Los ricos y pobres europeos
5 de enero de 2016
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Los más recientes acontecimientos en Europa revelan la tragedia del llamado viejo continente respecto a las amenazas de división entre países de primer y segundo nivel, algo así como ricos y pobres, debido a la confluencia de situaciones que no solo han sido mal tratadas, sino que han tenido la desventaja de la improvisación, la falta de perspectiva y el abuso de poder de quienes pudieran haber aliviado la situación.
En este contexto se hallan problemas concomitantes al parecer extraños, pero que coinciden en sus resultados. Lo mismo resulta de discusión ante las órdenes de Estados Unidos de tratar tal o más cual tema, como la aquiescencia a considerar sanciones contra Rusia, a pesar de que su aplicación llega a dañar los intereses de quienes lo hacen.
Si nos guiáramos por los resultados de las más recientes elecciones en España, Portugal e incluso Grecia, además de diversas manifestaciones en otros países del continente, se puede notar como mucha gente de la zona del euro está angustiada, confusa e irritada contra las políticas de austeridad, lo que se plasma en xenofobia y violencia de toda índole, que tiene su cúspide en un pleno sentimiento antieuropeo.
Es decir, hay rechazo a una Unión Europea, que no estalla porque se tiene miedo de abandonar la zona euro, cuestión que no está latente en Alemania, donde la economía v relativamente bien y la situación política es estable.
Según George Soros, un conocido “gurú” del capitalismo, nada proclive a aliviar los problemas de los pueblos y si a proteger a los poderosos, como él, la situación actual es “una pesadilla de la que solo se puede escapar despertando a Alemania y haciéndola tomar conciencia de los errores que están guiando actualmente sus políticas. Podemos abrigar la esperanza de que, cuando se encuentre ante la alternativa, opte por ejercer una dirección benévola en lugar de sufrir las pérdidas que entrañaría el abandono del euro”.
La economía real de la zona del euro está declinando, mientras que a Alemania le va relativamente bien, lo que significa que la divergencia se está agrandando. Las dinámicas políticas y sociales están contribuyendo también a la desintegración.
A raíz de la crisis de Lehman Brothers, en Estados Unidos, en el 2008, la canciller Ángela Merkel declaró que cada uno de los países por separado –y no la Unión Europea conjuntamente debía ofrecer la garantía de que no se permitiría que quebrara ninguna otra entidad financiera sistémicamente importante. Ese fue el primer paso en un proceso de desintegración que ahora amenaza con destruir a la Unión Europea.
Los mercados financieros tardaron más de un año en comprender las consecuencias de la declaración de Merkel, con lo que demostraron que funcionan con un conocimiento no precisamente perfecto. Solo a finales del 2009, cuando el recién elegido gobierno de Grecia anunció que el régimen anterior había hecho trampa y el déficit superaba el 12% del Producto Interno Bruto, comprendieron los mercados financieros que los bonos estatales entrañaban importantes riesgos, pese a estar considerados carentes de ellos, y podían provocar en realidad una suspensión de pagos.
Acreedores y deudores
Esto ha hecho que los países miembros de la Unión Europea estén divididos en dos clases –acreedores y deudores– y los acreedores son los que mandan: Alemania, el principal de ellos. Conforme a las políticas actuales, los países deudores pagan primas de riesgo cuantiosas para financiar su deuda estatal, lo que se refleja en el costo de su financiación en general, además de llevarlos a la depresión y desventaja competitiva que amenaza con volverse permanente.
Los países miembros no advirtieron que, al renunciar al derecho a imprimir su propia moneda, se exponían al riesgo de suspensión de pagos. Los mercados financieros no lo comprendieron hasta el comienzo de la crisis griega. Las autoridades financieras no entendieron el problema y menos aún vieron una solución. Así, pues, intentaron ganar tiempo, pero, en lugar de mejorar, la situación se deterioró.
Para Soros, “Alemania, como mayor país acreedor, dirigía, pero era reacia a aceptar más responsabilidades; a consecuencia de ello, se desaprovecharon todas las oportunidades de resolver la crisis. Esta se propagó de Grecia a otros países con déficit y más adelante la propia supervivencia del euro quedó en entredicho. Como una ruptura del euro causaría un daño inmenso a todos los países miembros y en particular a Alemania, ésta seguirá haciendo el mínimo necesario para mantener su integridad”.
Como se ve todo está cogido con alfileres y se hace inútil las proposiciones del propio Soros de que Francia debía formar con Italia y España una fuerza capaz de contrarrestar el dominio alemán.
Ello demuestra una gran debilidad de la Unión Europea, que la coadyuva a colaborar aun más con Estados Unidos, un ente que la utiliza para su propio bienestar o punta de lanza contra lo que considera su principal enemigo, Rusia.
Así, se suceden las sanciones económicas contra Moscú bajo el pretexto de la política rusa hacia Ucrania, donde hay una situación creada precisamente por el apoyo imperialista en todos los terrenos a las huestes nazifascistas que derrocaron al gobierno legítimo de Kiev, y así crear un frente antirruso, como en la época de la Guerra Fría.
Pero también esta genuflex0ión de la Europa la hace carente de una política fuerte y coherente, lo cual dio motivos al presidente ruso, Vladimir Putin, de señalar que le ha entregado parte de su soberanía EE.UU.
No solo por las sanciones económicas dictadas por Washington, sino en lo relativo a la política migratoria y a problemas medulares del Medio Oriente que son caros al establishment militar e industrial estadounidense.
Según Putin, los países del continente “siguen ciegamente la política de EE.UU. hacia los migrantes”, por lo que ahora “llevan una carga tan grave”. En este sentido, el Presidente ruso confesó que le sorprenden las críticas que publican los medios de comunicación norteamericanos sobre el supuesto maltrato de los migrantes por Europa, y señaló que también sigue los dictados acerca de la situación en Siria, aclarando que los sirios “huyen de su país no por el Gobierno de Al Assad, sino por el Estado Islámico”. el cual ha gozado intermitentemente del apoyo estadounidense y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Es decir, existe una situación en Europa que la divide en países ricos –los menos– y pobres –los más–, que aunque no llegasen a tener una situación paupérrima como la hay en otras muchas partes del mundo subdesarrollado, sigue una política de sumisión –es decir, falta de política– con el poderoso interlocutor norteamericano, por lo cual el drama continúa y no se le avizora un fin ni remotamente decoroso.
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