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Los lobos y los perros

18 de noviembre de 2016

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Tema 87.Lobo copia

 

La comunidad científica concuerda en que el ancestro más inmediato de los perros, nuestras mascotas, es el lobo gris. ¿Quiere esto decir que los perros descienden de los lobos? Pero, si es así, ¿cómo los lobos se convirtieron en perros?

Existen muchas inquietudes relacionadas con el proceso evolutivo de cómo fue exactamente esa transformación. Estudios recientes sugieren algunas respuestas que podrían explicar aproximadamente este intrincado cambio.

Según un artículo publicado por la revista Science, la causa estaría en que los canes se domesticaron a sí mismos como un modo de adaptarse y asegurar la supervivencia de su especie. ¿Cómo sucedió en realidad? Se dice que los lobos se acercaron a los asentamientos humanos en busca de los desechos de comida que allí se originaban. Aquellos que lograron establecer un mayor contacto y lo hicieron de forma dócil y pacífica obtuvieron mejores resultados y pudieron, lentamente, conseguir comida para toda su manada de forma segura y fácil. Los especialistas llaman a este acercamiento inicial “primera etapa de domesticación”.

De esta forma se contradice la hipótesis hasta ahora aceptada de que fue voluntad de los hombres adoptar a sus crías para educarlas según las normas de la vida doméstica. De manera que los perros no habrían sido domesticados por los seres humanos, sino que se domesticaron a sí mismos como un mecanismo de supervivencia para aprovechar los restos de comida de los seres humanos.

El fuerte vínculo que los humanos tienen con los perros es una relación milenariaentre el hombre prehistórico y el lobo salvaje, que se basa en el compañerismo y la ayuda mutua.

En la “segunda etapa de domesticación”, los seres humanos desempeñaron un papel mucho más activo, porque, además de encontrar en ellos una grata compañía, nuestros ancestros humanos se dieron cuenta de que los perros también podían serles útiles para diversos fines. También advirtieron que los canes poseían un sentido del olfato y del oído muy desarrollados, e intentaron utilizarlos para fines provechosos como la caza, el pastoreo o la guardia. Entonces, la domesticación se profundizó y, con el paso del tiempo, aquellos perros que cumplían con determinadas labores y que respondían mejor en determinadas zonas geográficas, fueron agrupados, y lentamente conformaron las distintas razas de perros que hoy conocemos.

A estas conclusiones pudo arribarse tras un estudio comparativo de restos fósiles de diferentes perros y lobos, realizado por  científicos de la Universidad de Columbus. El estudio puso de manifiesto que ambos grupos tenían las vértebras dorsales notablemente aplanadas, esto condujo a pensar que esta deformación se debió a que fueron utilizados para cargar un gran peso sobre sus espaldas. También notaron la falta de algunos molares, lo que sugirió que, probablemente, fueron obligados a llevar una especie de brida para transportar carros, una tecnología que pudo resultar crucial para la supervivencia humana.

La interacción con el ser humano, no solo afectó el comportamiento del lobo, ya que dejó de cazar animales para alimentarse o de responder agresivamente al contacto humano, sino también su físico. Por lo tanto, la alimentación fue imprescindible para que se produjeran modificaciones sustanciales: los dientes disminuyeron notablemente de tamaño, ya no hacía falta cazar grandes presas para alimentarse, el ser humano le proveía de todo lo que necesitaba. El tamaño del cráneo, en consecuencia, también disminuyó. Su cerebro, órgano que requiere una alta dosis de calorías y proteínas para desarrollarse, se redujo al menos un 10%.

Los avances científicos parecen indicar que ambas especies encontraron en la otra beneficios significativos para su conservación, y esta relación mutua fue lo que produjo la doma del lobo, proceso fundamental para que hoy exista nuestra querida y fiel mascota.

En los bosques, praderas y montañas actuales vive el lobo gris, que difiere bastante del perro actual, por ejemplo: las orejas de los lobos son rígidas y erguidas, mientras que las del perrono se mantienen levantadas y caen sobre su cráneo. Se considera que ese cambio es consecuencia de la atrofia de los músculos mandibulares.

 

Perro de la raza Tamaskan. Crédito ©Kirsten DieksCreative Commons

Perro de la raza Tamaskan

 

Algunos perros como los Tamaskan conservan muchos rasgos de su antepasado, el lobo gris. Pero a pesar de las diferencias que existen entre ellos, albergan similitudes sustanciales.

Un estudio publicado en la revista especializada Fronteras en Psicología, afirma que los lobos ya poseían antes de su domesticación tres habilidades sociales que resultaron muy convenientes para su relación con los seres humanos: tolerancia, atención y cooperativismo. Esta investigación se realizó con 11 lobos grises norteamericanos y 14 perros jóvenes, y se basó, fundamentalmente, en esconder alimentos para que luego los animales los encontraran. Los lobos pudieron identificar, al igual que los perros, dónde estaban los alimentos después de observar las señales que se les dieron con movimientos de cabeza o miradas. Además, todos ellos respondieron satisfactoriamente a las pautas de convivencia que se les enseñaron. También pudieron detectar los sitios falsos, aquellos escondites donde no había alimentos, pues previamente prestaron especial atención a las acciones de las personas que se encargaban de ocultar los “premios”.

Los científicos afirman que probablemente ya había algo en los lobos que los volvía aptos para la convivencia armoniosa con los seres humanos, que luego, con el paso del tiempo, les permitió desarrollar ese potencial y convertirse en esos excepcionales y preciosos animales que hoy alegran a infinidad de hogares.

Otro estudio publicado por Public Library of Science Genetics, confirma que los lobos y los perros evolucionaron por separado a partir de un linaje lobuno ya desaparecido hace aproximadamente 15.000 años. Además señalan los autores de este estudio que la  diferencia entre razas de perro y de lobos estriba en el número de genes de amilasa que ayudan a digerir el almidón, de manera que se especula que este gen fue clave en la domesticación permitiendo que los perros primitivos se adaptaran a la dieta de una sociedad agrícola. Los científicos analizaron los datos genéticos de otras doce razas de perro y encontraron que, si bien la mayoría de las razas de perro tienen números elevados de genes de amilasa, los que no están relacionados con sociedades agrícolas, como el Husky siberiano y el Dingo, no los tienen.

En fin, tú que tienes un perro mascota, ¿ves en él algún rasgo de lobito?

Recordemos que…“la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Solo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

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