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José Martí y las importantes consideraciones que expuso en su trabajo titulado “Adelante, juntos.”

10 de junio de 2016

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El 11 de junio de 1892 José Martí publicó en el periódico “Patria” un trabajo titulado “Adelante, juntos”, en el cual exhortó a todos sus compatriotas a seguir la obra común del Partido Revolucionario Cubano con el objetivo de clavar en la tierra natal el pabellón de la libertad.
Dos meses antes, el 10 de abril de ese año, se había proclamado oficialmente el Partido Revolucionario Cubano, tras un período en el que se crearon los clubes, se discutieron sus bases y estatutos secretos y también se realizó la elección de sus dirigentes.
Precisamente el 8 de abril Martí había sido electo como Delegado, máxima función de dirección dentro de la organización partidista.
Sobre el Partido Revolucionario Cubano él había expuesto consideraciones incluso antes de haberse constituido.
El 3 de abril de 1892, también en el periódico “Patria”, señalaría: “Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano, es el pueblo cubano.”
Además resaltó que el Partido era de espontáneo nacimiento, la grande obra pública, y seguidamente aseguró: “Él es, sin más mano personal que la que echa el hierro hirviente al molde, la revelación de cuanto tiene de sagaz y generosa el alma cubana.”
Posteriormente al resumir el instante en que se produjo la proclamación oficial del Partido Revolucionario Cubano, Martí también enfatizó en “Patria” en la edición correspondiente al 16 de abril de 1892: “ ¡Bello es ver a un partido de revolución, que quiere seguir la obra radical de los padres y criar raíces nuevas, no entrar en la vía oscura, preñada de derrotas

y de sangre, de los celos entre guías y caudillos, ni rebajar la gloria de componer una república durable a la tarea relativamente mezquina de continuar en una república nominal las injusticias y desdenes feudales de una factoría que no se puede echar abajo sin el sacrificio y la ayuda de aquellos con quienes se es desdeñoso e injusto!”
Casi dos meses más tarde, en el trabajo publicado el 11 de junio Martí se refirió al apoyo que recibía el Partido Revolucionario Cubano. Resaltó: “¡Estamos con la verdad! Llegó la hora callada de juntar y acometer; refrenemos nuestra impaciencia y unamos nuestros recursos; a un lado la impedimenta y al frente la vanguardia; la libertad nos ayude, y adelante.”
Cuando Martí escribe esto se hallaba realizando una importante labor encaminada a elevar la moral revolucionaria y a fortalecer la unidad de los cubanos que se hallaban interesados en lograr la liberación de su tierra natal del dominio colonial español.
Desde hacia ya varios años había localizado y contactado con figuras relevantes de la etapa inicial de la guerra por la independencia de Cuba, como eran los casos del dominicano Máximo Gómez y el cubano Antonio Maceo, respectivamente, así como se había reunido con jóvenes que por su edad no habían participado en la guerra anterior, pero que en ese momento sí mostraban su disposición de luchar por la libertad de Cuba.
Tanto en sus contactos directos en los distintos actos y encuentros efectuados con los emigrados cubanos residentes en los Estados Unidos de América, como por medio de la palabra escrita, fundamentalmente en los trabajos que publicaba en el periódico “Patria”, Martí se esfuerza por incorporar a más compatriotas a los labores que se realizaban para lograr la más pronta reanudación de la guerra.
Teniendo en cuenta ese objetivo supremo el 11 de junio de 1892 en el trabajo reflejado en “Patria” igualmente manifestó la importancia de ese instante histórico al exponer: “Los tiempos son solemnes. Hemos ofrecido, y hemos de cumplir. Quien le quite una rueda al carro, peca gravemente. Quien eche por un camino cuando otros van por otro, peca: aún somos pocos, todos juntos. Quien no allegue, quien no traiga a la masa, quien no pida de puerta en puerta los recursos necesarios, en una forma u otra, para la ayuda que el Partido Revolucionario Cubano ofrece a Cuba en la hora amarguísima de su necesidad, peca. ¡Todos al habla! ¡Todos por la misma vía!”
En “Adelante, Juntos” se refirió, además, al hecho que la unión de todas las fuerzas y la entrega de todo el influjo y recursos a este trabajo continuo, no formaba parte de un elemento disperso, sino de un deber de todos los cubanos.
Y al patentizar que se estaba en la hora divina de preparar definitivamente un pueblo para la libertad, manifestó: “Oigan la voz del ejército que marcha, oigan el himno de la patria en el corazón: ¡Para ti, patria, la sangre de las heridas de este mundo, y la sonrisa de los mártires al caer! ¡Para ti, patria, el entusiasmo sensato de sus hijos, el dolor grato de servirte, y la resolución de ir hasta el fin del camino!”
E inmediatamente aseguró: “La patria nos tiende los brazos. No hay más que un modo de obedecerla: ¡Juntos y adelante!”
Tanto en este trabajo como en otros que publicara en “Patria”, Martí hizo referencia al compromiso que él tenía, y que trataba que los demás lo asumieran, con la independencia de la tierra donde había nacido.

Consecuente con sus concepciones al respecto supo encarar todos los obstáculos y continuó trabajando con singular tesón hasta lograr que en febrero de 1895 en Cuba nuevamente se combatiera en aras de la liberación del yugo colonial español.
Aún inconforme con lo realizado hasta ese momento evidenció su deseo de trasladarse de inmediato hacia el territorio cubano para continuar, de modo directo, dando su contribución a lo que llegó a calificar como la Guerra Necesaria.
El 11 de abril de 1895 en unión de Máximo Gómez y otros patriotas logró retornar a Cuba y experimentó una gran dicha.
Y lo que sentía, fue capaz de expresarlo en emotivas cartas dirigidas a amigos íntimos y colaboradores cercanos, a personas tan queridas, por ejemplo, como a Gonzalo de Quesada, Benjamín Guerra y a Carmen Miyares y a sus hijos.
A manera de ejemplo precisamente cabe recordar un fragmento de la carta que le envió a Carmen Miyares, fechada en Jurisdicción de Baracoa, el 16 de abril de 1895, en la que le significó: “…puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.”

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