Bolívar para rendirle homenaje.
Y comentó al respecto: “El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él porque la América fuese del hombre americano.”
Seguidamente expuso consideraciones sobre la labor realizada por Bolívar, San Martín e Hidalgo en la lucha por la independencia de varios países de América Latina.
De Bolívar afirmó que era pequeño de cuerpo y que los ojos le relampagueaban, y las palabras se le salían de los labios.
Y agregó: “Parecía como si estuviera esperando siempre la hora de montar a caballo.”
Del cura Hidalgo patentizó que desde niño fue de la raza buena, de los que quieren saber y añadió que el fabricó lanzas y granadas de mano y dijo discursos que dan calor y echan chispas.
Expuso además: “Él declaró libres a los negros. Él les devolvió sus tierras a los indios. Él publicó un periódico que llamó El Despertador Americano. Ganó y perdió batallas.
De San Martín especificó Martí que fue el libertador del Sur, el padre de la República Argentina, el padre de Chile.
Y precisó: “Hablaba poco: parecía de acero: miraba como un águila: nadie lo desobedecía: su caballo iba y venía pr el campo de pelea, como el rayo por el aire.” Seguidamente Martí publicó en este primer número de La Edad de Oro un pequeño poema, de ocho versos o líneas, que tituló “Dos Milagros” en el que señaló:
Iba un niño travieso
Cazando mariposas;
Las cazaba el bribón, les daba un beso,
Y después las soltaba entre las rosas.
Por tierra, en un estero,
Estaba un sicomoro;
Le da un rayo de sol, y del madero
Muerto, sale volando un ave de oro
A continuación incluyó el cuento Meñique del escritor francés De Laboulaye. En ese cuento de magia se relata la historia del pequeño Meñique y se evidencia que el saber vale más que la fuerza.
En el último párrafo de la versión hecha por Martí sobre ese cuento, estructurado en siete partes, precisamente detalló al resumir las cualidades de Meñique: “Pero no hay que decir que Meñique era bueno. Bueno tenía que ser un hombre de ingenio tan grande; porque el que es estúpido no es bueno, y el que es bueno no es estúpido. Tener talento es tener buen corazón; el que tiene buen corazón, ése es el que tiene talento. Todos los pícaros son tontos. Los buenos son los que ganan a la larga. Y el que saque de este cuento otra lección mejor, vaya a contarlo en Roma.”
Tras ese cuento Martí insertó en ese número inicial de la publicación que concibió y escribió dirigida a los infantes la fábula en verso del filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson titulada “Cada uno a su oficio” en la que expuso:
La montaña y la ardilla
Tuvieron su querella:
-“¡Váyase usted allá presumidilla!”
Dijo con furia aquella;
A la que respondió la astuta ardilla:
-“Si que es muy grande usted, muy grande y bella;
Más de todas las cosas y estaciones
Hay que poner en junto las porciones,
Para formar, señora vocinglera
Un año y una esfera.
Yo no sé que me ponga nadie tilde
Por ocupar un puesto tan humilde.
Si no soy yo tamaña
Como usted, mi señora la montaña,
Usted no es tan pequeña
Como yo, ni a gimnástica me enseña.
Yo negar no imagino
Que es para las ardillas buen camino
Su magnífica falda;
Difieren los talentos a las veces:
Ni yo llevo los bosques a la espalda,
Ni usted puede, señora, cascar nueces.”
También en la edición inicial de la revista La Edad de Oro Martí ofreció a sus jóvenes lectores una valoración acerca de esa gran obra de la literatura universal, La Iliada y expuso algunas consideraciones en torno a su creador.
Por ejemplo en la parte inicial de dicho trabajo, manifestó: “Hace dos mil quinientos años era ya famoso en Grecia el poema de La Iliada. Unos dicen que lo compuso Homero, el poeta ciego de la barba de rizos, que andaba de pueblo en pueblo cantando sus versos al compás de la lira, como hacían los aedas de entonces. Otros dicen que no hubo Homero, sino que el poema lo fueron componiendo diferentes cantores.”
Martí incluyó igualmente un trabajo titulado Un juego nuevo y otros viejos, otro cuento con dibujos titulado Bebé y el Señor Don Pomposo y la sección que denominó La Última página en la que hizo valoraciones acerca de los trabajos presentados y brindó consejos muy útiles a los niños.
Precisamente acerca de lo que esperaba significase esa sección Martí señaló: “Estas últimas páginas serán como el cuarto de confianza de La Edad de Oro, donde conversaremos como si estuviésemos en familia.
“Aquí publicaremos las cartas de nuestras amiguitas, aquí responderemos a las preguntas de los niños, aquí tendremos la Bolsa de Sellos, donde el que tenga sellos que mandar, o los quiera comprar, o quiera hacer colección, o preguntar sobre sellos algo que le interese, no tiene más que escribir para lograr lo que desea.”
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