Celestino
27 de febrero de 2017
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No se podía buscar una persona tan exacta en tareas de celestinaje como el hoy ilegal y golpista presidente de Brasil, Michel Temer, quien, con una sonrisa en los labios, informó hace unas horas sobre el pase de una empresa estadualdel agua a manos privadas, y anunció que las restantes “gozarán” de igual suerte.
Así, contribuye a la estrecha unión, todo un maridaje, de los planes que para Brasil tienen la oligarquía financiera y Wall Street, colusión a la cual había contribuido, al convencerlos de que todo estaba previsto para asumir la presidencia, luego de la deposición de Dilma Rousseff, bajo falsas acusaciones levantadas por seres variopintos y corruptos, agazapados en las cámaras legislativas.
Ya este correveididle había admitido ante sus amos que el golpe de Estado fue para forzar un cambio en la política económica. Veamos:
En Brasil, su equipo político empezó a reunirse con el Movimiento Brasil Libre (MBL), tropas de choque de la Sociedad Mont Pelerin, financiadas por Londres, que fueron decisivas para organizar la “revolución de color” de la clase media que se usó para derrocar a Rousseff.
Folha da Sao Paolo informó que el MBL aceptó la solicitud de Temer para que movilizara en las calles el apoyo al programa de austeridad fascista de los banqueros.
Temer trató de asegurarle a Wall Street que su ascenso al poder le había acarreado una “extraordinaria estabilidad política” a Brasil. Días después, el magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Brasil, Teori Zavascki, quien está supervisando el asunto de corrupción “Lava-Jato” contra las instituciones económicas y políticas de Brasil, aprobó la solicitud de su equipo de investigar los cargos en contra del mismo Temer, acusado de estar involucrado en esquemas de sobornos en el 2012, evidencia de lo cual se recopiló mediante confesiones arrancadas a cambio de reducción de la sentencia.
Necesaria retrospectiva
Desde la reelección de Dilma Rousseff, en octubre de 2014, el país se vio inmerso en una crisis abierta. Fundamentada, aparentemente, en lo económico a su inicio, rápidamente se configuró como una crisis política, lo que resultó en la apertura del proceso de impeachment o juicio político de la presidenta electa, luego ilegalmente depuesta.
Las más recientes “filtraciones” de las conversaciones grabadas entre importantes miembros del partido político PMDB (Partido do Movimento Democrático Brasileiro), publicadas en el diario Folha de São Paulo y que envuelven, entre otros, al ex-presidente José Sarney y al actual presidente del Senado, Renan Calheiros, es solo uno de los innumerables indicios de que las clases dominantes no consiguieron concretar un acuerdo que contemple sus intereses en el plano de la representación política.
Si, por un lado, está claro cuál es el proyecto de sociedad que desean implantar, lo que exige completar las reformas neoliberales iniciadas en la década de 1990, por otro, no disponen de un partido y de liderazgos capaces de dirigir ese proceso sin crear mayores instabilidades.
Asimismo, el hecho de que una parte significativa de los diputados y de los senadores estén envueltos en procesos en la justicia no es de gran ayuda. Esto fomenta una desconfianza cada vez mayor entre los sectores de la clase media que habían sido favorables al juicio político, en el sentido de que este que este fue –en parte– alimentado por el compromiso asumido por las grandes figuras de la política con el objetivo de darle un fin a la ya mencionada “Operação Lava-Jato”, para que no involucrase a los partidos de la oposición, y se restringiese al centroizquerdista Partido dos Trabalhadores (PT).
Como los creadores de la crisis han tenido éxito, y Temer ha sido una figura destacada en ello, se ha retomado la agenda de reformas de corte neoliberal, con una mayor privatización y “extranjerización” de la economía, y una creciente intolerancia y represión a los movimientos sociales y de los trabajadores.
La congelación por 20 años del aumento del presupuesto de los programas sociales, la suspensión de algunos y el estudio para ver que se hace con los que otorgan generosos beneficiosa la población pobre, es todo un indicio de que tipo de gente “gobierna” en Brasil, donde están a la orden del día el celestinaje, la utilización de correveidiles, hermanados con la traición.
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