Cita de paz en zona de paz
9 de febrero de 2016
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El anuncio de que el Papa Francisco, Jefe de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y el Patriarca Kiril, jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa se reunirán en La Habana, Cuba, el próximo 12 de febrero causó –como era de esperarse– inmenso revuelo e interés mundial no solo por considerarse un acontecimiento de notable envergadura que va más allá de un encuentro interreligioso de tintes ecuménicos y forma parte de la amplia movilización por la paz, la justicia y la comprensión llevada a cabo por el Papa y otras instituciones y autoridades religiosas de distintas denominaciones en los últimos tiempos.
El encuentro entre los dos altos pontífices tendrá lugar en momentos particularmente convulsos y peligrosos para el mundo, caracterizados por la pérdida sucesiva de los más elementales principios que garanticen la paz y la seguridad internacionales; el irrespeto a instituciones que hasta el momento –en mayor o menor medida– los habían tutelado, y una profunda crisis generalizada de carácter intelectual y cultural, política y económica; pero, por sobre todas las cosas, ética y moral, que busca hacerse irreversible.
Ética, moral y cultura de hacer política resultan indispensables en el momento actual –como nunca antes– para derrotar el proyecto global del imperialismo, que emplea simultáneamente recursos violentos y pacíficos según le sea conveniente.
En este sentido, no olvidar que América Latina y el Caribe son un escenario priorizado por el imperio en sus esfuerzos por asegurarlo como “patio trasero” y aquí pone en juego de manera sucia y sin escrúpulos todas sus posibilidades.
La proclamación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, efectuada en la II Conferencia Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en La Habana, Cuba, el 27 y 28 de enero de 2014 constituyó, no solo un acontecimiento histórico con marcada influencia global asumido por consenso de los 33 países que conforman nuestra región, sino que se convirtió también en un encomiable ejemplo de unidad en la diversidad y respeto mutuo.
Dijo José Martí que “el porvenir es la paz”. Corresponde a nosotros en América Latina y el Caribe, situarnos a la cabeza de un esfuerzo especial y sostenido que apoye esa condición de Zona de Paz como garantía de soberanía, autodeterminación e integración.
Una llamativa arista que tampoco ha pasado inadvertida para observadores y analistas es el hecho de que la reunión interpontificia Francisco-Kiril no tenga lugar ni en el Vaticano ni en Moscú y se utilicen las facilidades de Cuba –del aeropuerto de La Habana significativamente llamado “José Martí”– para la realización de esta entrevista que involucra a dos de las más importantes e influyentes religiones que habitan sobre la Tierra, aprovechando convenientemente el viaje del Sumo Pontífice a México para su primera visita oficial.
Hace apenas 4 meses que Francisco rindió una visita exitosa e histórica a Cuba, mientras que el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa lo hizo hace varios años, con motivo de la inauguración de la bella catedral ortodoxa erigida junto al puerto habanero.
Señalamos en esta ocasión que es Cuba un país donde conviven pacíficamente y respetándose cada una a la otra –con afecto y solidaridad– más de dos docenas de denominaciones religiosas y organizaciones fraternales de todo tipo que hacen vida confesional activa dentro de sus propias instituciones, basada en el irrestricto respeto a la libertad de creencias religiosas que la Constitución cubana garantiza y la Revolución Cubana protege de manera consecuente.
Autoridades religiosas de todas partes del mundo y de todas las denominaciones religiosas visitan a la Isla constantemente y reciben esta positiva impresión, que sin dudas ha creado un sentimiento internacional de respeto y admiración hacia el pueblo cubano y su gobierno, en medio de un mundo trágicamente estremecido hoy, por intolerancias y fanatismos que pretenden utilizar a la religión como instrumento perverso.
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