José Martí y el gran valor que le concediera a la justicia
29 de abril de 2016
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A través de su vida José Martí demostró ser un hombre que amó y luchó por el establecimiento de la justicia.
En sus trabajos periodísticos en diversas ocasiones expuso criterios de gran significación y vigencia en torno a este vocablo.
Consideró que la justicia debía ser veloz como el corcel y que es ley humana suma; que en lo mismo en que es violada se demuestra y reina, aunque parece a veces que no reina, y está por encima de toda inquietud y todo escándalo.
Martí igualmente señaló que los bribones tienen un modo muy fácil de desembarazarse de los tribunos de la justicia pública.
Y agregó: “Ese es un demagogo, gritan: sólo hay una especie de hombre más vil despreciable que la de los demagogos: la de los que acusan de tales a los que piden serena y honradamente la distribución de la justicia.”
Para Martí según lo expuesto en su obra El Presidio Político en Cuba que escribió y publicó en Madrid, España, en 1871, la justicia puede ser vendida.
Y en otro de sus trabajos publicado también en este país donde residía en calidad de deportado, enfatizó que sólo hay honra en la satisfacción de la justicia.
Planteó que es duro y es tremendo tener que arrepentirse de no haber sido justo, cuando la justicia podía evitar la muerte de los hombres.
Algún tiempo después en una de sus colaboraciones para la Revista Universal, de México, específicamente en la edición correspondiente al 12 de agosto de 1875, resaltó que de veras se siente uno mejor haciendo justicia y venerando.
Igualmente en la propia publicación mexicana enfatizó que la justicia no menoscaba el valor; antes lo enaltece.
Martí también opinó acerca de cómo debía de ser la justicia. Y al respecto manifestó en 1882 en uno de sus trabajos reflejados en La Opinión Nacional de Caracas que “la justicia no ha menester de ser violenta. Como está segura de sí, es sabia”.
Cinco años más tarde al tratar nuevamente el tema de la justicia y su trascendencia en otro de sus trabajos para una publicación de América Latina con la cual mantenía colaboraciones en forma activa, en este caso La Nación de Buenos Aires, Argentina, Martí precisó: “…un acto de generosidad y de justicia trae a los brazos a aquellos a quienes la aspereza subleva, o mantiene apartados.”
Martí llegó a asegurar que en la justicia no cabe demora, y que el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí.
Esto lo expuso en El Partido Liberal de México en 1887 mientras que un lustro más tarde en carta que enviara desde Cuba al editor del periódico The New York Herald planteó que de la justicia no tienen nada que temer los pueblos, sino los que se resisten a ejercerla.
Puede decirse que Martí fue consecuente con lo que expresó en torno a la justicia y que su vida constituye un ejemplo cimero del hombre que luchó en forma tesonera por hacer que prevaleciese la justicia social en su tierra natal una vez alcanzada la liberación de Cuba del dominio colonial español.
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