La conservación de la energía (VIII). El derroche invisible
31 de octubre de 2016
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Cada día sabemos más y entendemos menos.
Albert Einstein
La energía se conserva, puede degradarse, pero no se destruye, así que una vez producida, si falta cuando la necesitamos, es porque se fue a otro lugar, casi siempre derrochada.
Sabe usted que los recursos que más se aprecian y se recomienda sean usados racionalmente, se ahorren y no se malgasten son las cosas que más se despilfarran en el mundo. Entre ellos podemos hablar de los alimentos, el agua y la energía. Porque practicamos cada día un derroche del que no queremos ser conscientes.
Sí, no se extrañe, ante casos contradictorios la conducta general se caracteriza por la indiferencia, el mundo entero sabe que quemar petróleo contamina y calienta el planeta, su uso es irracional y la mayor parte se derrocha, sin embargo se sigue utilizando el petróleo y si el precio de este sube se produce una crisis, pero si baja también se desestabiliza el sistema económico, no se hace nada efectivo para eliminar el uso del petróleo y en el subconsciente mundial se piensa que sin petróleo no hay civilización.
La actuación contradictoria con el conocimiento se da en otras actividades, piense si no, ¿por qué se estimula la producción de tabaco y cigarros como renglón importante de la economía si se sabe que es perjudicial para la salud?
Muchas veces se bota el recurso energía u otro sin percibir lo que botamos porque no hay una percepción clara de la cantidad, ni de que se está botando. Estos son formas de derroche invisibles, fantasmas, que no se tienen en cuenta, pero que causan mucho daño.
Como el goteo de una pila, llave o pluma de agua. O el caso general de los salideros: el agua que se pierde en los salideros ha sido bombeada al sistema de acueducto, o sea se bota no solo el agua sino también la energía que se gastó en bombearla.
Cuando se reporta que en La Habana se pierde en salideros 70% del agua bombeada a la red, podemos interpretar que así mismo se ha botado la energía necesaria para bombear esa cantidad de agua. También se reporta que 48% de la energía consumida en la ciudad se usa para bombear agua. O sea con un simple cálculo tenemos que 37,44% de la energía se usa para botar agua. Y yo le pregunto, cuando usted ve un salidero en la calle en el que se pierde el agua ¿piensa usted además en la energía que se empleó para bombearla? Quizás veamos el salidero y no le prestemos atención, tal vez alguien se lamente por el charco formado, el fango y los mosquitos y alguien más piense en el derroche de agua que tanta falta hace en otra parte, pero en la energía no piensa casi nadie, esta se pierde de forma invisible enmascarada en la gota o el chorro de agua.
El goteo ininterrumpido se ve a veces como la pérdida de una simple gota y no el flujo constante que hace perder el recurso todo el tiempo, el goteo de una llave o grifo de cualquier líquido es una pérdida que no se detiene y que resulta más perjudicial mientras más tiempo permanezca y mientras más costosa sea la sustancia que se bota.
Un análisis el tiempo ayuda a entender el gasto continuo, en un minuto hay 60 segundos y en una hora hay 3 600 segundos, en 10 horas hay 36 000segundos, un salidero de un mililitro por segundo es despreciable, pero en 10 horas son 36 litros, en un día son 86,4 litros, pero al mirarlo un momento solo es un mililitro por segundo y seguimos creyendo que es despreciable.
Los salideros que abundan en la ciudad son mucho más grandes que el pequeño, pero derrochador del ejemplo.
Otra forma de ahorrar o desperdiciar agua es en la adquisición de hábitos de consumo que muchas veces se convierten en errores de diseño de los dispositivos hidráulicos sanitarios.
Actualmente en las instalaciones sanitarias de los edificios públicos o donde hay mucho tráfico de personas como oficinas, universidades, hoteles, hospitales, estaciones terminales de transporte se utilizan válvulas de presión que permiten la descarga con un pequeño volumen de agua y una gran eficiencia.
Pero en los tanques tradicionales de los edificios viejos y en cada casa se puede ahorrar si se colocan en su interior una o dos botellas o pomos de un litro o litro y medio llenos de agua en su interior, con esto se reduce el volumen interno del tanque y por tanto la cantidad de agua que se utiliza en cada descarga sin que esta pierda su efectividad.
Existen también dispositivos ahorradores de agua que ayudan a impulsar, mezclar con aire y deformar los chorros tanto en las pilas como en las duchas para que con menos agua se produzca el mismo efecto limpiador.
En general en los hábitos diarios de consumo del agua, cuando no hay una conciencia de ahorro o de la cantidad que se consume, se acostumbra a realizar muchas actividades con la pila abierta, dejando fluir el agua que no se usa. Como en nuestras ciudades se acostumbra a tener agua de la red solo en días alternos usamos el agua acumulada en cisternas y tanques, y añoramos el momento en que la ciudad disponga del servicio las 24 horas del día. Cuando esto ocurra ¿estaremos preparados para no derrocharla?
Lo que se gasta en las actividades de la casa, con la pila abierta todo el tiempo y sin hábitos de ahorro, se lo muestro en una tabla de lo que consumen los argentinos, no muy diferente de los gastos nuestros, si tuviéramos el agua disponible todo el tiempo, ellos consideran un consumo promedio por día por persona de 70 galones o sea 265 litros, en la tercera columna se muestra lo que se gastaría usando dispositivos ahorradores, aunque con la misma forma de gasto.
El índice de consumo de los dispositivos ahorradores varía de manera significativa de un producto a otro, la tabla trabaja con un promedio.
Gasto de agua habitual en viviendas de Buenos Aires con y sin dispositivos ahorradores de agua
Quizás el gasto parezca exagerado y tener la pila abierta para lavarse los dientes o afeitarse es un derroche que pensamos no se le ocurriría a nadie, pero sepa que hay mucha gente que lo hace así, cuando sería muy fácil para lavarse los dientes tener agua en un vaso y abrir la pila solo para llenar el vaso y enjuagar el cepillo.
Por otra parte uno de los enmascaradores de la magnitud de lo perdido es la percepción que tenemos del tiempo. Antes puse el ejemplo del goteo, pero el tiempo que se pierde en las actividades que necesitan consumir energía abarca más renglones de nuestra vida diaria.
Esto se refleja en muchas actividades que para supuestamente ahorrar tiempo, producen desperdicio de recursos y gasto excesivo de energía.
En el caso del transporte mover un carro vacío es desperdiciar un servicio, llevar un carro recargado es sobrecargar, vencer los muelles y propiciar una rotura. Otro aspecto es el cambio de función del transporte, como cuando en el paradero de ómnibus se utiliza un vehículo transporte colectivo solo para llevar la nómina del paradero al centro de pago, o un tractor para pasear, o una ambulancia para una mudada, casos de los que he sido testigo en más de una ocasión.
Otro aspecto de derroche invisible está presente cuando se usan dispositivos que se han diseñado para un fin en otra tarea, como cuando se usa aire comprimido industrial para limpiar piezas, o se tiene un refrigerador o una cocina dentro de un local con aire acondicionado.
Mudarse cundo se está bien establecido, como en el caso de laboratorios, centros de información, almacenes, si no es para modernizar y ampliar las instalaciones, sino solo para reajustar los espacios, o por criterios más burocráticos que técnicos trae el mismo efecto sobre el trabajo y los trabajadores que cuando ocurre un incendio, se pierde tiempo de servicio, el reacomodo de los activos, libros e instrumentos, incluidas las instalaciones
A veces el derroche se hace visible pero miramos a otro lado, un caso que nos muestra cada día como se pierde petróleo, energía y la posibilidad de obtener productos útiles, es esa llama permanente que vemos en la refinería de petróleo en la Bahía de la Habana, conocida como el mechón de Velot, donde el petróleo, desde hace más de 50 años en una fase incompleta del proceso industrial se quema, contamina la atmósfera y permanentemente emite calor mientras forma parte del paisaje de La Habana.
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