Evo, duro de roer
4 de enero de 2016
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La necesidad de que Evo Morales pueda seguir ejerciendo la Presidencia de Bolivia es algo que está más allá de la simple imposición de una figura que goza de las mayores simpatías, su política es indispensable para hacer viables los intereses del pueblo.
Como se ha informado, el 26 de febrero próximo tendrá lugar un referendo sobre la repostulación de Evo a la presidencia del Estado Plurinacional por el período 2020-2025.
La oligarquía, la reacción y otros ahijados del Imperio saben que Evo es un hueso muy difícil de roer, que con él no tienen cabida las campañas practicadas contra otros gobiernos democráticos de la región, que han fructificado en Argentina, con el cambio de la presidencia, y en Venezuela, con la asunción de la mayoría parlamentaria.
La cuestión es dar al traste con el proceso de cambio que Evo lleva adelante, que, sin ser perfecto, es fácil de subsanar, debido a la buena voluntad política predominante sobre tal o más cual defecto humano. Es decir, hay confianza en que prosigan los cambios económicos y sociales, sin el peligro de que se bloqueen o se retroceda hacia un nuevo neoliberalismo, al que aspiran sin disimulo los admiradores del “modo americano de vida”, que consiste en una sumisión total a los intereses transnacionales en desmedro del nacional.
“El NO a la re reelección es el camino”, señaló el empresario Samuel Doria Medina, líder de la centroderechista Unidad Nacional, indicando que la oposición hará campaña para evitar que el actual mandatario, pueda volver a aspirar a la Presidencia en el 2019, de triunfar los partidarios de Evo en el referendo al efecto.
La ley, propuesta al Congreso por los sindicatos de obreros e indígenas afines al gobierno, modifica el artículo 168 de la Constitución boliviana para permitir un mandato y dos reelecciones consecutivas, en lugar de una, como fija actualmente la Carta Magna.
También sostiene que el primer mandato, bajo la Constitución promulgada en el 2009, corresponde al período 2010-2015, la primera reelección a la gestión 2015-2020 y la segunda al quinquenio 2020-2025.
Con ello, se justifica que el primer mandato que tuvieron Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera (2006-2010) no contaría para el cómputo, porque correspondió al periodo previo a la refundación del país con la nueva Constitución.
Figuras calificadas de corruptas como el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC), dijo a los medios que el gobierno intenta “prorrogarse en el poder” con base en “el engaño constitucional”, al incumplimiento de las normas y “a través del camino de la tiranía y la dictadura”.
Guerra sucia
En realidad, todo forma parte de una campaña promovida por sectores de la derecha internacional, para impedir que Evo se postule nuevamente a la presidencia, movimiento que está financiado por Estados Unidos.
Según Telesur, grupos opositores buscan derrocar a la revolución democrática en Bolivia, por lo cual se hace indispensable la movilización del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) para conquistar el triunfo electoral en el referendo.
En este contexto, Morales, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, criticó las posturas de algunos sectores de la derecha boliviana y los instó a obedecer el dictamen del pueblo.
“Antes no había revocatorio, aunque no estaba prohibido; los gobiernos neoliberales gobernaban con 20%-30% de los votos; nosotros ganamos en el 2005 con un 54%, en el 2008 la derecha nos llevó a revocatorio y fuimos ratificados con 65%, sin hacer campaña”, dijo e inquirió: “¿Por qué la derecha debe tener miedo al pueblo?”, afirmó el líder aymará
La cuestión es clara: la derecha está maltrecha, por lo cual pregona constantemente la alternabilidad, con la esperanza de conseguir un cambio radical hacia el pasado, y es eso precisamente lo que debe evitarse.
Porque no todo es un panacea, ya que el MAS sufrió recientemente un revé s electoral en los referendos sobre estatutos autonómicos, por lo que no se debe descuidar, reforzar sus filas, eliminar lo que tiene que ser eliminado, con el fin de conseguir lo que ahora es lo más preciado, la continuidad de Evo, cuya política, según el, está preparada para enfrentar la crisis económica internacional, que incluye la caída de los precios de las materias primas que el país exporta.
Lo cierto, subrayo, es que la oposición proimperialista quiere cambiar el modelo económico instaurado por su Gobierno. Acuden insistentemente a la “alternancia” del poder, cuando no la hubo con anterioridad en 29 años de neoliberalismo. Y es que aunque a la oposición no le quedó más remedio que admitir que la economía ha estado marchando bien, dejaron al descubierto que lo único malo para ella es Evo Morales, un dirigente que ha demostrado que no se arredra y, subrayamos, duro de roer.
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