Casa de la familia Hernández-Meireles
15 de abril de 2016
|(Actual CENESEX)
En septiembre de 1918 el Coronel Carlos Hernández y Sandrino, solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para construir una casa de una planta en el terreno de su propiedad, situado en las calles 10 y 21, solares 11 y 12 (los cuales había refundido para la construcción), del Reparto El Carmelo. Las obras se llevarían a cabo bajo la dirección facultativa del arquitecto Joaquín Weiss y los Ingenieros Consultores y Contratistas Pessant and Company. La nueva planta debía llevar 5 m de jardín, con verja y 4 m de portal, requerimientos que correspondían a las Ordenanzas de Construcción para la zona en la época republicana.
Era entonces El Vedado un barrio joven que desde 1858 incrementaba su crecimiento. Justo con la parcelación de la estancia El Carmelo, propiedad de Domingo Trigo y Juan Espino, comenzó a formarse como sector residencial. El Carmelo comprendía desde el río Almendares, las calles 21, Paseo, hasta la línea costera, sumando en total 105 manzanas. Fue en sus terrenos donde parceló su finca el Conde de Pozos Dulces y otras personalidades notables de la época establecieron sus residencias en este distrito, erigiéndose inmuebles importantes como este.
El edificio en cuestión se destinaría a vivienda, con garaje anexo y cuartos altos, fábrica de ladrillo y azotea. Luego de las supervisiones necesarias la obra recibió la declaratoria de habitable en diciembre de 1919. Dos años más tarde, en julio de 1921, su propietario volvió a solicitar licencia, esta vez de ampliación, la cual consistía en construir unos altos y cenador y sería el mismo arquitecto Joaquín Weiss quien dirigiría las obras, las que concluyeron en 1923.
En 1927, ya fallecido el Coronel Charles Hernández, su viuda, Amelia M. Meireles, ruega a la Alcaldía Municipal se sirva concederle licencia para realizar reformas ligeras en su residencia de 10 y 21 En esta ocasión las obras correrían a cargo del arquitecto Luis Morera y terminarían en el mismo año.
No es hasta 1940 que la casa sufre una transformación importante: se le agrega una segunda planta. Su propietario en ese año, el Dr. José Sampedro Camus, pidió licencia para fabricar una residencia en planta alta sobre la casa mencionada. La construcción sería de mampostería y placa, y el director facultativo el reconocido ingeniero y arquitecto Francisco Centurión. Los trabajos terminaron en diciembre de 1940 y recibió su certificado de utilizable en abril de 1941.
La residencia de 10 y 21 formó parte del surgimiento y desarrollo de El Vedado como nuevo barrio que desplazaría las poblaciones de Centro Habana, Cerro, y La Habana Vieja, siendo por estos años el lugar predilecto para el asentamiento de viejos y nuevos ricos. Como bien afirmara Emilio Roig: “Con el comienzo de la República El Vedado adquirió auge inusitado; muchos de los jefes libertadores que habían recibido la paga de sus haberes compraron allí terrenos para levantar sus casas; y, además, se fue volcando allí, en chalets, palacetes, y residencias diversas en tamaño, lujo y estilo, muchísimo de la riqueza, de todas procedencias, que iba dando a La Habana un aspecto de prosperidad más o menos falsa o exclusiva.”
Según los documentos del Registro de la Propiedad, la casa perteneció por largo tiempo a la misma familia. Charles Hernández falleció el 16 de noviembre de 1924 y bajo testamento legó sus bienes, entre los que se encontraba esta casa, a sus hijos Amelia Máxima y Carlos Luis Hernández y Meireles y a su esposa Amelia María Meireles y Ponce. En esta década la hija de Charles Hernández, doña Amelia M. Hernández aparece casada con el Dr. José Sampedro Camus, quien consta como propietario de la vivienda cuando solicitó la licencia constructiva en 1940.
Sin registrarse otros dueños, se infiere que por lo menos hasta 1959 esta familia habitó la vivienda. Como también, la ampliación que le hizo José Sampedro pudo ser para ocuparla en planta alta al contraer matrimonio o arrendarla, lo cual representaba un ingreso seguro. Luego de adquirirla el Estado Cubano fue sede de varias instituciones. Actualmente la ocupa el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
Enmarcado su estilo dentro de los códigos del eclecticismo es, sin embargo, un modelo atemperado del mismo. La decoración de su fachada es moderada, resuelta a partir de elementos que se combinan armónicamente como lo son las columnas jónicas que presiden la entrada, el alero de cornisa clásica con moldura denticulada, el falso despiezo del revoque, los vanos de medio punto con jambas nervadas y el pretil de muro con balaustres de mortero a modo de remate que corona la cubierta.
La casa se diseñó con amplios y funcionales espacios ya fueran privados, sociales o de circulación. No solo cumplió con las Ordenanzas de Construcción de su época, si no también, con el encargo de su comitente, gracias a la obra del prestigioso arquitecto Joaquín Weiss. Aunque mayormente reconocido por su obra teórica en torno a la historia de la arquitectura colonial cubana, Weiss legó significativos proyectos a la capital entre los que destaca el edificio de la Biblioteca de la Universidad de La Habana y un conjunto de residencias de este estilo. Fue además, miembro de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, de la Academia de Artes y Letras y de la Comisión Nacional de Monumentos. Por muchos años dirigió el Colegio de Arquitectos y desarrolló una brillante labor docente. Recibió en vida numerosos reconocimientos y en 1992 se le otorgó post mortem el Diploma de Profesor de Profesores de la Facultad de Arquitectura del ISPJAE.
Por su parte, la ampliación que se le hiciera a la vivienda en 1940 siguió el estilo del proyecto original. A pesar de algunos cambios necesarios para la nueva intervención, esta respetó la construcción existente y adaptó incluso sus espacios a la planta inicial, dando una imagen coherente y uniforme a todo el edificio. No podía esperarse otro diseño mejor. Su proyectista, Francisco Centurión, fue uno de los arquitectos más brillantes y prolíficos desde los primeros años del siglo XX, autor de un gran número de residencias que igual se levantaron en El Vedado entre los años 1917 y 1919, durante la llamada “Danza de los Millones”. Entre ellas sobresalen la casa de Inés Centurión, en 23 y G, y la de Alfonso Gómez-Mena Vila en la manzana comprendida entre las calles Calzada, G, H y 5ta. Centurión fue además, el diseñador del parque Maceo, concurso que ganó en 1911 junto al escultor Domenico Boni como ejecutor del monumento, como también fue su proyecto el premiado para el pabellón cubano en la Exposición Internacional de San Francisco, California, en 1915. A él se le encargó la restauración del Colegio San Carlos de Cayo Hueso, Florida, en 1924, y fue designado ingeniero principal en las primeras obras del Capitolio Nacional. Asimismo, escribió numerosos artículos para la Revista Arquitectura.
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Comentarios
Me pudiera enviar la programación de habana radio por esta dirección de correos? gracias