La sastrería Stein

9 de febrero de 2016

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Yamira Rodríguez Marcano

 

 

Desde las primeras décadas del siglo XX proliferaron en la calle Obispo los comercios dedicados al giro de camisería, sastrería y prendas de vestir de diversos géneros, la mayoría importados de Europa y Norteamérica. Entre ellas sobresalía la marcada con el número 105 entonces, hoy 463 entre Villegas y Aguacate: la sastrería Stein, nombre que identificó por décadas el sitio aunque estuvo indistintamente ocupado por diversos comercios, los cuales siempre se ubicaron en los bajos del inmueble.
La imagen que ha llegado a la actualidad es la de un edificio de principios del siglo XX, sin embargo, los datos del Registro de la Propiedad refieren la casa que en su lugar existió en 1786, propiedad en esa fecha de María del Tránsito Acosta. En la historia de esta casa constan varios propietarios durante el siglo XIX, pero sería Guillermo Roberto Kramer, alemán, relojero y joyero de profesión, quien la habitaría por más tiempo, primero como arrendatario, y luego como dueño a partir de 1895. Era entonces una casa de planta baja, de mampostería y azotea.
El Almanaque Mercantil para el año 1878, registra en este lugar la “Imprenta y Librería de H. E. Heinen” y “Edelmann y Cía, Gran Depósito de Pianos”, y en el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba, 1892-1893, aparecen los propios anuncios de Kramer: “Kramer y Cía. Platería y Joyería (Almacenes)”, y luego como platería y relojería en su posición de inquilino, por lo que estos negocios precedieron al de sastrería que décadas después identificaron al entonces Obispo 105 y que tanto redundó en los contratos de arrendamiento, pues estos especificaban que solo podía destinarse total o parcialmente a giros de comercio, con preferencia de camisería, lencería, quincalla, sastrería y sus análogos. Luego le fueron añadidas a la casa dos piezas altas en la parte delantera.

 

 
Así, radicaron en las primeras décadas del siglo XX diferentes empresas y comerciantes dedicados al mencionado género: Sociedad Mercantil de “A. Ceballos, Sociedad en Comandita”; don Luis Guillermo D’ Escourbert y Galiano; don Ángel Lezama Reyes; Sociedad Mercantil de “M. Rodríguez y Compañía, S. en C.”; Sociedad Mercantil Regular Colectiva de “Palacio y Villegas”; Sociedad Mercantil Regular Colectiva “Cruces y Adler”; don Pedro Camporredondo y Víctores, don Enrique Fernández y Cabada, así como el señor Nicanor Mella y Brea, este último natural de la República Dominicana, propietario y vecino de esta ciudad, cuya presencia en el lugar le otorga indiscutibles valores históricos al espacio: este afamado sastre en La Habana fue el padre de líder revolucionario Julio Antonio Mella.

 

 

Fue aquí donde don Nicanor estableció su negocio y vistió a su hijo con los mejores trajes que le hicieron lucir como uno de los jóvenes más elegantes de la Universidad, a la cual ingresó alrededor de 1921. Aunque no por mucho tiempo y sin llegar a ser propietario del inmueble, sino solo del establecimiento, don Nicanor aportó belleza y glamour a la moda habanera de los años veinte. Aún así, no se ha podido precisar cuando comenzó a llamarse El Elegante, pues también aparece con el nombre de “Unión Club”. Según Addys Cupull, investigadora de la vida y obra de Julio Antonio Mella, aún perduran los mismos anaqueles, la caja fuerte, los vitrales, y dos máquinas de coser de la época. De este pequeño palacio de la costura igual salió un magnífico traje que regaló don Nicanor al Mayor General Máximo Gómez. No obstante, fue Julio Antonio su mejor modelo, con su atractivo porte y belleza de Apolo.
Nicanor Mella fue además hijo de uno de los tres grandes próceres de la independencia de la República Dominicana, el general Ramón Matías Mella. El padre del líder universitario había emigrado a Cuba en 1875, vivió en Colón, Matanzas, y como buen modisto, en 1890 era propietario de una sastrería que trasladó a La Habana, con él vinieron su esposa, la dominicana María Mercedes Bermúdez Ferreira y sus tres hijas.

 

 
En un viaje que Nicanor hizo a los Estados Unidos, en busca de telas para su negocio, conoció en Nueva Orleáns a la irlandesa Cecilia Mac Partland y Reilly, ella tenía 20 años y se enamoró apasionadamente del dominicano atractivo y cincuentón. Al llegar a Cuba, en 1902, don Nicanor le estableció su domicilio también en la calle Obispo No. 67, hoy 313. En 1903, aquí mismo nació su primer niño, al que le pone el nombre de su padre: Nicanor, y en 1905, dio a luz el segundo varón a quien nombraron Cecilio, y fueron inscritos ambos con los apellidos de la madre por ser hijos naturales, es decir, habidos fueras del matrimonio legal. En 1910, fue Mercedes, la esposa de Don Nicanor quien los llamó Antonio y Nicasio, respectivamente, al tenerlos bajo su custodia tras la enfermedad y partida de la madre hacia el norte en busca de cura. Desde entonces el líder antiimperialista firmaría con ese nombre y los apellidos que le correspondieron desde siempre y que la sociedad de entonces le negó por ser además de mestizo, bastardo.

 

En 1920, sin conocer los motivos del hecho, aunque presumiblemente haya sido por razones económicas, el señor Mella cedió el contrato de arrendamiento a la Sociedad Mercantil de “M. Rodríguez y Compañía”, S. en C.” Sin embargo, en 1923, Nicanor Mella recibe de Miguel Rodríguez y García el traspaso de todos los derechos y acciones que a la misma pertenecían en el derecho de arrendamiento. Al mismo tiempo, Mella subarrendó en dos ocasiones el local: a la Sociedad Mercantil Regular Colectiva de “Palacio y Villegas” y a la Sociedad Mercantil Regular Colectiva “Cruces y Adler”, estableciendo esta última la conocida “Casa Stein”, nombre que, desde 1926, consta en los directorios comerciales, incluso en las décadas del treinta, cuarenta y cincuenta.
En 1929 muere Nicanor Mella y Brea sin especificar el destino de la parte arrendada que poseía el sastre dominicano, pues como se ha dicho el local era compartido por varios arrendatarios. En enero de ese mismo año había sido asesinado su hijo en México por orden del Presidente Gerardo Machado.
Ya para entonces la casa había cambiado su apariencia. Su propietario, Roberto Kramer, había recibido licencia, en 1907, para obras de nueva construcción, por ello las actas del Registro de la Propiedad lo describen como un “edificio construido de mampostería y compuesto de tres plantas y azotea”.

 

Su lenguaje arquitectónico respondió entonces a los códigos del eclecticismo, superponiendo estilos, concentrando y diferenciando la decoración en la fachada, en tanto, la planta baja fue reformada con las líneas del modernismo, muy de moda entonces para dotar de gracia, belleza y atractivo la marquetería que presidía las vidrieras de los locales destinados a comercio.
El señor Kramer falleció en 1933 pasando la propiedad a manos de sus hijos, María, Emilia y Alfonso Fernando Kramer y Armona. Las participaciones que estos beneficiarios tenían sobre la casa fueron embargadas, cedidas o vendidas finalmente Eduardo Corvet y Salazar, entre 1934 y 1935, quien en este último año la vendió al Darío Zignago y Tamarindi, natural y ciudadano italiano. Inclusive, en 1960, figura como su propietario en las actas del Registro.
Hasta la actualidad compartió las funciones habitacional y comercial, vivienda en las plantas altas y en la baja sastrería, conocida en las últimas décadas como El Elegante. Esta hermosa instalación fue rehabilitada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en el 2013 y oferta una amplia gama de confecciones masculinas, así como arreglos a la medida, nuevamente bajo la rúbrica del antiguo nombre Stein.