La Orquesta Hermanos Castro: tres décadas de buen quehacer musical (I)

10 de junio de 2016

|

José Reyes Fortún

 

 

Decir Orquesta Hermanos Castro (1929-1960), significa hablar de una agrupación de hechura jazzband (originalmente alineaba trompetas, saxofones, trombones, tuba, contrabajo, piano, drum, banjo, y en ocasiones violines). A esta alineación instrumental en Cuba se le agregaría el bongó, güiro, la tumbadora y las maracas, pasando a un decisivo proceso de cubanización. Con este formato la Orquesta Hermanos Castro encumbró nuestras más genuinas expresiones musicales a lo largo de tres décadas.

Desde sus orígenes y por siempre, se mantuvo unida a los profundos y decisivos procesos evolutivos operados en nuestro quehacer musical, sin apartarse de un sello timbrico único y estilo interpretativo inconfundibles.

Casi desde su fundación, la orquesta hizo aportes significativos en el largo y complejo proceso de “cubanización” de los formatos instrumentales del tipo jazzband y devino fuerte pilar artístico en el espacio musical de Cuba y en escenarios internacionales, donde favorecieron a la expansión de ritmos cubanos de tan alta estima como el bolero, en sus variadas expresiones y estilos, el son en muchas de sus variedades, la rumba, la conga; y algo después, el chachachá y el mambo.

A esta agrupación no solo se le reconocen sus excelencias interpretativas, sino también la profesionalidad como orquesta acompañante de grandes solistas –del patio y otros países–, y el valioso desempeño, tanto en espectáculos públicos, como en sus grabaciones discográficas.

A través de los años la Orquesta Hermanos Castro se impuso de manera exquisita en el panorama sonoro de Cuba, gracias a su afinación, ajuste técnico perfecto y estricta disciplina entre sus componentes, fruto no solo del oficio de sus músicos, sino también, del cultivo de un arte que solo alcanza logros con el estudio y el ensayo sistemático.

La génesis de esta orquesta (como big band) se remonta al ya lejano año de 1929, en el marco de un ambiente propicio para el florecimiento de estos formatos de origen norteamericanos en Cuba. Fundada por los hermanos Manolo (saxofón), Antonio (trombón), Andrés (trompeta) y Juanito Castro (piano), sumados Liduvino Pereira y Guillermo Portela, violines; y Luis Suao, batería; se debe con certeza a que su debut artístico ocurriera exitosamente, en la emisora capitalina Radio Salas, y luego en el Teatro Campoamor.

En 1931 la orquesta viajó a la ciudad de New York bajo el nombre de Manolo Castro and his Havana Yacht Club Orchestra, contratada para amenizar bailes en selectos roof gardens de elegantes hoteles de esta ciudad, y luego en Venezuela, donde hicieron presentaciones en el Club Tropical y en radio Cultural; y más tarde a Puerto Rico.

En estos salones interpretaron además de la llamada society music, ritmos cubanos, muy en boga en esos momentos, y también melodías norteamericanas que ya anunciaban el swing, especie de modalidad del jazz que empieza a cobrar partidarios en Norteamérica, donde para entonces, aparecen las primeras big bands, o bandas de swing.

Durante su estancia en ese país el sello discográfico “Victor” realiza con ellos (10 de julio de 1931) un programa de grabaciones que incluye cuatro temas; Martha, de la autoría de Moisés Simons; St. Louis Blue, de W.C.Handy (primer intento por fusionar elementos del jazz y música afrocubana en un soporte discográfico; There´s no other girl, y I a mall dressd up whith. Los instrumentos empleados por los Hermanos Castro, para estas grabaciones, fueron: violín, dos trompetas, bajo, tuba, piano, drum, banjo, maracas y claves.

En 1932 la agrupación tuvo el privilegio de tocar en la inauguración del selecto Escambrón Beach Club de San Juan de Puerto Rico, compartiendo escenarios con la formidable banda del pianista puertorriqueño Noro Morales.

En 1936 se incorporó a la banda el percusionista y excelente cantante cubano Miguelito Valdés, que acababa de regresar a Cuba, luego de una gira por Panamá junto a la banda de Ismael Díaz; para entonces, la orquesta había incorporado a dos excelentes músicos: el pianista Anselmo Sacasas y el violinista Enrique González Mantici.