ribbon

Como el yin y el yang

27 de junio de 2017

|

 

el-ying-y-yang

 

Hay dos tipos de personalidades que les resulta imposible pasar inadvertidos en los grupos donde convivan: el optimista y el pesimista. O lo que igual, quien solo se fija en la mitad del vaso lleno, y su contrapartida, el que siempre señala la mitad vacía del vaso.

El pesimista ensombrece con su amargura y escepticismo. El optimista expande alegría y confianza. Pero, de una u otra forma, estos polos influyen en su propia calidad de vida.

Es envidiable la energía positiva de quien acopia optimismo, contagiosa sin dudas, van transmitiendo ánimo en derredor con su renovadora actitud de esforzarse en que todo sea posible.

Como quien anda sonriendo por el mundo, los optimistas disfrutan de los éxitos de los demás al igual que si fueran propios, y olvidan fácilmente los errores pasados aprovechando sus enseñanzas. Son personalidades realmente superiores, caracterizadas por su altruismo y entereza ante los momentos difíciles de la vida.

Pero, ¡nadie imagine que son seres soñadores sin los “pies sobre la tierra”! Simplemente, seleccionan el aspecto positivo de los acontecimientos proyectándolo en su comportamiento cotidiano, ahuyentando los pensamientos negativos y sin estar pendientes de los fracasos, a menos que sea para prevenir sus riesgos o prepararse para disminuirlos.

El pesimista, es “la otra cara de la medalla”: retraído, receloso, encuentra siempre el lado desfavorable en cuanto le rodea; es tan remiso a la sonrisa, que a pocos atrae su compañía. Y si de salud se trata, la amargura va minando su cuerpo que transita por variedad de enfermedades, tanto psíquicas como físicas. Mas para ellos no hay médico que acierte con sus dolencias, ni medicina que sirva.

Al decir de los poetas, “la verdadera belleza se lleva en el alma”. Reflexión oportuna para recordar ante el espejo, porque la beldad del ser humano, no radica solamente en el rostro o en la figura, que más tarda o temprano, el tiempo acaba.

Galería de Imágenes

Comentarios



Diane / 30 de agosto de 2017

Qué lindo! Gracias, Heidy.