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Lawrence Tibbett

16 de marzo de 2017

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tibbettportrait

 

Cuando Lawrence Tibbett arribó a Cuba se le presentó como “el más grande cantante que ha producido Estados Unidos en sus aspectos operático y cinematográfico”. Llegó a finales de diciembre de 1931, procedente de Cayo Hueso, por vía marítima y un pequeño grupo de admiradores lo esperaban en el muelle.

Camino del hotel hizo sus primeras declaraciones al periodista Armando Maribona:

 – Será en Cuba la primera vez que cante fuera de Estados Unidos. Una vez estuve en México, por poco tiempo, y no canté. También he estado en China y Japón. (Pero aclaró que lo hizo durante la Primera Guerra Mundial, cuando prestó servicios en el Océano Pacífico)

-¿Qué prefiere usted, ser cantante o actor?, inquirió el periodista.

-Prefiero aquellas labores en que ambas cosas están unidas, porque para mí la expresión es lo principal. A veces cantando en conciertos tengo que dominarme para no gesticular de acuerdo con el tema.

Después agregó:

-Estoy aprendiendo la pronunciación del español; ya sé la de las vocales y consonantes… No me he atrevido a poner nada en español en mis conciertos porque honradamente no estoy preparado. Pronto será.

Tibbett dio dos conciertos en el teatro Auditórium, sede artística de la Sociedad Pro Arte Musical que lo contrató. La prensa apuntó que asistió mucho público, y el periodista Juan Bonich escribió lo siguiente en la edición del 21 de diciembre de 1931 del diario El Mundo:

“Su voz, de color perfectamente definido, abarca una extensión insospechada ya que en los graves alcanza notas reservadas para la tesitura del bajo y en el registro alto sus agudos, amplios y fáciles, seguramente constituirían un preciado don para cualquier tenor (…) Pasa de un registro a otro imperceptiblemente, modula con maestría, posee un fiato extraordinario y maneja la media voz de manera insuperable”. El crítico también elogió su presencia viril y ausencia de “poses impropias”.

Sin duda, Lawrence Tibbett cumplió con las expectativas: cantó y convenció. Ello, pese a la desafortunada presencia suya en el filme El Cubano, muy criticado y de triste recuerdo entre los cinéfilos cubanos. Las películas con abundantes canciones proliferaron… y Tibbett era nada menos que el primero de los barítonos de Norteamérica.

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