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Beltrán de Santa Cruz, del palacete al hotel

22 de abril de 2016

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Portada

 

Una elegante mansión del siglo XVIII, enclavada muy cerca de la Plaza Vieja, en San Ignacio No.411 entre Sol y Muralla, fue convertida en un acogedor hotel donde la sugerente combinación de elementos modernos y antiguos es un motivo que exalta la originalidad de su atractivo diseño. Esta vivienda de noble estirpe, construida por los progenitores de don Gabriel Beltrán de Santa Cruz, primer Conde de San Juan de Jaruco, posteriormente perteneció a otra de las familias encumbradas de La Habana colonial: los Peñalver y Cárdenas, hasta que su frecuente cambio de propietarios y uso indiscriminado la condujeron al deterioro y al olvido.

 

 

Fachada

Fachada

 
Según la Dra. María Teresa Cornide, en su investigación De La Habana, de siglos y de familias, el primer miembro de esta generación habanera que se estableció en la villa fue el Licenciado Pedro Beltrán de Santa Cruz y Beitía, quien en 1628 recibió la comisión particular de fundar en Cuba el Real Tribunal de Cuentas. Por Real Cédula del 13 de mayo de 1629 del Rey Felipe IV fue nombrado su primer contador, mérito relevante, puesto que en Cuba las personas nombradas para ocupar el cargo de contador fueron figuras de alto prestigio y una cómoda posición económica. Los Beltrán de Santa Cruz, ya fuera ligado a los Calvo de la Puerta o los Aranda, encabezaron los linajes que hicieron perdurar este apellido por mucho tiempo. Para fortalecer las fortunas, las influencias políticas y sociales, las familias habaneras más ilustres se unían en matrimonio aunque entre ellas existiesen lazos de sangre, como los primos hermanos, de allí que encontremos en las sucesiones los apellidos dobles o relacionados en más de una línea familiar.

 

Galería, planta alta

Galería, planta alta

 
Don Gabriel Beltrán de Santa Cruz y Aranda (1719-1772) cuyo nombre honra el nuevo hotel, fue un hombre ilustrado, abogado de los Reales Consejos del Monarca, Fiscal de la Real Hacienda de la Isla de Cuba, dos veces Alcalde Ordinario y Catedrático de la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Se le atribuye, junto al Dr. Urrutia, la fundación del Semanario El Pensador. Siendo uno de los mayores terratenientes de la época, don Gabriel concertó con el gobierno del Rey Carlos III la fundación del pueblo de San Juan de Jaruco, en el corral de su propiedad e igual nombre situado a unas ocho leguas de La Habana. Por el cumplimiento de lo convenido, le fue concedido el título de Conde de San Juan de Jaruco en 1770, siendo por ello el primero en llevar este señorío. Fundó, además, un Mayorazgo que comprendía el palacete de la Plaza Nueva, hoy Vieja, construido por su padre, el palacio construido en Jaruco y los terrenos del condado, con el fin de mantener con decoro la sucesión del título.
Mención aparte merece este palacio conocido como la casa de los Condes de Jaruco. Fue construido entre los años 1734-1737 para don Gabriel Beltrán de Santa Cruz y Valdespino, casado con doña Antonia de Aranda Avellaneda, de cuya unión nacieron tres hijos. Por escritura del año 1733 se conoce que don Diego de Salazar “se obligó a fabricar a don Gabriel de Santa Cruz y sus herederos una casa desde los cimientos de dos altos, rafas, mampostería y tejas que hacen esquina y frente a la Plaza Nueva…” Esta edificación se considera el más completo ejemplar conservado dentro de su tipo de casa señorial habanera.

 

Habitación

Habitación

 
Según el historiador Carlos Venegas, en su libro Plazas de intramuro, en esta vivienda se introdujo una innovación, que es precisamente la construcción de la casa San Ignacio No.411, ocupada hoy por el hotel. Esta novedad consistió –según Venegas– en “la construcción de otra casa más pequeña en el espacio destinado inicialmente a traspatio, con el fin de obtener rentas, y con acceso independiente desde la calle lateral de San Ignacio. Uno de los hijos del propietario la habitó por algunos años. Esta solución de casas coordinadas también será con posterioridad muy frecuente en las grandes viviendas habaneras coloniales”. Como bien apunta este investigador, la familia Santa Cruz desde el siglo XVII se estableció en la entonces Plaza Nueva, llegando a ocupar en poco tiempo cuatro de sus inmuebles, entre ellos el número 411, y que aún sigue siendo para muchos una incógnita por su relación con la otra casona.

 

Pinturas murales

Pinturas murales

 
Por esa razón, se ha manejado el criterio que la casa pudo haber sido una ampliación del palacete de la Plaza Vieja, cuando este se reedificó con sus portales a finales del siglo XVIII. Aunque mantiene una coherencia estilística con la casa primigenia en la fachada por la calle San Ignacio, esta es una vivienda independiente en su totalidad, con su pórtico que jerarquiza la entrada, los vanos que identifican cada nivel de la vivienda; el zaguán, el patio central, caja de escalera; sus galerías en planta alta que comunican las habitaciones y el entresuelo, espacios todos cuya distribución corresponde a la planta típica de la casa colonial cubana. Hoy conserva elementos de valor como pinturas murales, los techos –en especial la armadura del salón principal en planta alta decorada con esgrafiados muy particulares–, así como la carpintería original y la herrería. Todos estos componentes se respetaron en la restauración y se combinaron con un diseño sobrio, donde la vegetación es protagonista del mismo junto al resto del decorado y el mobiliario adecuado al estilo y uso de la casa.

 

Patio

Patio

 
La casa de San Ignacio No. 411 estuvo en manos de la sucesión Jaruco hasta mediados del siglo XIX al igual que la mansión que daba a la Plaza Vieja. En 1879 los señores Sebastián, Nicolás, José María y María Josefa de Peñalver y Peñalver, a consecuencia del fallecimiento de sus padres, Sebastián de Peñalver y Sánchez y Concepción Peñalver y Cárdenas, Marqueses de Casa Peñalver, se adjudicaron entre otros bienes, las divisiones correspondientes de esta casa.
En 1892 se describía como una “casa de altos y bajos, de mampostería, cantería y tejas”, propiedad de don Sebastián de Peñalver, Marqués de Casa Peñalver, y en 1902 habiendo fallecido Sebastián Fernández de Velazco Montalvo, quien la hereda luego, se adjudicó la propiedad de la casa su hijo Joaquín Fernández de Velazco y Ramírez. Estaba valorada al comenzar el siglo XX en 26 978.50 pesos oro americano. A partir de esa fecha el inmueble continuó en manos de esta familia sin tener más noticias que la evidencia de haber llegado a la actualidad convertida en ciudadela, hasta ser rehabilitada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana como hotel, con el nombre de Beltrán de Santa Cruz, en honor a esta ilustre familia habanera y al patrimonio arquitectónico que representa.

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Comentarios



jose ramon martinez guerra / 6 de octubre de 2020

hola, estudiamos la historia local. las tierras al este del pueblo original de guanabo eran de los santa cruz; ingenio santa cruz, ing. rosario, el carmen o penasaltas. de la famosa sublevacion de aponte. los tenemos ubicados en el terreno, una base de datos, fotos. de aqui sacaron casi toda su fortuna al igual que loa calvo de la puerta, penalver, arango,etc. estamos terminando articulo "apuntes para la historia del ingenio el carmen', nuevos elementos priman. pone en entredicho algunas teorias. un saludo.