Feliz día para todos los farmacéuticos cubanos
22 de noviembre de 2016
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Como cada 22 de noviembre, en que por unánime acuerdo se decidió a partir del año 2000 escogerla efemérides del natalicio del patriota cubano Antonio Guiteras Holmes, coincidentemente también egresado de la facultad de Farmacia de la Universidad de La Habana, para celebrar el “Día del Farmacéutico”, todos los trabajadores de esta rama esperamos con regocijo este importante reconocimiento gremial.
En lo personal, estaría mintiendo si dijera que de pequeña siempre soñé con ser farmacéutica. Muy por el contrario, la decisión fue la resultante de circunstancias particulares del momento en que me tocó elegir carrera. Tiempo aquel en que se encontraba en plena efervescencia el recién inaugurado Polo Científico de La Habana, que unido a mimarcada inclinación hacia la química y la biología, terminaron haciendo firme la elección de las Ciencias Farmacéuticas como destino profesional a seguir en los años venideros.
Al avanzar el tiempo, comprobé con agrado que mi decisión había sido acertada y de la mano de la química biorgánica, la farmacología, la tecnología farmacéutica y tantas otras materias que se estudian en la carrera, se fue completando mi entendimiento de la Farmacia y sus artes, haciendo que pasaran veloces los años de estudio.
Sin embargo, ya de graduada comencé a ser testigo de una realidad que contrastaba grandemente con las expectativas acumuladas en las aulas universitarias. Si bien para muchos de mis colegas, inclinados hacia la investigación y la fabricación de fármacos, se abría una magnífica oportunidad de poder incursionar en estas líneas de trabajo, formando parte de equipos de multidisciplinarios en los centros líderes de la nueva industria biotecnológica nacional, para otros que como yo habían alimentado la ilusión de convertirse en una versión actual del tradicional“boticario”, todo el tiempo de cara al paciente, dispensando no solo medicamentos sino también consejos de salud a todos los que llegaran al mostrador de la farmacia en busca de ellos, el escenario resultó ser muy diferente.
Desafortunadamente, no tardé mucho en comprobar el acentuado contraste con el remoto protagonismo y reputación del boticario de antaño. Principal actor de tiempos en que la farmacia era, sino el único, sí el más socorrido proveedor de salud al alcance de la mayoría de las personas. Sitio al que acudían todos, incluso antes de hacerse ver por un galeno, en busca de remedios y de consejos para atender la salud propia o la de los miembros de la familia.
Me encontré en cambió con un súbito desconocimiento de nuestro rol y percibí, no sin un poco de frustración, el cuestionamiento de muchas personas acerca de la necesidad de nuestra presencia. Esa misma, que décadas antes, nadie hubiera siquiera imaginado se pudiera prescindir.
Es por esto que con mucho beneplácito espero cada año esta fecha del calendario. Según lo veo, la trascendencia de esta efemérideno está solo en celebrar, sino en la magnífica oportunidad que nos ofrece para dar a conocer a todas las personas sobre nuestro trabajo. Ese que hacemos día a día, tomando como ejemplo a nuestros ilustres antecesores, proponiéndonos la meta de rescatar un legado que bajo ningún motivo debe ser abandonado.
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