Vivir sin miedos
11 de noviembre de 2016
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La sensibilidad humana está expuesta a múltiples riesgos, pero la magnitud de sus consecuencias depende del control emocional aprendido en edades tempranas y mantenido en el transcurso de la vida.
Si no eres capaz de dominar tus reacciones, puedes llegar a un desenlace fatal, ante cualquier situación difícil que enfrente. No es exageración. Muchos casos se conocen de personas que al recibir una mala noticia, hacen un paro respiratorio o un accidente cerebro o cardiovascular. Y en su más ligera expresión –ante la proximidad de una prueba escolar o un viaje de negocios–, presentan problemas estomacales, sudoraciones, desmayos, en fin, amplísima gama de manifestaciones.
La ciencia médica denominó estás reacciones involuntarias como trastornos psicosomáticos, que definen la relación cuerpo-psiquis.
Algunos investigadores consideran, que quienes enfrentan estos trastornos, poseen una personalidad inmadura, incapaz de reaccionar positivamente ante un conflicto, ya bien sea física o psíquicamente
Los síntomas son variados: palpitaciones, acidez, aumento o disminución del apetito. Sus órganos reflejan lo que no pueden expresar o sentir. Incluso, la literatura médica, reconoce que las reacciones se arrastran desde edades tempranas de la vida, por modelos de crianzas inadecuados, severidad, rigor, violencia, etc.
Vale aclarar que un trastorno psicosomático reflejado en un órgano específico, llega a dañar su funcionamiento normal, requiriéndose una atención especializada en esa dirección.
Esto induce a razonar que no se resuelve el trastorno orgánico, sino eliminan el conflicto que lo desencadenó, por lo que la atención psicológica prima en estos pacientes.
El avance de la psiquis humana es un aliado para estas malas jugadas de la mente. Solo resta, vencer el escepticismo y acudir a un psicólogo.
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