Roberto Fabelo: “El conocimiento es infinito, es insondable”
18 de julio de 2016
TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA DE MAGDA RESIK A ROBERTO FABELO, EN EL ESPACIO “ENCUENTRO CON”, EN EL MARCO DE LA FERIA ARTE EN LA RAMPA
MAGDA RESIK. Bueno, muy buenas tardes, y bienvenidos a este espacio Encuentro Con que, como ustedes saben, transcurre por temporadas, como suelo decir, buenas temporadas donde participan importantes intelectuales, artistas, hombres del pensamiento cubano. Es un encuentro auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz y la Feria Arte en la Rampa en esta ocasión, y el Fondo de Bienes Culturales por supuesto. Y es un espacio donde habitualmente podemos intercambiar –por eso se llama Encuentro Con– con estos hombres y mujeres que tanto nos fascinan por su creación, tanto artística como literaria, y que a veces los sentimos un tanto lejanos pero, cuando llegan a este espacio, como que aterrizan en nuestro entorno, y especialmente el público joven puede intercambiar con ellos. A ustedes les toca su parte, saben que después de más o menos media hora ustedes empiezan a hacer sus preguntas. Así que vayan concibiéndolas en ese ejercicio periodístico que les proponemos.
Hoy vamos a conversar con alguien que, a pesar de sus tantos premios, distinciones, de los tantos espacios en el escenario geográfico mundial que tienen su obra y la exhiben con orgullo, de su capacidad creativa inmensa, porque saben que es un hombre que creo que no ha dejado de hacer nada en el universo de las artes plásticas. A pesar de todo eso, de ser un ser popular en Cuba dentro de los artistas de la plástica, es un hombre que le teme mucho a este mundo de las cámaras, las entrevistas; no es un hombre para lo mediático. Él en sí mismo, en su esencia creadora, prefiere convivir con esas criaturas y ese mundo de ensueños que ha sabido crear para privilegio de nosotros.
Es un honor realmente tenerlo aquí en vivo, tenerlo con nosotros, poder compartir con él algunos momentos de su vida y de su creación, a Roberto Fabelo (APLAUSOS).
ROBERTO FABELO. Gracias.
MAGDA RESIK. Bueno, estos diálogos suelen empezar en una suerte de viaje al pasado, que a veces cuesta un poco de trabajo, pero otras veces es muy grato recordar.
Camagüey fue ese mundo donde el universo creativo de Fabelo yo creo que se engendró, y especialmente un sitio de Camagüey que tiene una simbología que a lo mejor ahora se anima a explicarlo, ese sitio específico donde nació Fabelo qué representa para él. Y en la infancia, a medida que vamos recorriendo las entrevistas, los apuntes biográficos, siempre se dice que Fabelo casi nació con un apéndice en la mano, que era un lápiz para dibujar; porque no por gusto han dicho grandes críticos de las artes plásticas y han dicho grandes hombres de la cultura, como el propio Gabriel García Márquez, que Fabelo es uno de los mejores dibujantes que ha crecido en este mundo, en todos los tiempos.
Entonces eso de tener un lápiz como extensión de la mano, o algún otro adminículo o artilugio para idear, figurar, ¿es algo que nació con Fabelo?
ROBERTO FABELO. Bueno, primero, lo de haber crecido es una cosa que es relativa, ¿no? (RISAS)
Primero, siempre digo que mientras más dibujo y más pinto y más pasa el tiempo, menos quiero hablar, o menos hablo; pero, en realidad, a veces me tienen que avisar: oye, ya, no hables más. Y es natural que, a las preguntas y a los reclamos a veces de saber acerca de la vida de uno y del trabajo, uno tenga que pormenorizar.
Primero, les agradezco a todos que estén aquí, a muchos amigos y grandes artistas que también me acompañan aquí; a la Asociación –iba a decir Brigada, porque es que yo tuve también en mi tiempo; bueno, este también es mi tiempo, ¿eh?
MAGDA RESIK. Claro, sí.
ROBERTO FABELO. Quiero decir, en otra época, en el siglo pasado, yo fui presidente de lo que era entonces la Brigada Hermanos Saíz. Pero ya cumple 30 años la Asociación, de modo que ya esta Asociación, que integró a la Brigada y a la Nueva Trova, que se integraron en esta Asociación mucho más grande y más abarcadora, ya también va siendo veterana: 30 años, ¿no? Felicidades.
Pero, bueno, yo tuve que ver mucho con la Brigada. Lo único que pasa es que en aquel entonces ya venía de haberme graduado en la ENA, tenía un montón de responsabilidades, tenía un montón de proyectos y un montón de cosas; tenía esta responsabilidad con la Brigada Hermanos Saíz, tenía novia, tenía familia. Y un día, yo miro así y entonces digo: ¿cómo es posible haber hecho tantas cosas? Tenía otra energía. Y cuando era niño, antes, mucho antes, probablemente en el siglo antepasado, entonces tenía la energía de un niño.
Yo nací en Guáimaro, que es un lugar que me enorgullece haber nacido allí, aunque solo estuve más de 12 años o algo así, 10 o 12 años; después volví en una ocasión, pero, bueno, nací allí; nací en las afueras, en una finca allá por el monte; pero ese lugar tiene una trascendencia histórica. Y allí, en el campo cubano, con toda su fauna, con toda su flora, con todo su encanto, yo tuve un contacto directo con materiales propios de la naturaleza del lugar, y esos materiales con los que yo creo que juegan muchos niños, también yo, eran la cera de los panales de miel, la abeja y los pedazos de ramas, el barro, el fango. Entonces con eso yo trataba de imitar los animalillos que había en el entorno mío, o sea de imitar la naturaleza. Era solo por travesura, porque yo con la cera hacía unas lagartijas lo mejor posible, y unos alacranes, y era para ponérselos a mi abuela y asustarla. Yo se lo ponía en la almohada, en la mesa donde ella iba a comer.
Entonces era una travesura, pero eso fue un contacto con un deseo de imitar, de reproducir la naturaleza; un primer contacto con la forma. Obviamente, ahí puede estar la génesis de mi interés posterior por ya un enfoque más complejo, que era el arte. Identifiqué ya un poco mi vocación, y estaban las Escuelas de Arte ya, y cuando vine a La Habana ya me decidí a estudiar, y me sometí a pruebas y ese tipo de cosas. De modo que ahí está la génesis probablemente, en esa mezcla misteriosa en la que uno trae algo consigo que uno no sabe y de pronto algo te lo indica, y ahí está.
Por lo tanto, es muy importante para mí recordar ese momento. Y, desde luego, una explicación de que quizás por ahí empieza, por ahí le entró el agua al coco, ¿no?, como se dice. Entonces eso fue ahí en Guáimaro. Nunca lo podré olvidar, desde luego, porque es el lugar donde nací y donde tuve esos primeros contactos.
MAGDA RESIK. Sí, a veces uno, cuando después ve la inmensidad de la obra, y ve esos personajes como salidos de una fabulación inmensa, trata de asociarlo con esa infancia y con ese ambiente campestre y con esas criaturas del campo, ¿no?, es algo como que se exacerbó después y fue creciendo con los años.
ROBERTO FABELO. Eso es todo un sedimento porque, en realidad, uno entra en un proceso donde todas esas emociones, todas esas sensaciones, después se orientan en los escenarios ya de la formación profesional, académica, en el mundo de la cultura; pero todo eso es un sedimento que va acumulándose. Y desde luego, la experiencia mía posterior me llevó por ese camino ya del estudio, y es muy importante darse cuenta de que si esa base emocional, de sensaciones, es clave, también es clave una formación para conducir entonces toda esa energía y todas esas ganas. Porque yo soy alguien que desde niño tuvo unas ganas.
De modo que ese mundo académico después, posteriormente, fue el que me permitió fortalecerme desde el punto de vista intelectual, desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista artístico. Y ya en La Habana, entré en la Escuela Nacional de Arte, con excelentes profesores. Una década, la década del ‘60, una década muy revolucionaria en muchos sentidos, una década llena de energía, llena también de contradicciones, pero que originó que muchos artistas, que muchos jóvenes estudiantes se iniciaran y fueran avanzando en el tiempo y fueran desarrollando su labor hasta hoy día. Pero, bueno, ya llegué a esa etapa en que estudié, y simultáneamente hacía todas esas cosas que les digo, lo mismo en lo que hemos estado envueltos todos, respondiendo a miles de reclamos y a miles de acontecimientos y de eventos propios de nuestra sociedad y de nuestra historia. Y yo no me perdía nada, la verdad; yo me metía en cuanta cosa había; era mi manera. Bueno, lo hacía por naturaleza propia del momento, por el escenario, por el contexto histórico y porque tenía toda esa energía. Y por lo tanto, todo eso yo pienso que contribuyó a crear en mí una orientación clara de qué es lo que quería.
MAGDA RESIK. Estaba hablando del escenario de las Escuelas de Arte y después del Instituto Superior de Arte. Pero el problema es que usted pasó por allí por las Escuelas de Arte y el Instituto Superior de Arte, pero como que se quedó allí; porque de algún modo Fabelo ha sentido un compromiso –no sé si es un compromiso, no sé si es necesidad propia de Fabelo para su vida, para sentirse en plenitud–, ha sentido un compromiso con transmitir a personas más jóvenes, que se están formando, eso que ha aprendido a lo largo de la vida. Y a veces se dice que un creador, teniendo tantas dotes, qué hace perdiendo el tiempo en otras funciones, en otros menesteres.
Yo sé que para usted no es perder el tiempo la pedagogía, no es perder el tiempo enseñar, pero quisiera la explicación de por qué hacerlo; por qué un artista de la talla de usted, que tiene tanta competencia profesional y tanto talento para crear el día entero, siente la necesidad de hacer eso.
ROBERTO FABELO. No, yo trabajé en los tres niveles de enseñanza artística en Cuba.
Cuando me gradué en la Escuela Nacional de Arte, fui a Matanzas a hacer el servicio social: nivel elemental. Después terminé y vine a La Habana a ser profesor en San Alejandro, simultáneamente estudiaba en el Curso de Trabajadores del ISA y era profesor de San Alejandro, y después que me gradué en el ISA pues me quedé en el ISA a trabajar. Y debo decir que realmente yo la enseñanza artística y la relación con el mundo del conocimiento o el mundo académico la tuve como estudiante y como profesor, pero he reconocido en algún momento que yo no disponía ya de la suficiente energía, del suficiente tiempo para entregarme a la docencia de la manera que yo pienso que debía entregarme. Pero había otras maneras y había otros caminos, y por eso, después que me desvinculé de la enseñanza directa, del trabajo directo con los estudiantes en las escuelas, pues me he dedicado a hacer otro tipo de actividades de conexión con el mundo de los estudiantes, con el mundo de las Escuelas de Arte, trabajando como tribunal.
MAGDA RESIK. ¿Pero por qué? ¿Por qué, Fabelo?
ROBERTO FABELO. No, no, porque es que es inevitable, es inevitable. Por más que te das cuenta de que el tiempo pasa y cada vez tienes menos tiempo, es inevitable una conexión con el mundo del conocimiento, del aprendizaje; ahí siempre hay una retroalimentación. Y la realidad es que hay una clave para mí, que es la curiosidad, que yo siempre trato de transmitirles a los demás, y es que el conocimiento es infinito, es insondable. Entonces, por lo tanto, para evolucionar, para ir hacia otros estadios, siempre aspirando a que sean estadios superiores, hace falta conocimiento, nuevo conocimiento. La curiosidad es lo que te puede llevar al nuevo conocimiento; pero la curiosidad misma requiere de una energía; energía en todo sentido, una energía mental, hasta física. ¿Por qué? Porque la búsqueda de conocimientos te lleva no solamente a buscar en los medios, en los libros; te tienes que desplazar a lugares, tienes que visitar lugares, y tienes que frecuentar los escenarios donde se genera la creatividad y la creación.
Entonces la curiosidad es una clave para incorporar nuevo conocimiento, y es una manera –pienso yo– de mantener una estabilidad y una vitalidad creativas, entendiendo que para mí, en lo personal, no hay otra, es por ahí el camino; hay que buscar y hay que encontrar a través de la curiosidad.
El mundo de la enseñanza es un mundo para conocer. Y además, los jóvenes siempre traen una energía, y son capaces también de dinamitarte el piso, ¿no?, cuando tú te descuidas un poco. Y eso pues te obliga a estar atento y alerta, y a estar además interaccionando.
MAGDA RESIK. Es un reto.
Vamos a entrar en el mundo de las artes plásticas. Ahora que han pasado los años, el dibujo debe tener una explicación para Fabelo. Diríamos, después de haber pasado todo el mundo académico, todas las experiencias personales, la niñez como un reservorio y demás, el dibujo. Dicen que es uno de los mejores dibujantes, pero de ese mejor dibujante quisiéramos conocer qué cosa es dibujar, qué es para Fabelo dibujar.
ROBERTO FABELO. Imagínate, yo vengo dibujando –ya lo olvidé– desde siempre. Alguien dijo que el dibujo era la línea que comía de la mano. Yo digo que el dibujo es algo incorporado a mí como una necesidad, como un vicio, y en algún momento dije que yo desde niño soy un vicioso. Entonces esa palabra tiene varios sentidos, pero uno puede ser un adicto desde niño.
Yo, como otros niños, dibujé mucho, y seguí después dibujando; cuando algunos se detuvieron, yo seguí dibujando. Y obviamente, lo primero que debo decir es que el dibujo para mí es una necesidad. Cuando no me veas dibujando, es porque estoy muerto; dicho así. De modo que es vida, y es un instrumento –ya viéndolo desde otro enfoque– de examen y de abordaje de la realidad, de análisis de la realidad también, y un instrumento para atrapar alguna que otra idea que llega, porque no siempre se tienen ideas interesantes, nuevas, buenas; es raro, una idea es algo extraño, raro, difícil. Y para alcanzarla, pues yo siempre ando con el dibujo como si fuera un cazador, ¿no? Y como dibujo a toda hora y en todas partes, cumplo con mis otros deberes. Sí, porque tengo una familia, que aquí me acompaña, que en realidad lo que hace es inspirarme mucho y también criticarme cuando ve que mi trabajo no va como tiene que ser. Pero quiero decir que, con el dibujo, pues yo trato a veces de atrapar alguna que otra idea que llega; pero me permite un ejercicio cotidiano, y donde hay superficie, yo no perdono cualquier superficie, cualquier pedacito de papel, cualquier cubierta de un informe, en las reuniones.
Yo tengo cientos de dibujos realizados en órdenes del día de congresos, de reuniones; tengo un relato paralelo de la realidad, podría decirlo así. ¿Por qué?, porque en las reuniones es donde yo dibujo. El noventa por ciento de las reuniones, por no decir el noventa y cinco, realmente casi son inservibles –discúlpenme–, pero hay un cinco por ciento esencial, y ese yo lo atrapo con el consciente, y el subconsciente se dedica a drenar ahí todo eso. Entonces yo he logrado acumular una suerte de banco de imágenes. Entonces, imagínense, les tengo mucho cariño, porque uno sobrevive a todo ese tipo de cosas, incluidas las reuniones, uno sobrevive dibujando.
MAGDA RESIK. En la creación.
ROBERTO FABELO. Es como un antídoto para no aburrirme. Y ahí voy acumulando, de paso, un banco de imágenes, que eventualmente hay alguna que me sirve; yo las examino así, de manera natural, a cada rato, y alguna origina un proyecto. Eso es cuando se trabaja así, fluyendo, en mi caso.
MAGDA RESIK. Sí, por ahí; pero el dibujo, ahora que lo definimos…
Ay, yo les voy a pedir que el que quiera conversar, que salga de la sala. En eso soy muy matraquillosa, porque los invitados que vienen aquí son personas que nos han regalado su tiempo, y hay que tener la suficiente educación de escucharlos. Entonces ese murmullo aquí delante se oye muy mal. Al que quiera hablar, yo le ruego que salga de la sala, y el que no, que escuche a Fabelo que, además, como dice Israel Rojas: si yo fuera Fabelo.
A mí me encanta cómo Fabelo ha podido también inspirar a grandes artistas cubanos de todas las expresiones de la creación. Y él ha sabido mezclar su capacidad creativa con todo ese mundo, con el mundo de la música, con el mundo de la literatura, con tantos universos, el mundo del libro, de la producción de libros. Pero la pregunta a la que iba, Fabelo: ¿el dibujo es la base para llegar a todo lo demás?
Cuando sale una escultura como esa preciosa de la Plaza Vieja, ¿eso nace del dibujo?
ROBERTO FABELO. Puede que todo nazca del dibujo; el dibujo, como te decía, es un instrumento, finalmente resulta un instrumento que te permite desplazarte a otros soportes, a otros lenguajes; te sirve para la preparación. Pero para mí el dibujo no es solamente lo que uno hace con la mano dibujando; para mí el dibujo está en todas las formas y en todos los diseños, en los rostros, en cuanto objeto o cuanta imagen o cuanta figura está en nuestro entorno. Tiene un diseño, tiene un dibujo, diseño dicen los italianos, y es como eso, es una organización y, por lo tanto, cuando yo trabajo algunas de esas esculturas que ves, se han originado por lo general en dibujos que me lo sugirieron, o que yo hice intencionalmente, de manera intencional, para preparar o terminar de identificar qué es lo que me está inquietando, qué es lo que quiero, qué es lo que deseo transmitir. Y no siempre sale lo que uno desea transmitir, hay muchos azares; pero el dibujo para mí es un bendito azar porque yo, a través de él –te repito–, he podido concebir, preconcebir, he podido encontrar y solucionar. Y realmente a veces pienso que es lo mejor que yo puedo hacer, que lo he intentado en muchos otros soportes; pero a veces me he encontrado un objeto que me ha llamado la atención, porque puede tener un efecto sobre mí, y el efecto yo pienso que viene porque es como un dibujo. Un caldero viejo tiene toda una historia, con su superficie llena de carbón, de grasa, todo eso.
MAGDA RESIK. Tiene la pátina del tiempo.
ROBERTO FABELO. Esa pátina es como la memoria que tiene ese objeto, y es como la vida dibujando sobre las cosas, ¿no? Entonces ese sentido del dibujo para mí es más importante –pienso yo– que el oficio mismo del dibujo. O sea, que es muy importante el oficio, dominarlo; pero eso uno con el tiempo lo va dominando, lo va conociendo, es una cosa de oficio –te repito–, pero eso otro es más enigmático y quizás más atractivo para mí. De todos modos, yo no dejo diariamente de dibujar, dibujar y dibujar, en pequeños cuadernos, en… Es una necesidad muy fuerte, pero sí, me conduce muchas veces a encontrar cosas y, por lo tanto, yo he empezado a ver todos los dibujos que yo he acumulado, se me han ido miles, pero tengo miles conmigo en muy diversas superficies, y los miro así y digo: “Caramba, aquí hay algo que ni yo mismo me puedo explicar bien, porque han brotado todas esas figuras y todas esas imágenes, han brotado no de la nada; han brotado como cuando hay un limonero y hay un limón, y le llega lluvia y le llega sol día tras día, y finalmente está maduro, lo arrancas, lo partes, y el zumo es eso, es un zumo bendito porque se hizo con todos esos factores y con todos esos elementos alimentándolo.
Entonces, el dibujo, o mi arte en general, yo lo veo como un proceso parecido, un proceso de cultivo, de lecturas, de experiencias, de vivencias tremendas, y de todos los referentes que hay en el arte que ya se ha hecho. Entonces yo lo que hago es responder a esa necesidad de apretar el limón y que salga el zumo. Y yo pienso que esa es la formación que ha tenido toda mi habilidad, mi don, no sé cómo llamarlo; pero es como un instrumento para mí sagrado, y que va a seguir siéndolo hasta no sé cuándo.
MAGDA RESIK. Sí, hasta que se pueda, ¿no?, pero yo pienso que sí. También, con ese equilibrio que Fabelo tiene con la vida yo creo que va a seguir mucho tiempo.
Fabelo, las personas que a lo mejor no han estudiado en una Escuela de Arte y que no tienen grandes conocimientos de las artes plásticas, pero que las saben apreciar, a veces le llaman a uno la atención sobre cosas. Una amiga mía me llamó la atención sobre esto, y hoy quiero introducir esto: habla del dibujo de Fabelo, que tiene formas y volúmenes, pero que las formas y los volúmenes no son lo que impone el fashion o la moda, o la supuesta belleza de una mujer; es más bien al estilo de Rubens –me pongo yo a pensar, ¿no?–, hay algo de voluminosidad, hay algo a veces hasta de cosa amorfa, de cosa sobredimensionada en las figuras humanas. ¿Eso tiene algún fundamento, alguna explicación, algún sentido de transgresión?
ROBERTO FABELO. No, a ver, yo he dibujado –como te decía–mucho, y he dibujado muchos personajes, siempre personajes, figuras, sobre todo figuras humanas, animales, fusión de ambos, en formas antropomorfas –podría decir, no sé–; pero siempre he dibujado trabajando los volúmenes. Hay algo que me atrae a mí, y probablemente viene de esa época en que yo, o le apretaba la teta a mi madre para mamar, o cogía y hacía formas con el barro. Entonces, a la hora de dibujar, he hecho eso con el tiempo. Y yo no me ponía límites si tenía que hacer una mujer bella –bueno, todas las mujeres son bellas, discúlpenme–, si tenía que hacer una mujer con un determinado canon o no, ahí va. Y, desde luego, algo hay de verdad en lo que tú dices del volumen.
MAGDA RESIK. Cuando es dibujo o es pintura. Fíjate qué apreciación más hermosa de alguien que no tiene nada que ver con el mundo de las artes plásticas.
ROBERTO FABELO. Yo con el dibujo, o con mis maneras de hacer –porque también trabajo otros medios, desde luego–, pues pienso que los volúmenes tienen una sensualidad. Yo veo la vida en volúmenes, en formas vitales. Entonces, pues parece que ya yo me habitué a eso también, porque hay un poco de hábito, que es el peligro; pero yo, para si no alejarme por lo menos para probar otros medios, he trabajado sobre superficies distintas, con objetos que ya no son figuras humanas, pero que también tienen su volumen. Todo tiene una vitalidad, y todo está imantado por la presencia del hombre y por el contacto con el hombre. Entonces, en el caso de esos seres y esas ninfas, de esas figuras femeninas que tanto me atraen, pues alguna razón tiene que haber, ¿no?, yo mismo a veces no me lo puedo explicar. Pero sí, hay algo de verdad en eso del volumen y seres que pueden parecer extraídos de un mundo fantástico.
Yo pienso que está todo aquí, simplemente vienen viajando desde lecturas, desde experiencias, desde conocimientos, desde uno estar expectante e ir acumulando. Entonces, cuando desemboca a veces en el papel, o en el soporte, sea cual sea, desemboca allí aquello que, igual que el limón en el limonero, tanto se acumuló. Y por ahí anda lo relacionado con la figura femenina.
También hago unos faunos y unas cosas que… Ahora mismo estoy terminando un cuadro que se llama Sirena y fauno, que es una especie de autorretrato suyo como sirena y yo de fauno, ¿no? (RISAS) Y como empieza su nombre con ese y el mío con efe, pues sirena y fauno. Entonces a veces uno juega con esas cosas.
MAGDA RESIK. En este mundo de la figuración, Cuba es una figura presente en la obra de Fabelo.
A ver, yo recuerdo, por ejemplo: cuando la Isla es inteligente, tiene como un rostro de mujer y como un entorno de caracolas, de mar y demás. Cuba forma parte de algo que inspira a Fabelo permanentemente; a veces se puede ver y uno lo nota, a veces no, a veces es una sustancia. ¿Es así?
ROBERTO FABELO. Primero, tengo una relación… Esto es algo telúrico, esto es algo con la tierra, con el salitre, con la naturaleza, con el ambiente y con cosas que tienen que ver con mi historia personal, con mi cultura, con el contexto que he vivido; pero sí, Cuba está presente. Es muy difícil escapar o eludir la conexión con el entorno en que uno habita. Y Cuba está presente por muchas razones.
Yo, cuando a veces he empleado, por ejemplo, la imagen de la Isla propiamente, el contorno de la Isla, lo he realizado como una sirena dormida; también con calderos viejos he conformado una Isla. Tengo guardados no sé cuántos corchos, porque quiero hacer una Isla de corcho, una isla grande corcho. Nosotros flotamos, nosotros somos una isla viviente, vital, pero también sobreviviente. Y se me ocurre que podríamos ser una isla de escombros, una isla de flores, una Isla de corcho, una isla de miles de cosas. De hecho, hace tiempo que tengo en mente hacer un conjunto de islas, o sea, la isla de Cuba con distintos materiales, y está hecha en dibujo. Hay una que parece un anzuelo, que la punta de Oriente es como la punta del anzuelo. Y así. Pero está no solo por la forma; está por el sentido, por la sensación de que habito en un lugar que tiene un atractivo muy especial para muchos, para sus habitantes y para mí como artista.
MAGDA RESIK. Muchos atractivos.
ROBERTO FABELO. Sí, sí, sí.
MAGDA RESIK. ¿Como cuáles?
ROBERTO FABELO. Bueno, te estaba mencionando su naturaleza, te estaba mencionando la gente, te estaba mencionando la vitalidad, la capacidad de sobrevivencia, y el lugar que tanto me ha dado. Entonces, en ese escenario yo he hecho mis más importantes exposiciones, por ejemplo; yo he exhibido en muchos lugares de mundo, pero las exposiciones más importantes yo las he hecho aquí. Y eso para mí ha tenido un significado especial.
Lo otro es la capacidad que tiene la gente de esta tierra de reírse y de enfrentar la tonelada de problemas que nosotros hemos enfrentado y no perder esa cualidad, la capacidad de reír y de burlarnos de nosotros mismos y de nuestros problemas, cosa que no es la solución, pero nos hace más llevadero todo.
Entonces eso ha sido posible porque hay esa vitalidad inexplicable a veces. La gente a veces llega a visitar este lugar, este país y esta tierra, y llega y dice: pero esta gente tienen veinte problemas, tienen carencias tremendas, pero los tipos se pasan el día… Entonces eso es enigmático, pero ese es uno de esos atractivos a los que yo me refiero. Y yo, por mucho que he viajado y he frecuentado otros escenarios y otros países y otros lugares, por suerte; he conocido, he tenido referentes –desde luego que me he sentido muy bien también en otros lugares–, pero yo estoy ya ligado de una manera muy fuerte a ese conjunto de atractivos casi indescifrables, pero que me siguen agarrando y me siguen fijando aquí.
MAGDA RESIK. ¿Y puede crear Fabelo en otros sitios, con esa manía de dibujar permanentemente?
ROBERTO FABELO. Sí, sí.
MAGDA RESIK. En cualquier sitio.
ROBERTO FABELO. Sí, porque ya luego, en el tiempo, uno se alimenta de referencias y de fuentes muy diversas. Y esta condición que se porta, en mi caso, de que dibujo en todas partes, que trato de dibujar en todas partes, pues me acompaña, eso es algo que no me abandona en ningún lugar.
MAGDA RESIK. Un amigo suyo de algún modo nos dio la referencia de la relación que hay entre la obra de Fabelo y la literatura, que es Gabriel García Márquez. Entonces, a través de lo que García Márquez ha dicho de usted, hemos podido conocer un poco de esa pasión de usted por las letras. Y me gustaría, empleando la figura de García Márquez –sé que hay otros escritores que lo han elegido para ilustrar sus obras y demás–, empleando la figura de García Márquez, establecer un puente entre el Fabelo del mundo del dibujo, de la pintura, de la escultura, de todas las artes plásticas, y el Fabelo que ama las letras, que ama la literatura, que tal vez en esos mundos, o en los mundos como los ideados por García Márquez, ha encontrado también una fuente viva para su propia creación.
ROBERTO FABELO. Sí, las fuentes están en la realidad, están en los libros, están en todo lo que te decía, el cine, la cultura en general, en las vivencias personales.
Yo he trabajado mucho a partir de la literatura, a partir de libros con los que he tenido contacto, a partir de fuentes literarias. García Márquez pues lógicamente, con el que tuve un vínculo de muchos años, su obra… Que tempranamente yo me ilustré, cuando aquí no había ni posibilidades para publicar, cuando el mundo poligráfico estaba muy deteriorado y no había manera de reproducir algo, yo dibujaba libérrimamente, de manera libérrima, como si fuera a publicarse el libro. Y por ahí tengo guardados muchos de esos dibujos que hice de obras no solo de García Márquez, sino de otros escritores, de Carpentier, de cuya obra tengo una colección de dibujos hechos.
Y García Márquez, pues el mundo macondiano, el mundo llamado de lo real maravilloso, que está entendido en toda su obra, quizás esa conexión que había entre mi origen, también en el campo con ese mundo de imágenes y de motivos, yo los encontré también en la obra de García Márquez.
Tengo que decir también que en el año 1967, cuando se publica la obra por primera vez, yo había acabado de entrar en la ENA, y entonces el libro andaba de mano en mano, y era el momento en que entró en erupción la obra de García Márquez, de manera verdaderamente fortísima, y todos queríamos leerlo. Y yo me quedé prendado de su obra. Y luego ya, en el tiempo, nos conocimos personalmente, y yo le mostré algo de lo que yo hacía a partir de su obra, él me pidió que yo le ilustrara algunos libros y, bueno, hasta cantamos boleros juntos, debo decirlo, porque nos frecuentamos de México aquí. Y su obra toda pues sirvió de motivo, una de las fuentes; su obra, pero la literatura en general, porque me gusta Borges, me gusta Cortázar, me gusta…
MAGDA RESIK. Alejo le gusta mucho.
ROBERTO FABELO. Alejo Carpentier.
Es decir que ahí, en las fuentes literarias también, no solo ilustrando, sino registrando las esencias que están en esas obras, y que son reveladoras y despiertan en uno, a veces te entregan una clave, una llave para acceder a algún espacio al que tú entras a ver qué hay, y encuentras cosas; bueno, igual te lo encuentras en un rincón donde hay una araña tejiendo, puede ser, ¿no?, pero sí es muy estimulante. Lo lamentable es que uno no puede leerse todos los libros. Es triste consignarlo, pero todos los libros que se han escrito, todo el cine que se ha hecho, escuchar toda la música…
Hay un relato de Cortázar, que se llama “El Perseguidor”, en el que él tiene como figura central a Charlie Parker. Para Cortázar, en la música de Charlie Parker había una clave, que era meter en la menor cantidad de tiempo posible la mayor cantidad de música posible.
Charlie Parker lo hacía a través de un proceso. Él se había dopado, o drogado, como quieras llamarle. Entonces no es un camino aconsejable, obviamente; pero Cortázar tomaba esos hechos y esa historia para explicar cómo las claves de la vida están precisamente en meter la mayor cantidad de cosas posibles en el menor tiempo posible. Es una de las pocas maneras de hacer elástico el tiempo, de estirarlo. Entonces esas cosas uno las encuentra cuando uno se remite a esas obras, uno descubre de pronto que ahí están esas cosas.
Ese tema del tiempo es muy importante. Y está en todos: en García Márquez, cuando él empieza “Cien años de soledad”, dice: “Bueno, desde aquel día…” Todo el tiempo está. Pero, bueno, ya esta es otra cosa, me refiero a cómo intensificar la vida a través de colocar, en la menor cantidad de tiempo posible, la mayor cantidad de cosas posibles.
MAGDA RESIK. Fabelo, eso pasa también, ¿hay una reciprocidad con Silvio Rodríguez?
Silvio se inspira en la obra de Fabelo, Silvio le dedica temas a Fabelo; sé que al mundo de Fabelo –Silvio lo ha dicho incluso– le ha encontrado un paralelismo o una sintonía con su propia creación; a Fabelo le sucede lo mismo: ¿el mundo de Silvio es un mundo musical, poético, que tiene que ver con su creación?
ROBERTO FABELO. Bueno, Silvio es un mago de la palabra, y es un poetazo que, además, canta muy bien sus canciones. Y es probable que estemos movidos por resortes también muy parecidos, es muy probable. No quisiera compararme porque yo respeto y la estatura y la obra de Silvio es una obra gigantesca, pero hemos vivido el mismo tiempo, y es probable que nuestras sensibilidades se hayan afilado un poco en ese tiempo también, y que yo haya encontrado en sus imágenes, como escritor al fin y al cabo que es, como poeta que es, yo haya encontrado también esos referentes para mi propio trabajo también, hasta a veces he utilizado algún título –que es quizás lo más superficial que pueda haber de todo esto–, un título de una canción suya para ponérselo a una pieza mía; pero es que yo le tengo devoción a la música cubana, a la música general, pero a la música cubana y, desde luego, a la música de Silvio también, mucho respeto y mucha admiración. Y es probable que sí, que hayamos coincidido de esa forma, pero yo creo que me quedo corto.
MAGDA RESIK. De esa pasión por el mundo de las artes plásticas, hay personas, hay críticos de arte que empiezan a hablar de influencias de fulano, de Rembrandt, de mengano, de los pintores holandeses, ¿pero qué pintor de esos, a lo mejor del pasado, a lo mejor contemporáneo, cuando Fabelo sabe apreciar su obra, siente esa sensación de haber querido reencarnar esa vida, de haber querido reencarnar esa capacidad creativa? ¿Cuál es ellos resulta tan monstruoso, desde el punto de vista de un grande? Con la misma modestia que usted hablaba de la obra de Silvio –que yo no estoy de acuerdo porque los dos son dos grandes monstruos–, bueno, ¿qué pintor? ¿Hay alguno de esos antiguos, de esos clásicos?
ROBERTO FABELO. Goya.
MAGDA RESIK Goya, ya sabía yo.
ROBERTO FABELO. Goya, Goya.
MAGDA RESIK. ¿Y de Goya qué? ¿Los esperpentos? ¿Qué cosa de Goya?
ROBERTO FABELO. En Goya yo creo que hay una mezcla de… La vida es como un día y una noche. En Goya hay lo trágico, hay lo demoníaco, lo humano profundo y lo fantástico y el sentido humorístico; un poco de humor negro, pero un poco de humor.
Yo le oí decir un día a Milián, el pintor cubano a quien tanto admiro –con Portocarrero estábamos hablando– que la vida tiene un sentido esencialmente trágico. Estaba filosofando en ese momento. Hace muchos años, yo era muy joven, y me quedé así pensando. Pero después, cuando yo estuve viendo la obra de Goya, vi que sí, que hay algo de eso. Y Goya me marcó desde temprano.
Yo dibujaba sin haber conocido la obra de Goya –estoy hablando de mis inicios–, y cuando vi a Goya… Por suerte, además, vino un visitante, apenas entré a la Escuela de Arte vino un visitante que dijo: “Oye, te pareces a Goya”, y me envió un libro de regalo y ya, claro, yo constaté más todavía aquello, ya indagué más. Y tuve también una profesora, que es una artista que todos veneramos, que es Antonia Eiriz, y ella me confirmó aquello, porque la obra de Antonia Eiriz tiene ese sesgo también trágico y burlesco a la vez; hay un toque de humor ahí que es sal para la vida, y ella me lo confirmó cuando yo fui su alumno y pude recibir más información y constatar que esa era una fuente importante.
Entonces ese hombre, que fue un monstruo del dibujo y un precursor de buena parte del arte moderno o contemporáneo; un hombre que su obra está y estará para siempre…
MAGDA RESIK. Con una vigencia tremenda.
ROBERTO FABELO. Sí, ese es el artista; hay miles, hay miles, y oscilaciones en el gusto y en la información, y todos los días se añade una capa nueva de propuestas y de ideas en el mundo del arte. Y uno dice: bueno, al final –como te decía de los libros–, no alcanzo a leerme todos los libros, no alcanzo a conocer todo el arte que se produce, no alcanzo a conocer a todos los artistas; me interesa esto y me interesa aquello, y se va el tiempo así, se van todos, y aunque sea hay que dejar una pequeña…
Hago un pequeño relato, rápido: el juicio final de la Historia del Arte. Está el tribunal, y hay el gran friso, el gran mosaico, y hay una cola de gente que trae sus propuestas, sus realizaciones, para ver si caben en ese mosaico, ¿no? Entonces llega uno y se presenta, y el jurado dice: “Bueno, a ver, muéstrenos lo que trae.”
–Bueno, mire, el problema es que había unos apagones tremendos.
–No, pero queremos ver la obra.
–No, no tenía un taller apropiado, no tenía estudio donde trabajar.
–No, pero, bueno, estamos aquí para ver qué fue lo que usted propuso, qué trajo.
–No, no tuve buenos pinceles, no tuve óleo, el desayuno era fatal. No, no, incluso, hasta un factor subjetivo: no me dejaron.
–¿Pero entonces usted no trajo nada?
–No, no, no.
–Bueno, mire, usted no va aparecer aquí; usted no nos haga perder tiempo, quítese de la cola esta, porque los demás traen algo.
Eso quiere decir que hay que hacer la obra, hay que realizarla; no hay tiempo para realizarla pero hay que realizarla –por eso te decía lo del tiempo–, y la lección está en que tú tienes que sacarte para afuera lo que tengas, con el medio que sea posible, porque la historia no lo va a recoger si tú no lo hiciste, ni se va a ocupar siquiera de explicar por qué no hiciste nada; se va a ocupar de lo que pusiste en ese gran mosaico. Claro, si hubieras tenido si hubieras tenido mejor desayuno, buenos materiales, un buen taller, hubiera sido mucho mejor todo, ¿no? Pero la historia no perdona, y el tiempo es el único que falta y el único que nos obliga a intensificar la vida y a extraerle aceite al adoquín, como se dice.
MAGDA RESIK. Bueno, el tiempo es implacable, porque son las cinco de la tarde.
Yo por último quiero, además de esa inspiración junto con Suyu y la obra que nos contaba que estaba haciendo ahora, yo sé que usted también trabaja como por ciclos, ¿no? Un día nos sorprendió con aquel ciclo inmenso en el Museo de Bellas Artes, donde hasta las cucarachas caminaban por las paredes y todo aquello. ¿Pero algún ciclo de esos está iniciándose, o está en él navegando hoy Fabelo? ¿Es algo que se pueda decir, o no? Como mismo nos sorprendió con aquellas esculturas, de pronto algo está apareciendo, está acariciando una nueva idea.
ROBERTO FABELO. Yo todos los días casi le digo a Suyu: Suyu, tengo la sensación de que ando al encontrarme algo, estoy presintiendo algo. Yo estoy trabajando en cosas, pero yo tengo necesidad de entrar a otro momento, lo que no acabo de identificar dónde está la entradita. Yo voy trabajando y voy realizando cosas todos los días, y me voy encontrando con medios y materiales. Y además, esta otra labor –te repito– de informarme, de cultivarme, de entrar en contacto con la vida todo lo más que puedo porque es necesario, es imprescindible como alimento para esto. Pero yo tengo proyectos concretos, invitaciones para exhibir en distintos lugares, en museos. Ahora mismo La Cafedral, que está en el museo, la quieren para una exhibición mundial que hay sobre la cultura del café; se va a hacer un Museo de Arte Contemporáneo en Francia.
Pero para que tú veas, yo tuve que retornar a la realización de una versión de La Cafedral, pero me gustó, la idea me gustó; porque ese momento en que yo exhibí La Cafedral en el Museo, exhibí un conjunto de piezas que constituyeron una ruptura; no una ruptura, un pequeño cambio, yo no soy artista de grandes rupturas; pero de que hay proyectos, sí los hay. Y algo se puede estar gestando, pero ni yo mismo sé.
MAGDA RESIK. Que tiene que ver más con lo formal, ¿no? Cuando usted dice que algo se está gestando, ¿tiene que ver más con que lo formal establece un cambio, o viene todo acompañado?
ROBERTO FABELO. Si yo lo supiera ya, ya le habría metido caña (RISAS). Pero eso es como algo que tú intuyes, pero todavía no está clarito, todavía no está clarito.
MAGDA RESIK. Bueno, el hombre está creando, el hombre está creando todo el tiempo.
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