Carroñeros se reúnen en Miami
16 de mayo de 2016
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El lugar escogido no podría ser otro. Miami sigue siendo la cuna de los trasnochados que aún sueñan con “liberar” a Cuba y de carroñas foráneas que van hasta allí para emitir sus chillidos con discursos iguales o muy parecidos a los que desde hace cinco décadas vienen vendiendo a cambio de algunos dólares americanos.
Esta vez la convocatoria tuvo como nombre cumbre Concordia/ The Americas, organizada en la sede académica del Miami Dade College (MDC), en el downtown de esa ciudad.
Se trataba, no de una reunión de encumbrados, sino de puros vividores del cuento con pésimos antecedentes en los países donde alguna vez hasta llegaron a ser –por equivocación o por dinero–, los máximos exponentes de la llamada democracia al servicio del imperio y contraria al destino de los pueblos.
También en la cita fueron invitados –y pagados por supuesto– alguna o alguno que otro carroñero local, de esos que viven de los viajes a Miami o a España, para aullar en reclamo de más dinero.
Un personaje, muy conocido y mal recordado en esa ciudad y que salió del poder en España con la mayor dosis de corrupción y entreguismo que recuerde el país ibérico desde su nacimiento, trató de llevar la voz cantante en el jolgorio. Se trata de José María Aznar –quién sino él para arremeter contra Cuba y cuestionar el proceso actual de restablecimiento de vínculos diplomáticos entre la Isla y Estados Unidos–.
Citado por El Nuevo Herald, el pequeño de cuerpo y alma, que ve derrumbarse su Partido Popular, cuestionó el proceso de acercamiento entre Washington y La Habana porque, dijo, “hay muchas concesiones del lado norteamericano”.
No hacen falta muchos discursos ni reuniones de carroñeros para saber bien a qué se refiere Aznar, quien desde su época como presidente del gobierno español, fue la voz que en el Viejo Continente se opuso a todo acercamiento con Cuba; el que ideó la llamada “posición común”, que laceró las relaciones con la Unión Europea; el mismo que antes y ahora pretende levantar bandera para que Estados Unidos y la propia Europa, sigan presionando para hacer rendir a los cubanos ante la apetencia imperial.
Hay una parte de su discurso, recogido por el Herald, que vale la pena reseñarlo para tener más elementos sobre la forma de pensar y de actuar de este ser con ínfulas napoleónicas.
Dijo Aznar: “He sido un luchador por la libertad toda mi vida y por lo tanto continuaré”. Y para apuntalar su diatriba, planteó que “quería dejar claro su apoyo a los disidentes” (mercenarios) que viajando de La Habana a Miami y de la capital cubana a Madrid, reciben buenas cantidades de dólares o euros, para “mantenerse activos” en espera que la Revolución se caiga.
La cita recién concluida también contó con la presencia de otros exponentes del mal ejemplo latinoamericano. Ex gobernantes que cuando lo fueron, llevaron a sus pueblos a situaciones de inestabilidad y donde el respeto a los derechos humanos y la democracia por la que dicen abogar ahora, fueron palabras vacías y pisoteadas por los cuerpos represores lanzados contra todos los que reclamaban un pedazo de pan para vivir.
Me refiero a un Álvaro Uribe, acusado en Colombia por sus vínculos comprobados con los grupos paramilitares –muchos de ellos creados por él mismo– y salpicado por la corrupción que abonó sus cuentas bancarias en bancos americanos y otros.
En la cita miamense, compartió asientos y coincidencias políticas, además de Aznar y Uribe, el mandatario chileno Sebastián Piñera, muy interesados todos en hacerse “sentir” con sus “aportes” para la consecución de modelos democráticos al estilo de los que ellos impusieron en España –la ingobernable España–, Colombia –marcada por la guerra, los paramilitares y la represión en época de Uribe–; y en Chile —país que aún hoy no ha podido sacudirse por completo del modelo económico, militar y social impuesto en época de Pinochet y donde los jóvenes estudiantes son reprimidos por los carabineros cuando exigen pacíficamente el derecho a una educación gratuita y de calidad para todos.
De lo que no se habló en la cita de Miami fue de la crisis sistémica en los países citados y del apoyo de los gobiernos de Washington a quienes tratan y en algunos casos logran desestabilizar gobiernos y hasta abortar procesos democráticos y progresistas como ocurre en varios países de Sudamérica.
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