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“Paripé” yanki-saudita o en la cama con el Jefe

5 de enero de 2016

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El precio del petróleo sigue cayendo y en ello no están ajenos Estados Unidos y Arabia Saudita, que no están discordantes al respecto, como han hecho creer los medios de prensa controlados en su inmensa mayoría por Occidente.
Se ha tratado de hacer creer que Riad aumentaba la producción para hacer caer el precio, aprovechando que Estados Unidos estaba utilizando el costoso sistema de fracking, pero se callaba que la ultramoderna tecnología norteamericana lo abarata.
Cierto que la monarquía saudita ha manejado los precios a su conveniencia durante décadas, aprovechando que es al mayor productor y contenedor de la reservas, pero las discrepancias con Washington no llegarían a tanto, cuando se conoce históricamente que siempre ha bailado al compás del amo imperial.
La administración de Obama está detrás de la actual política saudita, como lo demostró el reciente viaje del secretario norteamericano de Estado, John Kerry, a Riad, donde eludió contestar cerca de si existía un complot de ambas naciones contra Rusia, que necesita un mayor precio del crudo para equilibrar su presupuesto. Según Reuters, dijo sonriendo: “Ellos (los saudítas) son muy conscientes de su capacidad de tener un impacto en los precios mundiales del petróleo”.
Todo esto es sin aludir que también son perjudicados por la caída del precio gobiernos que no siguen los dictados norteamericanos como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina, aunque esta nación ya cuenta recientemente con un régimen genuflexo a Estados Unidos.
En muchas ocasiones se dice que Arabia Saudita se ha independizado de EE.UU., debido a su caudal económico, influencia cada vez mayor en el Medio Oriente, etcétera., perro nada está lejos de la verdad para aquellos que han seguido durante décadas los acontecimientos al efecto. Y, aunque parezca en el decir algo burdo, ambos están en la misma cama, como aquella versión cómica del argentino Guillermo Francella “En la cama con mi Jefe”.
Y es que Arabia Saudita es un cliente de Estados Unidos. No es autónomo o soberano de una manera significativa, porque hace lo que le dice. Siempre cuando se trata de dinero, la relación es compleja, pero nunca se llegaría por Riad a atentar contra las industrias estadounidenses de energía doméstica.
Si EE.UU. estuviera descontento con Arabia Saudita, ya hubiera estado lloviendo misiles desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Rojo contra Riad, que es la forma en que Washington expresa normalmente su descontento sobre tales asuntos.
El hecho de que Obama ni siquiera ha hecho alusión a la caída de los precios sólo demuestra que ello coincide con la estrategia geopolítica más amplia de Washington, que va más allá de atentar contra la economía de los países latinoamericanos mencionados antes.
No es descabellado pensar que Estados Unidos obligó a los sauditas a inundar el mercado con petróleo, con el fin de perjudicar la economía de Moscú, que en los últimos meses ha sufrido duras sanciones económicas por ponerse al genocidio de la población del este de Ucrania y admitir loa opinión mayoritaria del pueblo de la península de Crimea de regresar a la soberanía rusa.
En este contexto, todo dirigido al derrocamiento del gobierno de Vladimir Putin, se inscriben también el sabotaje norteamericano al gasoducto South Stream, planificado con Turquía, el ataque para hacer devaluar el rublo y el derrocamiento por entes fascistas del gobierno elegido democráticamente en Kiev.
Cuando Obama viajó a Arabia Saudita después del estallido de la crisis de Ucrania, The Guardian recordó: “Enojado por la invasión soviética de Afganistán en 1979, los saudítas abrieron los grifos del petróleo, reduciendo el precio mundial del crudo hasta alcanzar 20 dólares a mediados de la década de 1980… [Hoy] los saudítas hacen lo mismo, con el fin de castigar a Putin sobre su apoyo al régimen de Assad en Siria”.
Y no nos olvidemos de que los saudítas han utilizado el petróleo como arma política muchas veces antes, como se pudiera citar en un futuro y más amplio comentario.

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