Un día mundial del mal ambiente
7 de junio de 2017
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Como todos recuerdan, las Naciones Unidas proclamaron a la fecha del 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, que debería celebrarse en todo el planeta; una forma de promover, destacar y acelerar todas las medidas y políticas posibles en favor del medio ambiente y favorables a la salvación de la humanidad amenazada por el cambio climático que cada día se expresa con más fuerza destructora, motivado por la asfixiante contaminación ambiental y la emisión de los llamados “gases de efecto invernadero” que van a la atmósfera y perforan la capa de ozono.
Este año, sin embargo, el denominado Día Mundial del Medio Ambiente estuvo caracterizado por el Mal Ambiente. Lejos de celebrarlo como corresponde, los países del mundo lo hicieron envueltos en la profunda preocupación generada por la decisión del presidente de estados Unidos, Donald Trump, de retirar al país imperial y máximo contaminante universal del Acuerdo Marco sobre Cambio Climático que fue acordado en la Cumbre de París –tras arduas y prolongadas negociaciones– y suscrito por 195 países, entre ellos por Barack Obama a nombre de Estados Unidos.
No es de sorprender esta decisión, al margen de los calificativos y censuras que ya ha recibido, incluso por los más cercanos aliados, socios y servidores del Imperio yanqui, pues durante la campaña electoral el entonces candidato Trump reiteró en varias ocasiones que esta sería su decisión si fuera electo. Como en otros casos, no le creyeron y ahora se enfrentan aparentemente asustados y sorprendidos, ante el dislate.
Trump alega razones económicas y perjuicios que causarían a la economía estadounidense los gastos implicados en este compromiso, que rebasa los 100 mil millones de dólares para los países industrializados –los mayores contaminantes– entre 2020 y 2025.
Cuando el mandatario dice esforzarse para que los inversionistas y empresarios estadounidenses regresen con sus negocios al país, rebajándoles los impuestos y recortando programas sociales, no dejaría de ser contradictorio –según Trump– financiar con altas erogaciones el referido acuerdo climático.
Afirmó que Estados Unidos planea “comenzar a negociar” un nuevo acuerdo, que propondrá bajo condiciones más favorables a la economía del país imperial y de este modo abre también un período de dudas e incertidumbre s acerca del Acuerdo de París y su probable futuro.
Muchos observadores consideran posible que otros importantes países contaminantes y contribuyentes principales del Acuerdo hagan valer su sentencia o negativa a asumir por su parte el tremendo vacío económico que significa la retirada de Estados Unidos; este golpe pudiera significar la parálisis del Acuerdo, sin una clara perspectiva.
Por otra parte, no ignoremos las consecuencias políticas de la retirada estadounidense. La administración Trump abandona de este modo, una vez más a sus propios aliados y emprende así la retirada de otro compromiso internacional añadiendo mayor desconfianza entre sus socios, muy preocupados ya por la volubilidad estadounidense, al verse como nunca antes a merced de la política interna de este país.
El mal ambiente empañó, este año al menos, las esperadas celebraciones del Día Mundial del Medio Ambiente.
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