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Todos apostaron a ganar y… perdieron

3 de marzo de 2017

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La foto de la agencia EFE de este viernes 3 de marzo, recoge el momento en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, subido sobre la cubierta del portaaviones Gerald R. Ford, en Newport News, Virginia, hablaba a los marines norteamericanos, asegurándoles que en el caso de ir a una  guerra, lo hará para ganar.

Todavía no conozco a nadie que planee ir a una contienda para perderla y, más o menos así se han expresado todos los que han pasado por la Casa Blanca. Que yo recuerde, ese fue el discurso de quienes decidieron invadir y ocupar Irak, Afganistán, hacer ingobernable a Libia, destruir a Siria y otros escenarios donde estuvo y está involucrado el Pentágono.

Recuerdo algo más o menos similar, cuando el ex presidente George W. Bush, también subido en un portaaviones, reconocía que era mentira que Irak tenía armas prohibidas, argumento que utilizó en la invasión al país árabe, con bombardeos despiadados y mentiras también despiadadas. En Irak murieron casi un millón de personas por la decisión de Bush. ¿O es que ya se olvidó ese capítulo reciente de los Estados Unidos?

Esta primera semana de marzo de 2017, Trump que durante su campaña criticó las guerras y hasta dio a entender que no era partidario de emprenderlas y que regresaría a casa los soldados enviados a conflictos por administraciones anteriores, dio un giro en su discurso, algo que era de esperar por cuanto en Estados Unidos es el Complejo Militar Industrial el que verdaderamente decide.

“Le vamos a dar a nuestras Fuerzas Armadas las herramientas que necesitan para prevenir la guerra y, en caso necesario, luchar en guerras con un solo fin. ¿Saben cuál es? Ganar, ganar”, aseguró Trump, citado por EFE.

El gobernante, prosigue la agencia de prensa española, se sirvió del escenario inmejorable del más moderno portaaviones de la flota estadounidense, que será botado este año, para presentar –sin dar detalles– su plan para lo que ha dado en llamar “el gran resurgir” militar estadounidense.

Vale la pena recordar que los mensajes del multimillonario llegado a presidente de los Estados Unidos, ya fueron utilizados por quienes apostaron por abultados gastos militares para generar crecimiento económico a través del dinero de los contribuyentes convertido en armas sofisticadas que luego se venden a países en guerra o a las propias fuerzas del Pentágono.

Cuando surgen las crisis, rápidamente se acude al Complejo Militar, el que fabrica y vende armas y proporciona recursos tanto para el bolsillo de las grandes empresas productoras como de los más ricos exponentes de la nación del Norte.

Es Trump el que ahora se sube a un portaaviones atómico, una fortaleza flotante que ha costado unos 13 000 millones de dólares y pronto se sumará a la gran flotilla que amenazantemente surca mares del mundo para exponer su poderío. Allí, con la brisa marina como telón de fondo, el Presidente exhibió parte de su plan de gobierno, esta vez en el plano militar.

Este mismo lunes la Casa Blanca pidió al Congreso un inesperado aumento del 10% del presupuesto militar. Vale decir, sumar otros

54 000 millones de dólares a la ya súper abultada cuenta militarista.

No obstante, el Presidente debe tener presente que aunque sus antecesores se propusieron ganar con sus guerras e invasiones, todos, absolutamente todos, perdieron. Y lo que es peor, todas esas guerras han dejado una humanidad más insegura; más pobres, más inmigrantes, más inestabilidad gubernamental y política y el crecimiento, como yerba mala, de grupos terroristas que hoy mantienen en jaque a diversas regiones, fundamentalmente del Oriente Medio.

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