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Fuera la OEA, fuera los lacayos…

27 de febrero de 2017

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¿Qué se ha imaginado el señor Luis Almagro, actual secretario general de la desprestigiada OEA?

¿Qué comején ha corroído las mentes de los grupúsculos que en Cuba todavía apuestan por convertirnos en una estrella más de la bandera de Estados Unidos?

Con esas dos preguntas comienzo este artículo y no creo que nuestro pueblo necesite mucha argumentación para apoyar a la dirección del país cuando determina no aceptar ningún chantaje, ninguna provocación y mantenernos firmes ante tales patrañas.

Cuba, desde el mismo momento en que la conjura imperial decidió excluirla de la OEA en el año 1962, siempre alzó su frente y descalificó la acción por su claro corte injerencista.

Salvo México, los gobiernos de entonces se plegaron a Washington. Pensaron que la Isla, sin el aval norteamericano, no podría subsistir. Y aquí estamos.

La trayectoria de la OEA en estas más de cinco décadas no ha rebasado las intenciones de entonces. Ejemplos sobran y personajes involucrados en bochornosos chanchullos, también los hay.

Así llegamos a nuestros días y el lacayo de turno es el uruguayo Luis Almagro, de oscura trayectoria que algunos califican como asalariado de la CIA.

No olvidar su participación en hechos infames contra la Revolución Bolivariana de Venezuela y sus vínculos con personajes como el español José María Aznar, usados ambos con mucha frecuencia como enviados de las administraciones norteamericanas en su arremetida contra gobiernos de izquierda o populares, que tratan de mantener la soberanía y la dignidad por encima de las presiones y las sanciones económicas más despiadadas.

Respecto a Cuba, la última maniobra de Almagro, apoyada por grupúsculos de la contrarrevolución local o lo que es igual mercenarios que cobran por su intención de lograr protagonismo mediático desde dentro, pretendía hacer un show de una supuesta entrega de premio por haberse aliado a esos componentes anexionistas disfrazados de aparentes defensores de los derechos humanos y las libertades.

Pero en Cuba se les conoce bien a los unos y a los otros. O es que ellos olvidan que llevamos más de 55 años resistiendo, triunfando y construyendo nuestro modelo social –ejemplo para el mundo– a pesar del bloqueo genocida, de las invasiones y de todo tipo de amenazas venidas del vecino del norte.

A Almagro y sus cómplices se les hizo saber que nada tenían que venir a buscar o a recibir en una nación soberana que ha reiterado que nunca más regresará a lo que muy tempranamente Cuba calificó de ministerio de colonias.

Además, debe el señor Almagro leer los informes de instituciones internacionales especializadas o de medios de prensa no contaminados por el imperio, sobre el ascenso extraordinario de los que vienen o quieren venir a la Isla a conocerla, a disfrutarla y a respetarla.

Son millones los que vienen cada año y otros muchos los que hacen planes por venir. NO hace falta para nada la presencia de Almagro, de la OEA o de quienes piensan todavía que con “un empujoncito más” Cuba se cae.

Señor Almagro, no solo hay Cuba para rato, HAY CUBA PARA SIEMPRE.

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