Avenida de San Pedro

9 de febrero de 2016

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Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

La avenida portuaria que discurre bordeando la ciudad antigua a pocos pasos de la costa y a modo de semicírculo va girando en su entorno, lleva el nombre de San Pedro. Al decir de Santalices “es una calle muy marinera”, porque bordea la bahía extendiéndose desde la calle O’Reilly, en las inmediaciones del castillo de la Real Fuerza hasta el muelle de Luz, donde se abre el paseo de la Alameda de Paula. A menudo se le confunde con la Avenida del Puerto y se le llama también así, pero esta denominación corresponde al tramo que circunda a la ciudad, hacia el extremo opuesto, entroncando con el paseo marítimo o Malecón.

 

Los historiadores afirman que su denominación le fue dada por los marinos “devotos del principal de los Apóstoles”. Antiguamente tuvo otros nombres, se le llamó San Pedro del Molinillo, por el molino de tabaco que había junto al muelle de Luz y que fue muy antiguo. También a los espacios del litoral que limitaban con la calle se les llamó playas o marinas y se nombraban estas en relación con los vecinos que allí establecieron sus residencias o a los comercios que sobresalían, como por ejemplo “de la Cruz”.

 

 
Por su recorrido se extendía la muralla de mar que convirtió a la villa en una plaza inexpugnable. Daba acceso la antigua vía a los principales muelles en esta zona, la que se amplió con el derribo de los elevados del tranvía para facilitar el tráfico y las operaciones portuarias en la franja que garantizó, por su carácter comercial, el florecimiento económico de la ciudad. A inicios del siglo XX el edificio de la Aduana cerró sus visuales al mar.

 

 
Hacia la calle San Pedro un conjunto de valiosas edificaciones se asoman evocando todos los siglos de existencia de la ciudad, el castillo de la Real Fuerza; las casas señoriales de la familia Pedroso y los condes de la Mortera; el edificio de la Lonja del Comercio y la Aduana; y la recién construida Catedral Ortodoxa Rusa; al otro extremo se abre el paseo marítimo o Alameda de Paula, el primer paseo público de la ciudad y los Almacenes de San José, hoy reanimados. A partir de este tramo toma el nombre de Desamparados.