Guardianes de vacaciones
16 de julio de 2016
|Desde abril, los libros en las manos y los pensamientos de paseo por las bases de campismo. Primero, la cabaña compartida con los padres y algunos amigos incluidos de espaldas preparadas para dormir en el cemento. Después, en las cabañas de esos amigos, él ablandará el cemento. Por su perro, ninguna preocupación. Este año también los viejos, dicho con todo el cariño posible, lo cuidarán. Y más este año, en que hasta le quitan la cadena de las manos, para pasearlo.
En mayo se incorporan los padres a los preparativos. En esta temporada, las vacaciones no presentarán un septiembre desolador. Además de aumentar el caudal respiratorio, el abandono del cigarro reportó unido a algunos trabajos extras, el aumento del caudal monetario. Y ofrecerán una sorpresa al hijo buen estudiante. Alquilarán una gran cabaña para que invite al batallón de amigos. Claro, de ellos dependerá la compra de yogur, pan, guayabas y tantas otras ofertas de las bicicletas arribadas del pueblo cercano. En la casa, ninguna preocupación. Los viejos la cuidarán y a la vez serán cuidados por el perro, ese perro que los ha embrujado y los prefiere más a ellos que al juguetón adolescente.
En junio, los llamados viejos por todos hasta por el perro en la traducción de los ladridos, no comenzaron planes, los terminaban con la complicidad de esa mascota. Y de otros ancianos también nombrados viejos en sus hogares y paseantes en las tardes en compañías de sus canes de razas diversas.
Consiguieron la aprobación de sus respectivos médicos bajo la promesa de respetar las dietas y evitar excesos físicos de cualquier índole. Por medio de un amigo joven, la reservación en una base de campismo de condiciones de excelencia y, por otro, la locomoción cómoda hasta el lugar. En los diarios paseos al parque, los animales consagraron una amistad entre correrías y juegos. Todos permanecerían en el hogar de una pareja que no se atrevió a la aventura. Los cuidarían y por la noche con la ayuda de sus hijos, los tornarían a los patios de sus respectivos hogares para cumplir la función de guardianes. Además, otros vecinos se comprometían a dar un vistazo a las viviendas y como nunca les negaban el café y el agua fría a celadores de negocios cercanos, también darían una vuelta y atenderían a los ladridos de las mascotas de razas importadas y los legítimos satos.
La sorpresa sacudió a los campistas históricos ante estos futuros campistas novatos. Por verdadero amor a ellos no exento de disgusto por esa imprevista rebeldía que los alejaba del cuidado del hogar, emitieron preocupaciones.
Resueltos, los emplazados alegaron sus derechos a gozar del pedazo cada día más corto de vida que les tocaba. Ansiaban respirar el aire limpio venido del mar, mojar sus pies en el agua, contemplar la caída del sol en las tardes. ¿Acaso estaban atados al hogar con la cadena de un perro guardián?
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