Paco Rabanne
24 de junio de 2016
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El gran modisto español Paco Rabanne visitó La Habana años atrás y el asunto, que en su momento recibió alguna publicidad, yace un tanto olvidado.
Sin embargo, no es mucho lo que puede contarse. Llegó a finales de agosto de 1995 y el periódico Granma Internacional, en su edición del 30 de agosto de aquel año, lo reseñó. Varias razones lo traían, asociadas todas a los negocios de la moda y los planes de comercialización de sus producciones en el mercado nacional. También estableció el propósito de colaborar en la organización del Cuba Moda ’96, que es la cita más importante de la moda y los modelos en la Isla y a la cual concurren personalidades del mundo de las artes y el comercio. De Cuba el modisto partió hacia París en el propio mes de agosto.
Rabanne, quien declaró estar de vacaciones y aprovechaba la ocasión para explorar nuevas posibilidades de negocios, expresó su admiración por la Revolución Cubana, criticó el bloqueo norteamericano sobre la Isla y comparó la situación con el episodio bíblico de la lucha entre David y Goliat, al tiempo que destacó el talento descubierto entre los jóvenes diseñadores nacionales.
Al año siguiente, durante el mes de junio, los salones del Hotel Meliá Cohiba, en la vecindad del malecón de la capital cubana, sirvieron de escenario para la presentación de 16 muchachas cubanas que exhibieron los modelos exclusivos de Paco Rabanne, valorados en decenas de miles de dólares.
Nacido en 1934 en el País Vasco –su madre, costurera; el padre, militar republicano fusilado por las fuerzas franquistas–, la familia tuvo que exiliarse en Francia, donde realizó estudios de Arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes. Contaba solo 25 años cuando su nombre comenzó a estar asociado a los diseños de ropas y otras producciones del mundo del vestir, que le confirieron una incipiente celebridad y le abrieron las puertas para nuevos encargos.
Las presentaciones de las creaciones textiles de Paco Rabanne son mundialmente aceptadas. Se le considera innovador en la utilización los tejidos luminiscentes, los papeles metalizados, las cortinas de abalorios de madera, las chaquetas esculpidas en piel y otras muchas creaciones que devienen modas dentro de la alta –y muy costosa– cultura del vestir.
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