Leonardo Gell: “Mi filosofía de vida es trabajar a la par de los compositores vivos”
16 de enero de 2017
| |Fotos: Luis Mario Gell
“Para mí ha sido un honor regresar a la Basílica después de cinco años cuando realicé mi último concierto aquí, de la mano del maestro Guido López-Gavilán por la coproducción del sello La Ceiba de la Oficina del Historiador y Colibrí, Caribe Nostrum, que obtuvo el gran premio Cubadisco 2016”, dijo en exclusiva para Habana Radio el joven pianista Leonardo Gell, a propósito de su recital realizado este sábado 14 de enero.
“Hoy regresé y realmente – continuó – ha sido una combinación muy especial de emociones, de poderme reencontrar con el escenario; con estas paredes que tienen mucho que contar; con este piano y con el público de La Habana.
”El programa del concierto incluyó obras del fonograma «Piano Ritual», mi más reciente producción discográfica que recoge las «Tres Quijotadas de un Hidalgo», inspirada en el Quijote, de Miguel de Cervantes; «Preludio y Habaneras para mano Izquierda». También las tres «Sonatas dantescas», inspiradas en la «Divina Comedia», una para cada una de las cánticas de esa obra literaria de Dante Alighieri: El Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, todas del compositor costarricense Marvin Camacho.
”Asimismo, ejecuté obras no recogidas en el disco porque me parecía apropiado incluirlas en este concierto monográfico, con una obra de Marvin Camacho a cuatro manos, «Ritual No. 1: Chamánticos», en la que me acompañó una persona muy especial también en mi vida, el joven pianista Ahmed Alom, discípulo mío en La Habana y que en los últimos años ha ganado importantísimos premios en Nueva York, México, Costa Rica y Cuba, y más recientemente el Primer Premio en el Concurso de Interpretación UNEAC. Fue una linda manera de agasajarlo e invitarlo a subir conmigo al escenario de la Basílica”, aseguró Gell.
“También ofrecimos otra pieza que no está en el disco, «Siete Haikus», cuya denominación proviene de esta composición literaria japonesa que Marvin recrea desde la música con pequeños juegos. Son piezas que no tienen una gran demanda desde el punto de vista pianístico, pero utilizan muchos elementos de las técnicas extendidas que la hacen muy agradable como la declamación, el canto, la poesía”.
“«Piano Ritual» – nos confesó el artista – es un proyecto que nace desde hace varios años de esa unión profesional entre el compositor costarricense Marvin Camacho y yo, que data de 2008. Durante varios años estuvimos colaborando en varios estrenos de sus obras e, incluso, algunos conciertos para piano y orquesta que tuve el honor de estrenar en el 2012; uno de ellos dedicado a mí, el «Concierto Iniciático», y desde el 2014 comenzamos a hablar de la idea de hacer un disco de música para piano porque este es el instrumento por excelencia de Marvin. Antes de dedicarse a la composición concluyó los estudios de piano en la Universidad de Costa Rica (UCR), y es esa extensión de su pensamiento musical a la hora de buscar y concretar sus ideas. Fue así como durante el 2014 y el 2015 estuvimos grabando y culminó la última jornada del fonograma en julio del 2016”.
¿Todo este trabajo allá?
Sí, el disco se grabó en la sala María Clara Cullell de la UCR y la última obra, “Fantasía Nro. 1 para piano y orquesta”, en el Centro Nacional de la Música de Costa Rica con la Orquesta Sinfónica de Heredia, dirigida por el maestro Eddie Mora.
Es muy interesante hablar de “Piano Ritual” porque no es solamente la unión entre compositor e intérprete, sino de ese equipo de trabajo que sabemos que va más allá de la música y la interpretación. Estamos hablando, por ejemplo, de la Dra. Susan Campos, Premio de Musicología Casa de las Américas 2012, quien realizó las notas discográficas del álbum; el ingeniero de sonido Carlos Chávez, nominado a los Grammy Latinos en el 2014 como productor musical; Luis Moralegui, artista plástico y diseñador de arte del fonograma (la portada tiene un elemento muy especial: un retrato que le hizo el gran artista costarricense Adrián Arguedas a Marvin Camacho en el año 2013; tiene un símbolo muy especial, un antifaz que termina como especie de un espiral proveniente de la simbología indígena de Costa Rica, cuyo significado es música).
Me llama la atención que a tu corta edad ya cuentas con una producción discográfica amplia. Parece que has aprovechado al máximo tu carrera.
Creo que como intérprete trabajar y grabar música contemporánea es de vital importancia. Hay un elemento muy atractivo que es hacerlo con los propios compositores y grabar obras en su mayoría en premier discográfica; o sea, es el primer registro realizado de esa obra y eso me parece muy significativo.
Mi primera producción discográfica fue “Mozart en la Habana” en el 2008, un tesoro de vital trascendencia para nuestra industria musical.
El primer disco monográfico enteramente mío como intérprete fue “Capricho cubano”, un disco doble con la obra del maestro Alfredo Diez-Nieto, en el que participaron eminentes músicos invitados, y también con el Trío Concertante grabamos la “Integral para violín, clarinete y piano”, del maestro Juan Piñera. “Piano Ritual” es el segundo CD monográfico en solitario.
Estoy trabajando hace unos años en la Universidad de Costa Rica como Coordinador de la Cátedra de Piano donde, además, curso mis estudios de maestría que debo terminar en febrero de este año y, precisamente, el tema de estudios durante un lustro ha sido la obra de Marvin Camacho; es decir, el disco es el resultado de todo esa labor.
El recital de graduación será en la primera semana de febrero de este año en la sala María Clara Cullell de la UCR y es bastante parecido al que acabo de hacer aquí en la Basílica esta noche, unida a otras dos obras: “Nocturno y Aquelarre” y “De Ronda y Tambito”.
¿A qué responde poder exhibir estos resultados en tu carrera artística?
Responde a una necesidad constante de hacer. El maestro Juan Piñera hace unos años decía: “cuando uno se enfrenta a un proyecto hay que creer en lo que se hace en todo momento”.
En el caso específico de la discografía, un compositor podrá estar a través de su música en el trascurso de los siglos; en tanto un intérprete la única manera que tiene de dejar para la posteridad su legado es a través de los registros fonográficos tanto en audio como en video. Entonces, desde que comencé en el 2008 con el CD “Mozart en La Habana” hasta la actualidad he estado constantemente grabando música.
¿Proyectos para este año 2017?
Tengo uno con el compositor cubano radicado en Los Ángeles, Estados Unidos, Yalil Guerra. Se trata de un CD con música de Aurelio de la Vega, de Juan Piñera y del propio Yalil que me interesa mucho. Igualmente la mayoría de las obras son en premier discográfica.
Trabajar con los propios compositores en el esplendor de su carrera es lo más importante. Siempre recuerdo una frase de uno de los grandes creadores cubanos, Harold Gramatges, que decía: “debemos ser músicos de nuestro tiempo”. Cumplir con esta sentencia es estar a tono con la creación en el momento que estamos viviendo. Nosotros mismos debemos ser capaces de enfrentarnos a esa música, de darla a conocer. No podemos esperar como pasó con Johann Sebastian Bach, que tardó 100 años para que su obra fuera conocida y él no pudo disfrutar de eso. Mi filosofía de vida está en trabajar a la par de los compositores vivos.
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