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Un nuevo pacto de Varsovia

13 de julio de 2016

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Seguramente muchos lectores recordarán la existencia del antiguo Tratado de Varsovia, conformado por la Unión Soviética y los países socialistas europeos como respuesta a la creación anteriormente de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) encabezada por Estados Unidos en funciones de alto mando militar e integrada por sus socios europeos occidentales a los que posteriormente se unió Turquía.

Todo ocurrió a lo largo de la década de los 50 y, de hecho, estableció la división político-militar del planeta en dos grandes bloques que incluían en esos tiempos a los poseedores de armas nucleares, estableciendo de ese modo un titulado “equilibrio del terror”, que significó durante mucho tiempo (poco menos de 40 años) la imposibilidad de que las llamadas “potencias occidentales” con Washington al frente pudieran lanzarse en una irracional aventura bélica contra la URSS y sus aliados.

Mucho ha llovido desde entonces y muchos cambios han tenido lugar en el mundo –por unas u otras razones–, pero lo cierto es que silenciosamente hemos asistido en estos días a la creación práctica de un nuevo Tratado o Pacto de Varsovia, en la misma capital polaca, donde la vieja OTAN redobla sus intenciones agresivas, recrudece sus amenazas más allá de Europa y pretende erigirse en una especie de imperio mundial, siempre bajo la égida del gobierno de Estados Unidos.

El nuevo Pacto de Varsovia –según se aprecia y se desprende de sus propias declaraciones–, concentra ahora las amenazas militares contra Rusia mediante la hostilidad cercana a sus fronteras europeas, a partir de los países bálticos, Polonia y Ucrania que están sirviendo de base en primera línea a unas llamadas “fuerzas multinacionales” de la OTAN.

El cerco a Rusia se complementa con el sistema antimisiles, con componentes en Rumanía, España y también en Polonia, así como la reciente revelación de que Estados Unidos cuenta con armamento nuclear bajo su control en bases aéreas y navales de otros países pertenecientes al pacto que, al parecer, lo han aprobado mediante sus respectivos gobiernos.

En el plano económico, la política de cerco, amedrentamiento y amenaza contra Rusia está acompañada por las sanciones de la Unión Europea –hoy en crisis– que las ha prorrogado recientemente y sin dudas juegan un papel subordinado a los agresivos planes antirusos de la OTAN.

Rusia, por su parte, reacciona de manera serena pero firme, sin dejarse provocar y mostrando su disposición a continuar utilizando los canales establecidos por el Consejo Rusia-OTAN así como la interacción progresiva con Estados Unidos por la línea militar.

Napoleón y Hitler advierten desde sus tumbas a los eventuales agresores.

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