Casa de la calle 23 y B. Vedado

15 de julio de 2016

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Zenaida Iglesias Sánchez

Antiguo Colegio Trelles
Hoy: Contraloría de la República

 

 

La antigua mansión de Doña Elvira Cil, es considerada una de las más atractivas de la calle 23 en el Vedado. El arquitecto Leonardo Morales y Pedroso, tuvo en sus manos el proyecto, en el período que recreó en sus construcciones elementos del renacimiento italiano o francés. Afiliándose a los códigos formales del eclecticismo, la mansión se destacó en su composición armónica de sólida monumentalidad. El acceso a la misma se efectúa por la esquina, a través de un patio de honor, le sigue un eje diagonal que culmina en el portal, resaltando a distancia la torre mirador. De igual forma se distinguen los espacios interiores de considerable amplitud y elegancia.

 

 
Fue construida de ladrillos y azotea, con tejas verdes importadas de los Estados Unidos, y decoración en los cielos rasos del interior; se empleó el hierro ornamentado y el azulejo valenciano, con pisos de mármol en los salones principales, terrazo o mosaicos en las áreas que ocuparon los trabajadores y niños, en la época del colegio.
El 20 marzo de 1925 las señoras Elvira Cil y Macías y Encarnación Sánchez Cil eran las propietarias de la mansión, acaudalada familia de la época que contaba con cuantiosos recursos y propiedades. Desde entonces y durante veinte años la edificación se destinó a vivienda de esta familia y sus herederos.

 

 
Luego se arrendó al señor Armando Trelles, convirtiéndose en un plantel educacional conocido como Colegio Trelles, destinado para hembras y varones, cuya enseñanza comenzaba en el denominado “Kindergarten” y continuaba hasta completar el bachillerato. La magnífica escuela estaba destinada a dar educación a los hijos de la clase media, y media alta, de los habitantes del Vedado, aplicándose los más modernos métodos pedagógicos para los educandos. Como tal funcionó hasta el año ’60 del pasado siglo XX.

 

 
La escuela del señor Trelles fue nacionalizada por el gobierno revolucionario y cambió su nombre por el de “Guido Fuentes”, desempeñando igualmente como centro de educación, destinado entonces a la enseñanza primaria. En los años ’90 el edificio se encontraba deteriorado, pero fue restaurado en su totalidad en el año 2005. Los trabajos ejecutados permitieron rescatar sus valores de antaño. Se convirtió en el museo de la Batalla de Ideas primero y más tarde, en la sede de la Contraloría General de la República.