EE.UU.: elecciones presidenciales y política exterior
17 de octubre de 2016
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Aunque los temas de política exterior no son los que generalmente prevalecen en las campañas electorales por la presidencia de los Estados Unidos, tampoco pueden llegar al extremo de evitarse totalmente teniendo en cuenta el papel imperial y las ínfulas de dominación planetaria por parte de las clases hegemónicas que detentan el poder real en ese país, desde su fundación.
Es así que en medio de la sucia y grotesca porfía entre Hilary Clinton y Donald Trump que en estos momentos se lleva a cabo, han salido a relucir algunos detalles referidos a la política exterior estadounidense, tanto a la que actualmente se pone en práctica como a la que eventualmente pudiera desarrollarse en el futuro.
Al margen de algunos matices de procedimiento y aparentes divergencias motivadas al calor de una campaña que, como hemos visto, se ha caracterizado por los golpes bajos y los insultos, la naturaleza inalterable del imperialismo de Estados Unidos –la razón de ser de ese régimen al servicio del capital financiero hoy en su fase neoliberal– permite adelantar sin muchas dudas que con cualquiera de los dos posibles ganadores habrá mucho más de continuidad que de ruptura beneficiosa para la humanidad.
Debilitar a Rusia y a China seguirán siendo las direcciones fundamentales de la nueva Administración: aislar a Moscú del entorno europeo y a la vez aislar a China de sus vecinos asiáticos, bajo el maquiavélico principio de “divide y vencerás”.
La pérdida relativa de influencia y los límites que la creciente multipolaridad del mundo van imponiéndole al imperialismo yanqui –de manera a veces imperceptible pero claramente inexorable– estimulan su agresividad y esa paradoja deberá ser enfrentada por cualquiera de los dos elegidos.
Tal probabilidad preocupa desde ahora a pueblos, gobiernos y organizaciones internacionales que basados en trágicas experiencias de regímenes anteriores asentados en la Casa Blanca, no pueden dejar de meditar sobre el tema y tratar de avizorar hacia un mañana lleno de interrogantes y de peligros para la paz mundial ya tan vapuleada.
La unidad en la diversidad, sobre firmes principios de soberanía y autodeterminación, seguirá siendo el elemento imprescindible de cara a cualquier escenario que pueda surgir como consecuencia de la rebatiña por la Oficina Oval.
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