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La historia de los Estados Unidos en el arte atesorado en Cuba

20 de marzo de 2016

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Desembarco de los Puritanos pasajeros del MayFlower en la Roca de Plymouth, 1867 (Medium)

“Desembarco de los Puritanos pasajeros del MayFlower en la Roca de Plymouth”, Gustave Wappers (1867)

 

El lienzo “Desembarco de los Puritanos pasajeros del MayFlower en la Roca de Plymouth”, es una de las piezas, relacionadas con la historia de los Estados Unidos, que atesora en sus fondos la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. La obra pertenece a la colección del Museo de la Ciudad y actualmente se halla expuesta en una de las salas del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa, en el Palacio del Segundo Cabo.
Según explicó a Habana Radio la historiadora del arte Yainet Rodríguez, la pieza fue encargada al pintor belga Gustave Wappers por el ilustre habanero e insigne patriota de la Guerra de los Diez Años, Miguel Aldama y Alfonso, quien la donó al Ayuntamiento de La Habana, el 19 de marzo de 1880, para engalanar el salón de sesiones.
“Desembarco de los Puritanos…”, cuadro encargado al artista luego de que este se trasladara a residir en París y realizada en 1867, representa el momento en que los protagonistas, perseguidos por sus creencias religiosas y tras un peligroso viaje en el navío Mayflower, pisan en 1620 las costas de Nueva Inglaterra, lugar en el que hoy se encuentra la ciudad de Plymouth.
La especialista Yainet Rodríguez comenta que se trata de una escena dulcificada por sus luminosos colores, pero a la vez de un dramatismo contenido, en el que sus personajes, con sentimientos encontrados que van de la sorpresa y la inquietud, a la alegría, el coraje y la fortaleza de ánimo en la voluntad divina, aparecen bendecidos por la noble misión y su valor.

 

Retrato del barón Wappers, por Ghémar Frères.

Gustave Wappers (1803-1874)

 

Wappers introdujo en su país las doctrinas del Romanticismo en la pintura, visible en la manera de sentir y concebir los acontecimientos, el vigor de la pincelada y el color. Su éxito en el Salón de Bruselas de 1830 le abrió las puertas de la corte del rey Leopoldo I, el favor de las comisiones y el reconocimiento del gremio artístico. En 1832 la ciudad de Amberes lo nombró profesor de Pintura y en 1839 fue ascendido a director de la Academia. Si bien cultivó con maestría el retrato, descolló en el género histórico, como podemos apreciar en el presente cuadro, y dejó obras que constituyen una oda a la libertad auténtica y una exaltación al sentimiento nacionalista.[1]
Además de “Desembarco de los Puritanos pasajeros del MayFlower en la Roca de Plymouth”, Aldama donó al Ayuntamiento de La Habana en 1880, “La llegada de Hernán Cortés a México”, de Francisco Sans Cabot. El lienzo resulta una representación simbólica del arribo a tierras aztecas de la expedición liderada por Cortés, quien zarpó del puerto de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518. En el segundo plano se aprecian las naves destruidas. Según la crónica de Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés, una figura histórica tan exaltada como cuestionada, prefirió inutilizar sus embarcaciones a retroceder, cuando en agosto de 1519 un grupo de inconformes quisieron regresar a Cuba y pusieron en riesgo la continuidad de la empresa.
El primer Historiador de La Habana Emilio Roig, narra también que con motivo del huracán que azotó la ciudad el 20 de octubre de 1926, los cuadros sufrieron desperfectos. Por ello, el Cabildo, en sesión de 3 de diciembre, tomó el acuerdo de celebrar un concurso entre los artistas de esta capital para llevar a cabo su restauración. Consultada la opinión de varios creadores, la restauración fue encomendada al pintor cubano Pastor Argudín, pensionado por el Ayuntamiento.
En 1929, con motivo de las obras de reconstrucción del Palacio Municipal, el presidente del Ayuntamiento depositó temporalmente los dos cuadros donados por Aldama, y otros que adornaban el salón de sesiones y oficinas de la Cámara Municipal, en la Secretaría de Obras Públicas.
Al inaugurarse el Capitolio Nacional, las dos piezas fueron trasladadas por el entonces secretario de Obras Públicas, Dr. Carlos Miguel de Céspedes, a uno de sus salones. El Consejo Deliberativo del Distrito Central, en sesión celebrada el 30 de julio de 1931, tomó el acuerdo de reclamar a nombre del entonces Distrito Central de La Habana, sucesor del Municipio, ambos cuadros, ya que eran propiedad del Ayuntamiento.
No obstante, los cuadros permanecieron en el Capitolio Nacional, hasta que en 1935, el Alcalde, Dr. Guillermo Belt, logró que fueran devueltos al Municipio de La Habana, encontrándose desde entonces en el salón antesala del gran salón de recepciones del Palacio Municipal, hoy Museo de la Ciudad.

 

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Museo de la Ciudad

 

La obra “Desembarco de los Puritanos…” ha sido objeto de restauración en varias ocasiones. En la más reciente intervención, los especialistas confirmaron el valor de la pieza y su buen estado de conservación, a pesar del paso de los años.
Cuenta Juan Carlos Bermejo, Jefe del Taller de Restauración de Pintura de Caballete de la Oficina del Historiador de La Habana, que en esta última ocasión “se realizó un trabajo integral, además de la limpieza se eliminaron los retoques de época pasadas que ya estaban torcidos, el lienzo se volvió a retocar con materiales más nobles y se le aplicó barniz final. Como resultado –asegura Bermejo– hoy podemos apreciarlo en todo su esplendor”.

 

Pasajes y figuras de la historia de Estados Unidos en el Museo de la Ciudad

En los fondos del Museo de la Ciudad de La Habana, se conservan otras piezas referentes a pasajes de la historia de los Estados Unidos o a figuras significativas de esa nación. Entre ellas, se hallan los retratos de Abraham Lincoln, decimosexto presidente del país, de la autoría de James R. Lambdin (1863) y de Thomas Jordan, que llegó a Cuba en 1869 como parte de la expedición del vapor Perrit, para incorporarse a las que luchas por la independencia de Cuba. Este último óleo fue pintado por el cubano Federico Martínez Matos.

 

Retrato de Abraham Lincoln

Retrato de Abraham Lincoln por James R. Lambdin

 

De igual forma, la institución atesora el cuadro “Dos vapores en alta mar”, representación de la captura del vapor estadounidense Virginius por la Corbeta española Tornado en 1873, realizado por el estadounidense Franklin Dullin Brisoe y que perteneció a la familia Suárez del Villar Fernández Cavada.

 

Dos Vapores en alta mar, 1876

“Dos vapores en alta mar” por Franklin Dullin Brisoe

 

Precisamente, el Museo posee también varias piezas de Federico Fernández Cavada, el General Candela de la Guerra de los Diez Años de Cuba, quien a su vez fue pintor y participó en la Guerra Civil Norteamericana de 1861 a 1865. Este insigne patriota comenzó la contienda con el grado de capitán y después de participar en la segunda batalla de Bull Run, y otros encuentros menores, ascendió a comandante.
En diciembre de 1862 alcanza el grado de Teniente Coronel. Con dicha graduación, al frente del 114 Regimiento de Pennsylvania, fue hecho prisionero en la batalla de Gettysbourg, el 1ro de julio de 1863. En la cárcel de Libby, Virginia, fue puesto en libertad gracias a un canje de prisioneros.

 

Retrato de Federico Fernández Cavada

Retrato de Federico Fernández Cavada

 

Según refiere el investigador Adriel Gómez, en la prisión escribió un libro que él mismo ilustró, Vida en Libby, experiencias de un prisionero de guerra. Los dibujos que allí aparecen son documentos testimoniales de gran valor y están trazados con la maestría de un consumado dibujante.
Poco después de terminada la Guerra de Secesión regresó a Cuba, estableciéndose en la zona de Trinidad. Al estallar la Guerra de los Diez Años, preparó militarmente a los patriotas comprometidos con el alzamiento. Sus conocimientos militares fueron de gran valor para los mambises.
El 6 de febrero de 1869 se pronunció en armas en la región de Trinidad y estableció su campamento en La Macagua. Con el grado de Mayor General, recibió la jefatura de la División de Las Villas. Junto a su hermano Adolfo libró numerosos combates y llegó a apoderarse de la ciudad de Trinidad.
Gómez menciona que el 27 de julio de 1869 proclamó un manifiesto dirigido a los hacendados cubanos mediante el cual se mostró partidario de destruir las propiedades de los criollos que apoyaran económicamente a España. La aplicación de este procedimiento, sin vacilaciones de ningún tipo, le valió el sobrenombre de General Candela.
Sin embargo, a medida que avanzaba la guerra, sin que ninguno de los bandos tomara ventaja apreciable, la situación de lo cubanos comenzó a enfrentar dificultades, particularmente con respecto a la falta de armas y municiones. Ante tales dificultades, Federico decidió viajar a los Estados Unidos para recabar ayuda económica entre las relaciones que allí tenía, con el fin de comprar municiones para proseguir la contienda bélica.
El 30 de junio de 1871, mientras aguardaba en Cayo Cruz, zona norte de Camagüey, el transporte que lo sacaría de Cuba, fue delatado y hecho prisionero. Al parecer su estado de salud no era bueno, sufría un fuerte ataque de asma y tenía fiebre alta, lo que facilitó la labor de sus captores. Numerosas gestiones se hicieron en Estados Unidos, donde era conocido y respetado, para tratar de salvar su vida. Pero todo fue en vano. Al día siguiente fue fusilado en Nuevitas.[2]

 

Paisaje cubano con montaña, Federico Fernández Cavada1864 (Medium)

“Paisaje cubano con montaña”, Federico Fernández Cavada (1864)

 

Sobre la obra pictórica de Fernández Cavada, Adriel Gómez destaca sus influencias de la Escuela del río Hudson. Además de la presencia de la naturaleza en sus creaciones, “puede observarse cómo las figuras humanas son un elemento secundario en la composición, perdidas en la vastedad del paisaje, de acuerdo con los presupuestos de la Escuela norteamericana”.
En cuanto a la forma, destaca el mismo autor, “el pintor cubano toma elementos que identifican a las dos generaciones del movimiento artístico estadounidense. Así, Thomas Cole, fundador de la Escuela del Río Hudson en los años veinte del siglo XIX, lo influyó en la manera de componer. De la segunda generación, formada por pintores como Sanford Robinson Gifford, Frederick Edwin Church o John F. Kensett, recibe la peculiar aplicación del color que les valió el justo titulo de pintores luministas.

 


En el Museo de la Ciudad de La Habana y en el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba – Europa, ambas instituciones de la Oficina del Historiador, encontramos a través del arte, los vínculos culturales entre Cuba y Estados Unidos.

 

Notas:

[1] Emilio Roig de Leuchsenring. Los Monumentos Nacionales de la República de Cuba. Vol. 1: La Plaza de Armas Carlos Manuel de Céspedes de La Habana. Junta Nacional de Arqueología y Etnología, La Habana, 1957. pp. 136- 139.

[2] Gómez, Adriel. Federico Fernández Cavada y la Escuela del río Hudson. Consultado en: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/gomez_adriel/federico_gomez_cavada.htm

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