Triunfo del miedo en Colombia
4 de octubre de 2016
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Pese a encuestas que resultaron engañosas al dar el triunfo del Sí enel plebiscito por la paz de este domingo 2 de octubre en Colombia, el miedo y la cultura perniciosa que conlleva lograron imponer el NO con muy poco margen de votación favorable, pero ventaja al fin, con el peligro de echar por tierra un convenio elaborado durante cuatro años de conversaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, llevadas a cabo en La Habana.
Tal como ha ocurrido de diversas formas en los últimos tiempos en Venezuela, Brasil, Argentina y Paraguay, entre otras naciones, los medios al servicio de la reacción impusieron sus puntos de vistas a una mayoritaria población alejada del campo de la guerra y la hizo insensible a los sufrimientos de miles de víctimas y llevó al paroxismo el miedo a las fuerzas guerrilleras que estaban dispuestas a deponer las armas e integrarse en la sociedad.
Aunque la inmensa mayoría de las fuerzas políticas dieron el visto bueno al plebiscito y al Sí, pudo más el grupo comandado por el ex presidente Álvaro Uribe, respaldado en todo momento, antes y después, por latifundistas que, además del control de inmensas tierras, tienen un fuerte contacto con el narcotráfico.
Para estos elementos no fue difícil imponer su opinión en los departamentos que controlan a una masa inerme a la que hicieron ver que con la paz podían perder el empleo y ganancias derivadas del cultivo, producción y exportación de drogas.
Ignorancia que ha hecho pagar caro a un pueblo que ha sufrido 52 años de guerra y en la que la propaganda proimperialista ha hecho estragos, como el de achacar a las guerrillas crímenes cometidos por el paramilitarismo.
Precisamente, ese paramilitarismo y otros ejércitos al servicio de los explotadores podrían envalentonarse con el resultado del plebiscito para seguir actuando con impunidad.
No obstante, gobierno y guerrillas reanudan desde este lunes en La Habana conversaciones para tratar el difícil dilema, antecedidas con la disposición de ambas partes de no reanudar los combates y prolongar indefinidamente la tregua hasta llegar a una solución en la que triunfe definitivamente la paz.
Para ello habrá que superar, ahora o más adelante, a mi entender, el escollo que representan quienes han sacado provecho del conflicto y que desde hace años abrieron las puertas a Estados Unidos para que impusiera un plan que militarizó extensas zonas, dio luz verde a tropas norteamericanas y representa un grave peligro para todo el como sur, desde Venezuela hasta la Patagonia.
Ya acotaba el colega Cubasí que el Plan Colombia es todo un engendro del Imperio que ha tenido ramificaciones en el resto de la región, no solo en territorio colombiano, con inversiones que pudieran haber resuelto muchos de los problemas que afronta la población, principalmente los abandonados indígenas, mestizos y afrodescendientes.
No es cosa de juego haber empleado ya tres millones de millones de dólares (tres billones) en un plan que ha tenido pleno apoyo de la actual administración norteamericana.
Lo peor es que todo esta violación de la soberanía nacional y la libertad del pueblo son ocultadas por una mayoritaria prensa tarifada, que ahora ha servido para imponer a un No que rechaza la paz y coadyuvado al triunfo del miedo con un amarillismoque anula el raciocinio y echa por la borda cualquier antecedente que le estorbe.
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