La felicidad de ser diversos y útiles
3 de junio de 2016
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He dicho y lo repito –no ociosamente– que el mundo actual tiene un nivel de desarrollo y diversidad muy elevado y complejo en las diferentes áreas de la actividad humana, y fíjense que digo en la “actividad humana” porque además de las ciencias, la tecnología –las cuales avanzan a una velocidad increíble–, también me refiero a la cultura, el deporte, las relaciones interpersonales (divorcios, adopción, mujer con funciones sociales relevantes que hace que la familia, roles, valores, etc. se transformen), ocupación de tiempo libre, en fin, repito; en la amplísima gama de cosas que el hombre puede hacer e invertir su tiempo, ya sea con fines laborales, de entretenimiento, familiares, etc.
Todo esto hace que las personas precisen, no solo vivir más de prisa, sino aprender y adquirir habilidades en nuevas y diferentes actividades que hace algunos años ni se pensaba que fueran prácticamente una necesidad. Me explico, hace algunos años, a las niñas, además de ir a la escuela, se les enseñaba música, principalmente piano (y claro que no incluyo las actividades propias del rol femenino porque eso se sabe) y al niño, su actividad extra era un deporte, ya fuera del gusto familiar o el que se practicaba más en el país, y en Cuba, el padre le compraba al hijo un bate y una pelota apenas aprendía a caminar. Sin embargo, por las razones que di al principio y por otras como la competencia –hay que ser competente en muchas esferas para acceder a la universidad, más allá de su desempeño intelectual–, también otras razones, como el peligro social que hace que las mujeres creamos que tenemos que saber defensa personal, y así hay otras que ustedes mismos se explicarán, hace que por regla general, los niños, desde edades tempranas, después de su horario escolar y los fines de semana tienen además clases de idiomas, baile, un instrumento musical, pintura, deportes y no solo un idioma, sino a veces dos, y varios deportes (de moda están las artes marciales). Así, tenemos a un niño o niña agobiado, y sin tiempo para jugar y descansar, por realizar los sueños paternos. He escuchado muchas veces que los padres para motivar a los hijos le dicen que son afortunados y que le dan a ellos lo que no tuvieron en su infancia.
Yo no estoy en contra de la preparación desde edades tempranas, es más, estoy de acuerdo con lo bueno que es que por ejemplo una mujer se sepa defender físicamente, que un hombre sepa animar la fiesta de los amigos tocando la guitarra, aunque sea ingeniero, ni que tengan estilos de vida sanos porque han realizado actividades físicas toda la vida y los beneficios que para la salud esto trae, y así podría poner muchos ejemplos de lo útil que resulta diversificar las actividades infantiles, que por demás le enseñan disciplina, amor por el esfuerzo y conformar una buena autoestima. Sin embargo, y quiero que se detengan y lean con cuidado estas próximas líneas. ¿Le han preguntado al niño si estas actividades son de su gusto? ¿Se han percatado los padres si su hijo o hija posee determinadas cualidades que le permitan desempeñarse con un relativo éxito en esa actividad? Porque es fundamental para lograr lo que escribí arriba, o sea, que el niño se motive, que se discipline, que aprenda nuevas reglas, que tenga un nuevo grupo de coetáneos para intercambiar, que se quiera a sí mismo, que se sienta útil haciendo algo, que haga algo que le guste y disfrute, porque todos los seres humanos no somos buenos para todo. Recuerdo cuando yo era niña que las mujeres de mi familia estudiaban piano y a mí también me pusieron a estudiar piano, sin preguntarme y sin darse cuenta que yo no tengo ni la más mínima capacidad musical, así que la tortura pianística duró un año, hasta que la propia profesora le dijo a mis padres que no insistieran que yo no iba a ser capaz ni de tocar “los paticos”.
Las personas somos inteligentes en diversas esferas: deportes, música, ciencias exactas, baile, comunicarnos, escribir cuentos, poemas, para los cultivos, para tener buenas relaciones interpersonales, para pintar, esculpir, diseñar, hacer mapas, y muchas más, e incluso hay que ver en las sub áreas porque hay quien es bueno para bailar y no para tocar un instrumento, y eso está dentro de la inteligencia musical. Así que piense un poco antes de comenzar el maratón de aprendizaje infantil y pregúntele al niño y observe para qué es bueno, y así todos serán felices y útiles en este mundo cambiante y complejo en que vivimos.
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